Las redes están llenas de fotos y artículos sobre gatitos. Más allá de la ternura que despiertan, estos animales domésticos también interesan a los investigadores, que estudian su comportamiento desde el prisma de la ciencia.
Desde el cuidado de sus crías, hasta su salud cardiovascular, pasando por cómo logran convencerte de que hagas lo que quieren con un simple ronroneo. El Día Internacional del Gato que se celebra este martes nos sirve de excusa para analizar investigaciones que explican por qué tu mascota se comporta así.
Hipertensión felina, grave y oculta
Si nos adentramos en el organismo descubrimos que los niveles altos de presión arterial que provocan hipertensión no son exclusivos de los humanos. También hay gatos hipertensos. El problema es que muchos pueden no haber sido diagnosticados, sobre todo los jóvenes, pues es una enfermedad asociada a los felinos de más edad.
Como cuenta a EL ESPAÑOL Samantha Taylor, del departamento veterinario de International Cat Care, la causa principal de la hipertensión felina es la enfermedad renal crónica "pero también el hipertiroidismo o puede ser idiopática, sin causa conocida". Su tratamiento se basa en administrar el fármaco amlodipino.
La Sociedad Internacional de Medicina Felina alerta de que las consecuencias de detectarla tarde pueden ser graves, hasta el punto de dañar diferentes órganos de los gatos, como el corazón, el cerebro o los riñones. De hecho, el desprendimiento de retina fruto de un cuadro hipertenso puede desembocar en ceguera irreversible.
En un artículo publicado en la revista Journal of Feline Medicine and Surgery, Taylor y el resto de veterinarios recuerdan que los especialistas no suelen medir la presión sanguínea de los gatos en las consultas de forma rutinaria y que, cuando lo hacen, pueden malinterpretar los resultados por el estrés que sufren los felinos al ver una bata blanca.
Para guiar a los facultativos, el artículo recoge unas pautas elaboradas por un panel internacional de expertos que explican con qué frecuencia controlar la presión sanguínea en función de la edad y el estado de salud del animal, o cuándo hay que emplear una terapia antihipertensiva. Así se evitarán los daños de un diagnóstico tardío.
Las hembras son más diestras
¿Sabes si tu gato es diestro o zurdo? Si es hembra lo más probable es que use más las patas derechas que las izquierdas. Así lo reveló una investigación publicada en la revista Animal Behaviour en la que analizaron los movimientos de cuarenta y cuatro felinos domésticos (Felis silvestris) dentro de sus hogares. Para bajar las escaleras, tocar objetos o buscar comida, las gatas mostraron una mayor tendencia a usar su extremidad derecha, mientras que los gatos utilizaban más la izquierda.
Aunque los científicos no saben muy bien a qué se debe este comportamiento, una posible explicación puede ser hormonal. "Tal vez influye el aumento de testosterona que los machos experimentan justo antes del nacimiento", comenta a este medio Deborah L. Wells, profesora adjunta de la facultad de Psicología de la Universidad de la Reina de Belfast (Reino Unido) y una de las autoras del trabajo.
La causa también podría estar en las diferentes velocidades de procesamiento de la información de los dos hemisferios cerebrales o en tamaños, estructuras y funciones distintas de algunas áreas del cerebro según el sexo.
Lo llamativo es que este sesgo motor no es exclusivo de los gatos. "En 2003 encontramos un patrón similar de la pata en perros. Los machos aprendían a usar más la izquierda, mientras que la hembras empleaban la derecha", afirma Wells.
También descubrieron diferencias en leones marinos de California (EEUU) a la hora de nadar: ellos preferían hacerlo en el sentido de las agujas del reloj y las leonas marinas, al contrario. En primates, hay estudios que apuntan a que los machos son más propensos a utilizar la mano izquierda mientras que ellas prefieren la derecha.
Instinto materno gatuno
Otra faceta en la que los felinos se parecen a nosotros es en la crianza de los retoños. El llanto de un bebé para comunicar a sus padres que empieza a tener hambre es diferente a las lágrimas de cuando le duele algo.
