Es algo que lleva preocupando mucho tiempo a los ciudadanos, aunque no tanto a los expertos. El cambio de protocolo que llevó a Sanidad -primero en Madrid, ya en toda España- a ordenar que no se hiciera el test del coronavirus Sars CoV-2 a las personas que tenían síntomas leves compatibles con la enfermedad que causa, COVID-19 y sí a las que presentaban estos síntomas pero en formato grave.
Es una medida que, desde el principio, ha chocado a mucha gente, la mayoría pertenecientes al primer grupo de enfermos, a los leves, que exigían la realización de las pruebas sin cumplir los protocolos. El mensaje para ellos desde el Ministerio de Sanidad era que si presentaban síntomas respiratorios -de cualquier gravedad- y pertenecían a una zona con transmisión comunitaria -primero cuatro regiones de Italia, China, Corea del Sur, Irán y Japón y, más tarde, Madrid, La Rioja y dos localidades del País Vasco- podían solicitar el test; si no, debían hacer lo que se hace ante cualquier otra afección respiratoria, desde un catarro fuerte a una gripe estacional: quedarse en casa y acudir al médico si empeoraban.
Los protocolos han ido cambiando según lo ha hecho la prevalencia del coronavirus Sars CoV-2 y, en los últimos días, el mensaje se modificó: la prueba sólo se haría a quien presentara síntomas respiratorios graves. La razón: priorizar la realización de la PCR -la prueba para detectar el virus- a personas más graves o con patologías adicionales.
Pero mientras eso pasaba en España, las noticias informaban de la estrategia de Corea del Sur, donde había habido -y hay- muchísimos casos, pero se había empezado a frenar la curva sin tomar medidas tan drásticas como el estado de alerta sanitaria que se ha declarado en nuestro país. ¿Cuál era el truco de los coreanos? Principalmente, dos.
El primero y más conocido era hacer la prueba a toda persona susceptible de padecer la enfermedad que, en otras palabras y dada la prevalencia de la infección, eran prácticamente todas. Pero como explica a EL ESPAÑOL el neumólogo del Hospital General Universitario Gregorio Marañón Luis Puente, esa no fue la única clave. Al ser una país muy avanzado informáticamente hablando, pudieron acompañar esa trazabilidad de los casos y sus contactos, que se aislaban, de aplicaciones informáticas muy avanzadas. Desde el principio, casi cada coreano podía ver en su móvil cuántos afectados había en su zona y sus posibilidades de adquirir la infección. "Fueron muy hábiles", reconoce el experto.
Otra ventaja del sistema coreano es que al detectarse muchos más casos, por hacerse el test a más personas, el denominador con el que se calcula la tasa de letalidad era mucho más alto y este índice, por lo tanto, bajaba. Es algo que también se sospecha que ocurre en el resto de países, pero no hay forma de comprobarlo por no haberse hecho tantas pruebas.
Este martes, en la rueda de prensa que se celebra ahora en Moncloa todos los días a las 11,30, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón anunciaba que, "en dos o tres días" probablemente se conseguirá que se haga pruebas a todos los sospechosos.
Aunque se trata de una buena noticia, hay quien se pregunta: "¿Y por qué no antes?". Simón ha explicado que tomar esa decisión implica "una logística muy importante" y que, en un momento determinado había una prioridad básica que era poder atender a los casos más graves, por lo que se decidió hacer las pruebas sólo a ellos. En otras palabras: no había logística para hacer pruebas a toda la población -ni a todos los casos leves- y se optó por aplicarla a los más necesitados.
Pero, ¿implicaba algún riesgo para los enfermos leves no hacerse la prueba? La respuesta, sin duda, es no. Se lo decía también Puente a este diario, que confirmaba que esos resultados positivos que se han perdido tenían más valor estadístico que clínico. Si alguien hacía lo habitual -o lo que debería ser habitual- cuando uno se encuentra mal, es decir, no salir de casa, no ir a visitar a ancianos o pacientes inmunodeprimidos, en nada iba a afectar a su salud conocer el resultado de la prueba del Sars CoV-2.
Hubiera servido si, como en Corea, se hubiera podido hacer a toda la población o casi toda, incluyendo aquellos con síntomas tan leves que ni hubiera llamado al médico. Y si se hubiera hecho muy al principio de la epidemia.
Entonces, la pregunta del millón. ¿Por qué hacerlos ahora? Está claro que ahora no va a servir para evitar contagios, porque se ha instado a la población a quedarse en sus casas siempre que pueda. Si no es el caso, y han de ir a trabajar, están más que repetidas las medidas que han de tomar: priorizando la etiqueta respiratoria y las higiénicas. Así, incluso padeciendo COVID-19 sin saberlo no se tendría por qué contagiar a nadie.
La razón última, más allá del valor estadístico ya mencionado, parecer estar en la tranquilidad de los afectados. "No es lo mismo estar en tu casa sabiendo si tienes o no la enfermedad", reconocía Simón, que aseguraba que su plan va a lograr ponerse en marcha "sin mayor problema" y se van a poder seguir así "las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)".
Aunque Simón no lo ha comentado, el anuncio -y la súplica de la OMS- coincide en el tiempo con las salida al mercado de nuevos test genéticos del coronavirus. Este mismo lunes, bioMérieux puso en el mercado un test de detección del coronavirus basado en esta tecnología, que permite procesar hasta 100 muestras de forma simultánea y que es compatible con varios modelos y marcas de análisis microbiológicos disponibles en el sector.