La NASA ha lanzado con éxito al espacio la sonda solar Parker, un artefacto cuya misión será acercarse al Sol más que ningún otro instrumento aeroespacial en la Historia. La sonda ha despegado de Cabo Cañaveral gracias a la ayuda del Delta IV-Heavy, un cohete que la pondrá de camino al astro rey.
Parker Solar Probe usará la gravedad de Venus durante siete sobrevuelos a lo largo de casi siete años, para acercar gradualmente su órbita al Sol. La sonda se aproximará a 6,1 millones de km de nuestra estrella, mucho más dentro que la órbita de Mercurio (está a unos 57 millones de km del Sol) y más de siete veces más cerca que cualquier otra nave espacial anterior (Helios 2 llegó a 43 millones de km en 1976).
Los promotores de esta misión consideran que revolucionará la comprensión de nuestra estrella, cuyas condiciones cambiantes se propagan al resto del sistema solar, afectando también a la Tierra. Parker Solar Probe viajará a través de la atmósfera del Sol –denominada corona–, enfrentándose a una radiación y un calor brutal, para ofrecer a la humanidad las observaciones más próximas conseguidas hasta ahora de una estrella.
Los principales objetivos son analizar cómo la energía y el calor se mueven a través de ese aureola de plasma que es la corona solar, así como investigar qué acelera el viento solar y las partículas energéticas solares.
Los científicos llevan buscando respuestas a estas cuestiones desde hace más de 60 años, pero hasta ahora los avances en ingeniería térmica no habían permitido enviar una sonda para soportar temperaturas de 1.377 ºC. Parker Solar Probe lo conseguirá gracias a un escudo térmico frontal de carbono y 11,43 cm de espesor, que protegerá el instrumental científico situado detrás.
La nave incorpora cuatro conjuntos de instrumentos (FIELDS, WISPR, SWEAP e ISOIS) para estudiar los campos magnéticos, el plasma, las partículas energéticas y el viento solar. La combinación de mediciones in situ e imágenes aportará información crucial sobre la corona y el origen y la evolución del viento solar. Además, los datos registrados también pueden ser relevantes para pronosticar los cambios en el entorno espacial de la Tierra, que afectan tanto a la vida como a la tecnología (satélites, por ejemplo) en nuestro planeta.
Parker Solar Probe es parte del programa Living With a Star de la NASA destinado a explorar el sistema Sol-Tierra bajo la dirección del Goddard Space Flight Center. Por su parte, el Laboratorio de Física Aplicada (APL) de la Universidad Johns Hopkins se encarga de la construcción y la operación de esta nave espacial.
Respecto al nombre de la misión, es un homenaje al veterano astrofísico estadounidense Eugene N. Parker, que ha teorizado sobre el viento solar y cómo –a través de nanoflares o explosiones solares– se podría explicar el hecho de que la corona o atmósfera del Sol esté más caliente que su superficie. A sus 91 años confía en que los resultados de Parker Solar Probe ayuden a resolver este y otros misterios de nuestra estrella.