Ya son 166 las hectáreas arrasadas por la lava en su camino desde Cumbre Vieja hasta el mar. Aunque los suelos volcánicos sean fértiles, no hay lugar a engaños: la zona afectada será un erial durante muchos años. El plátano juega un papel vital en la economía del La Palma, ya que supone el 50% de su PIB y el 30% del empleo existente. Buena parte de los más de 5.300 productores de plátano han visto sus tierras aplastadas bajo un infierno de roca fundida estos días. Pero hay una forma de recuperar el terreno perdido y facilitar el regreso de los cultivos en un periodo de tiempo razonable: el traslado de tierra desde otras zonas de la isla.
"La zona de la colada de lava puede quedar protegida, formando parte del parque natural que existe ahora, el de Cumbre Vieja", comenta Luis Jordá, especialista en ingeniería geológica, geotecnia y geofísica aplicada a ingeniería civil. De hecho, la erupción se produjo en pleno parque, creado en 1987 y que actualmente tiene unas 7.500 hectáreas.
Es lo que pasó con el volcán de Teneguía, el último en entrar en erupción hasta este mes. Localizado en el extremo sur de la isla, se declaró espacio protegido también en 1987 (se uniría al parque de Cumbre Vieja en 1994). "Observando lo que ha pasado en este y en el Timanfaya, en Lanzarote, podemos observar qué pasará con la vegetación en donde se sitúa la actual colada de lava".
Jordá explica que el terreno volcánico, por su porosidad, es fértil, "pero a medio o largo plazo. Después de una erupción volcánica no puedes plantar nada, lo primero que aparecerán son líquenes y solo hasta dentro de muchas décadas no se recuperará". Ahora, en la zona aparentemente yerma de La Geria, cerca del Timanfaya, hay vides que, en palabras del investigador del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología Juan Ignacio Padrón, "son pocas pero de alta calidad".
Padrón indica, no obstante, que la recuperación de las tierras depende de la orografía, "del tipo de erupción y de cómo pase el tiempo". Al respecto de Lanzarote, destaca que sus tierras volcánicas no tienen altura y ha permitido, aunque no haya pasado tanto tiempo como en otras regiones del archipiélago, "que se cultiven vides en terreno volcánico".
Por su parte, Mari Cruz Díaz-Álvarez, presidenta de la Asociación Española de Ingenieros Agrónomos, se muestra más escéptica al respecto. "La producción natural del suelo es del 0,6 centímetros por siglo. Para que hubiera una cierta vegetación se necesitarían 10 centímetros. Pero las plataneras probablemente necesitarán más".
Se trata de un proceso, como indicaba Nogales, muy caro. Díaz-Álvarez añade, además, la otra cara: para llevar tierra a un lugar hay que quitarla de otro lado, lo que puede generar problemas precisamente en esa otra zona. Con todo, cree que esa técnica (que se ha utilizado bastante para recuperar terrenos en Chile y Ecuador) solo sería posible en cultivos que generen alta rentabilidad, como las vides de Lanzarote, cuyo vino se puede vender a un precio alto.
Pero la ingeniera y edafóloga apunta otro tipo de alternativas "bajo plástico: no hay ningún impedimento a que se pongan invernaderos". El terreno asolado o amenazado por esta última erupción todavía no se ha conformado de manera definitiva por lo que es pronto para decidir cómo se aprovechará el terreno o qué alternativas se evaluarán para los agricultores que han perdido las cosechas, pero "los ingenieros agrónomos están trabajando codo con codo con la administración canaria para ofrecer soluciones".
Camiones de tierra al rescate
Además, La Palma está formada mayormente por pendientes y laderas, por lo que no es directamente comparable con el ejemplo de Lanzarote. Las economías de las dos islas son distintas, lo que juega un papel esencial en la recuperación del terreno.
Manuel Nogales es el delegado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en La Palma. Coordina los esfuerzos de cerca de la veintena de científicos –"están llegando refuerzos ahora mismo"– alrededor del volcán. "El desarrollo de los cultivos es clave", apunta.
Sobre las posibilidades de recuperación de la tierra para usos agrícolas señala hacia el norte. "Hay que traer camiones con tierra de las partes más fértiles", toneladas transportadas por carretera para poder recuperar el suelo arrasado por la lava. Se trata de la zona más antigua de la isla, "que tiene horizontes de tierra más profundos". Esto es algo que, advierte, es muy caro, por lo que su utilización está restringida a la generación de tejido productivo.
Curiosamente, el uso más popular del transporte de tierra en las Canarias sí tuvo un fin recreativo: Las Teresitas, situada en Santa Cruz de Tenerife, es una playa de arena blanca en una región de arena volcánica negra. El material fue traído en los años 70desde el desierto del Sáhara para ampliar la extensión de la playa original, que recibía el nombre de Las Teresas.
Volviendo a La Palma, el uso de la tierra fertil "serviría para poner plantones, los 'hijos' de las plataneras adultas". Por tanto, hasta que se convierte en un área productiva tardará su tiempo: para que produzcan los primeros frutos suelen tardar unos nueve meses.
Además, si el terreno es un poco inclinado hay que construir de manera escalonada, con muros de piedra que contengan la tierra y que no se pierda en caso de lluvias. "Es un proceso muy costoso desde el punto de vista económico y energético, hay que invertir mucho para recuperar la tierra".
Ecosistemas dañados
Nogales apunta que la erupción del Cumbre Vieja es, "desde el punto social", mucho más dañina que la del Teneguía, que se produjo en una parte de la isla menos poblada. En aquel caso, "al estar muy cerca del mar, no tenía sentido rehabilitar las tierras desde el punto de vista agrícola: al lado había terreno suficiente para cultivar sin que costara tanto esfuerzo".
El científico se muestra prudente y aguarda a que pasen unas semanas para que se aclare el futuro de los terrenos ocupados por la lava, dependiendo de la extensión que haya alcanzado la manga de lava. Si bien advierte de que la recuperación para zona residencial "no es imposible", y de hecho hay ejemplos cercanos en el tiempo como en el caso del volcán de El Hierro, "se trata de una zona de volcanismo activo, con un buen número de conos volcánicos que harán a las autoridades pensárselo dos veces".
La colada de lava ha afectado a tres ecosistemas distintos. El de mayor altura, "donde ha reventado el volcán", está conformado por pinos canarios. El siguiente estrato ha sido una zona intermedia, donde ya empezaba a haber casas y cultivos, "con vegetación de matorral termófilo". Se trata de plantas adaptadas a condiciones semidesérticas, como la lavanda, la jara o la cornicabra.
En la parte más baja se encuentra el cardonal tabaibal, donde se encuentra gran parte de la vegetación endémica de Canarias, como el drago y las plantas de hoja gruesa como los cactus y las suculentas. Según Nogales, la zona atacada por la lava no es de las de mayor biodiversidad de la isla, por lo que desde el punto de vista ecológico no ha habido una gran tragedia.