Justo cuando la llegada de las vacunas comenzaba a dejar paso a la esperanza de un fin próximo de la pandemia, Reino Unido hizo sonar todas las alarmas por una nueva modificación del coronavirus que lleva días circulando por el país y causando una "propagación exponencial" del virus.
La preocupación de las autoridades hasta el sábado se centraba en un aumento de casos provocado por las flexibilizaciones del puente que hacía que las regiones llegaran a las puertas de las fiestas navideñas con una situación poco favorable. Desde que el primer ministro británico, Boris Johnson, compareciera para anunciar un endurecimiento de las medidas en su país por la aparición de esta nueva cepa, el miedo ha ido in crescendo.
Los países temen que esta modificación comience a circular sin control y sin el freno de las fronteras, algo que Eduardo López-Collazo, director científico del Instituto de Investigación Hospital Universitario La Paz, da por hecho y, a última hora de la noche del domingo, el Gobierno de Italia confirmaba al informar de, al menos, un caso simialr en el país.
"Considerando que lleva días moviéndose por Reino Unido, lo más probable es que también esté ya en media Europa", afirma. A ello repercute la elevada capacidad de trasmisión que tiene, según informó el equipo científico que asesora al Gobierno británico. Las autoridades parten de la idea de que con este nuevo virus los contagios se producen con mayor rapidez -en concreto, con una transmisión entre un 40 y un 70% superior a la que se conoce hasta el momento-.
Precisamente, fue un aumento de contagios en Londres y en las áreas próximas del sureste del país lo que provocó el cambio brusco en los planes de Johnson. Según los análisis de su gabinete, hasta un 62% de los nuevos contagios registrados en la capital británica responden a la nueva variante, que ya se ha convertido en la dominante.
El peligro de la Navidad
La cepa ha llegado como colofón a una situación que no se vaticinaba favorable. Joan Carles March, médico, investigador del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, explica que se une a un incremento de contagios a causa del pasado puente de la Constitución y a la previsión de que, ante la llegada de la vacuna, los ciudadanos se confíen y bajen la guardia.
"La aparición de una variante tan infecciosa del virus en esta época del año representa una tormenta perfecta para la epidemia y es una pésima noticia para los intentos de controlarla", asegura Paul Hunter, profesor de la Escuela de Medicina de Norwich, Universidad de East Anglia, al Science Media Centre.
En apenas 24 horas desde la comparecencia del premier británico, hasta 13 países anunciaron la cancelación de sus conexiones aéreas y terrestres con la región y la Presidencia del Consejo Europepo -que recae en estos momentos en la Cancillería alemana- convocó una reunión urgente al más alto nivel para este lunes con el fin de coordinar una respuesta comunitaria.
Esa ha sido desde el comienzo la apuesta del Gobierno español. A primera hora de la mañana, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, avanzó que el país había instado a Bruselas a buscar una solución coordinada y, pese a la cascada de cancelaciones de países vecinos, la única medida anunciada fue un refuerzo en los controles de pruebas PCR a los viajeros que procedan de Reino Unido.
Fuentes cercanas a Moncloa confirman que no habrá más movimientos hasta que la Unión Europa mueva ficha, algo que con toda seguridad sucederá este lunes y que podría provocar un nuevo cierre de fronteras y limitaciones de movilidad.
Los expertos coinciden en señalar una única solución para evitar que la llegada de la cepa degenere en un gran problema -que se traduciría, por este orden, en un incremento de contagios, un aumento de la presión hospitaliaria y un alza de las muertes-: evitar los movimientos y, por tanto, eliminar la Navidad.
March aboga por medidas "contundentes y duras". "Si en un festivo normal los contactos se triplican, en Navidad pueden cuatruplicarse o quintuplicarse, lo que conllevaría que los contagios se dispararan y nos situaría en una situación muy complicada", explica.
James Gill, profesor clínico honorario de la Escuela de Medicina de Warwick, asegura que, además de reducir contagios, las restricciones permitirán a los científicos aprender y categorizar la nueva cepa para evitar la repetición de errores que se cometieron en las primeras etapas de la pandemia. Retrasar la introducción de nuevas medidas a la espera de tener más datos sobre esta nueva variante del virus "costará vidas", asegura.