Algo similar ocurre con los gatitos y sus madres han adaptado su comportamiento al timbre de los lamentos. Cuando perciben que son más urgentes, acuden más rápido a interesarse por las crías que cuando consideran que los quejidos no son preocupantes. Una habilidad que han mostrado las gatas, no los gatos.
"Sólo las hembras cuidan a los gatitos", recalca a EL ESPAÑOL Marina Scheumann, investigadora del Instituto de Zoología de la Universidad de Medicina Veterinaria Hannover (Alemania). Según la experta, la menor capacidad de respuesta de los machos a las llamadas de socorro de las crías podría explicarse por la menor relevancia biológica que tienen para ellos estas llamadas.
En una investigación publicada en la revista BMC Evolutionary Biology, Scheumann y otros científicos alemanes descubrieron que las gatas acudían un 10% más rápido cuando escuchaban quejidos grabados de crías que transmitían mucha excitación, en comparación con llamadas menos urgentes. Además, tampoco influía que hubieran sido madres o no: era una habilidad que no estaba relacionada con la experiencia materna.
En el caso de los machos, no acudían más rápido ante los gritos de alarma. Los autores barajan que gatos y gatas procesen lo que escuchan de manera diferente y que incluso sus sistemas auditivos hayan evolucionado de forma distinta para adaptarse o no a estas llamadas.
Por qué te tiene a sus pies
Si tienes gato seguro que eres consciente de que él tiene siempre la sartén por el mango. La ciencia ha descubierto su arma: los ronroneos. Inspirada por los sonidos que su propio felino hacía cada mañana para despertarla, Karen McComb se propuso investigarlo a fondo.
Tras haber estudiado la comunicación vocal en mamíferos como elefantes y leones, la investigadora de la Universidad de Sussex (Reino Unido) analizó los ronroneos de los gatos, en concreto, los que emitían cuando querían algo de sus dueños.
Según la científica, los felinos nos impulsan a llenar sus platos de comida mediante el envío de una señal mixta: un grito urgente y un sonido de maullido incrustado en un ronroneo agradable. En un estudio publicado en la revista Current Biology, McComb y el resto de autores descubrieron que ese maullido incluido en el ronroneo le daba un carácter de urgencia al quejido que el humano atendía con premura.
Los investigadores recalcan que no todos los gatos lo emplean, pero de entre los que sí lo hacen, algunos abusan de él sin pudor. "Creemos que aprenden a exagerarlo dramáticamente cuando resulta eficaz para generar una respuesta de los humanos", señala McComb en una nota de prensa.
Los ancestros orientales
Tengas el felino que tengas, será un descendiente del gato salvaje africano (Felis silvestris lybica), una subespecie silvestre del norte de África y Oriente Próximo. Así lo revela una investigación publicada en la revista Nature Ecology and Evolution. Los paleontólogos y genetistas extrajeron y analizaron el ADN de huesos, dientes, piel y cabellos de más de doscientos felinos hallados en yacimientos arqueológicos de Oriente Próximo, África y Europa. La antigüedad de los restos oscilaba entre los 100 y los 9.000 años.
Los resultados genéticos reflejaron que el antepasado común de todos ellos era el gato salvaje africano. Los autores recuerdan que fue precisamente en Oriente Próximo donde, hace unos 10.000 años, los agricultores empezaron a domesticar a estos felinos salvajes.
"Los gatos probablemente entraron en el nicho ecológico humano atraídos por plagas y alimañas que infestaban los almacenes de grano de los granjeros", indica a este medio Claudio Ottoni, investigador de las universidades KU Leuven (Bélgica) y Oslo (Noruega) y autor principal del estudio.
Las muestras de ADN también mostraron que los gatos con manchas fueron muy poco comunes hasta la Edad Media. En la Antigüedad lo normal era que tuvieran rayas. Pero más allá de eso, los gatos actuales no difieren mucho de sus ancestros. "En términos de morfología del esqueleto y tamaño, no han cambiado mucho con el tiempo", sostiene Ottoni.