Cuando nos hablan de calcio automáticamente pensamos en leche, pero ¿qué hay de cierto en esta correlación de convencimiento popular? Ángel Gil, presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT), afirmó en el Foro de Debate sobre Leche y Embarazo de EL ESPAÑOL, que ni la leche ni los lácteos como alimento son realmente esenciales y que existen muchas conductas razonables de alimentación, pero admite que hay evidencias científicas que muestran de forma clara que existe una repercusión directa de la mineralización ósea en el proceso fetal. Gil apuntó: “Se ha demostrado que la mineralización ósea del feto es mayor en aquellas madres que toman entre 2 y 4 porciones de lácteos al día”, y añadió, “En el mundo caucásico se produjeron una serie de mutaciones para aprovechar esos lácteos: es una ventaja adaptativa y debemos dejar clara su importancia, aunque no hablemos de esencialidad”.
Los expertos incidieron en la calidad nutricional de la leche y sus derivados, alimentos que aportan un alto nivel de nutrientes en comparación con su aportación calórica, es decir, tienen una densidad nutricional adecuada. Por otro lado, los productos lácteos pueden modificarse a partir de la inclusión de determinados nutrientes y compuestos bioactivos, lo que facilita su asimilación por parte de las gestantes. En definitiva, se trata de un grupo de alimentos que pueden adaptarse a las diferentes necesidades fisiológicas de los distintos momentos de la vida (Consenso FEsNad 2013).
Gregorio Varela Moreiras, presidente de la Fundación Española de Nutrición (FEN) y catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo, tampoco es partidario de hablar de “alimentos esenciales” más allá de la leche materna. El presidente de FEN afirmó que: “Esenciales son los nutrientes”, y matizó, “Pero hay alimentos muy importantes y la leche es uno de ellos porque contiene una proteína de muy alto valor biológico, aminoácidos esenciales que el cuerpo humano solo puede producir en cantidades reducidas”. Moreiras destacó que el calcio que contiene la leche se retiene más fácilmente que el de otros alimentos, por lo que su biodisponibilidad es un punto a favor para que las gestantes recurran a este alimento en primera instancia, en lugar de a suplementos farmacológicos.
Durante la gestación se está formando un esqueleto, si no recibe suficiente calcio de fuera, lo cogerá del esqueleto de la madre
El calcio es uno de los nutrientes más relevantes para la compleja formación del feto, se trata de un mineral fundamental implicado en la construcción de la estructura ósea y los procesos de neurotransmisión motora. María Jesús Cancelo Hidalgo, secretaria general de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y profesora titular de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Alcalá, afirmaba que a diario atiende a embarazadas que han asumido “un rechazo frontal a la leche” y que nada tiene que ver con razones físicas: “¿Qué consecuencias tiene esto? Durante la gestación se está formando un esqueleto que necesita una cantidad de calcio determinada, si no viene de fuera se toma directamente del esqueleto de la madre”. Ángel Gil también habló en esta línea: “La ausencia de cada nutriente tiene repercusiones concretas”.
El reciente informe: La leche como vehículo de salud para la población. Situaciones fisiológicas especiales: mujer gestante, elaborado por la Fundación Española de la Nutrición, la Fundación Iberoamericana de la Nutrición y la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, sigue la línea de las principales conclusiones de nuestro debate. El estudio destaca la evidencia científica sobre el papel de la leche y los lácteos convencionales y fortificados en la nutrición de la mujer gestante y en periodo de lactancia. Tras realizar diferentes investigaciones con lácteos fortificados y enriquecidos, se han demostrado efectos beneficiosos en la salud: tanto de la madre como del feto, con un impacto positivo en el desarrollo visual y cognitivo del niño.
El 50% de las madres no alcanza las cantidades nutricionales recomendables
María Jesús Cancelo, por su parte, se mostró optimista: “Por lo general, las madres son receptivas, salvando ciertos impedimentos culturales”. Admitió que la ciencia cuenta con la baza del poder de la argumentación, pero admitió que si no desarrollamos una cultura nutricional más profunda probablemente sigamos llegando tarde: “Las jóvenes tienen que entender que la forma en que traten a su cuerpo determinará lo que después podrán ofrecer nutricionalmente a su bebé”. Gregorio Varela, comentó que actualmente existen muchas carencias en el modelo alimentario, carencias que se hacen más evidentes durante el embarazo, una etapa que exige unos requerimientos nutricionales excepcionales: “Las gestantes arrastran lo bueno y lo malo de sus estilos de vida”, y matizó, “Hay que entender que el embarazo es una situación fisiológica especial y que el 50% de las madres no alcanza las cantidades recomendadas de vegetales y, en un porcentaje similar tampoco las de lácteos y pescado”.
La evolución en el consumo de leche y sus derivados experimentó una disminución del 8% entre el año 2000 y el 2008. Esta información contrasta con las conclusiones observadas en el panel de consumo alimentario (FEN, 2012), según el cual este grupo de alimentos representa el 11,7% de la energía obtenida diariamente en la dieta de la población. Ángel Gil incidió en la importancia de las cifras: “La ausencia de cada nutriente tiene unas repercusiones muy concretas, se recomienda que las gestantes ingieran entre 3 y 4 raciones de lácteos al día y que al menos una de ellas sea de leche”. Varela comentó al respecto que: “Muchas mujeres embarazadas recurren a suplementos farmacológicos para alcanzar los niveles de nutrientes recomendados”, y concluyó, “No se dan cuenta de que podrían llegar a estas cantidades de forma natural o a través de alimentos enriquecidos”.
En definitiva, no se trata únicamente de observar el consumo de alimentos, sino de valorar el estado nutricional de las mujeres gestantes. Con el embarazo no se empieza de cero, los hábitos alimenticios tienen consecuencias antes, durante y después de la gestación. Por ello es importante llevar una dieta variada que alcance todo el espectro de nutrientes y tratar de adquirir los niveles favorables de forma natural o con alimentos fortificados, antes de recurrir a los suplementos farmacológicos.