Ya en los tiempos del Renacimiento, la imaginación sin límites de un referente como Leonardo da Vinci llevó a plantear un modelo de ciudad ideal, ordenada y limpia. Diseñó un sistema para limpiar las calles automáticamente, eliminando las aguas residuales mediante canales subterráneos. No fue hasta el siglo XIX que se introdujo el saneamiento moderno, basado en los sistemas de alcantarillado, contribuyendo así a frenar las enfermedades y permitiendo el desarrollo de las grandes urbes modernas. Ahora el cambio climático supone una amenaza para este vital avance y obliga a potenciar la reutilización del agua para reducir la presión sobre un recurso natural básico para la vida y para toda actividad humana.
Los episodios climáticos extremos, como inundaciones y sequías, y el aumento del nivel del mar que provoca el calentamiento global son un grave riesgo para los elementos de los sistemas de saneamiento (las tuberías, los tanques y las plantas de tratamiento). Eso obliga a dotar a los territorios, urbanos y rurales, de sistemas más resilientes y adaptados a la nueva situación climática.
El 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Saneamiento (o también llamado del Retrete), promovido por Naciones Unidas. Este año la celebración pone el foco en los 3.600 millones de personas en todo el mundo –alrededor de la mitad de la población mundial- que carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura. Más allá de ser un derecho, es necesario que todas las personas de una comunidad dispongan de retretes para proteger su salud de manera transversal. Por eso, agua y saneamiento para todos es el sexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la hoja de ruta mundial para un mundo más justo y sostenible.
Colaboración público-privada para mantener las instalaciones
Aún con niveles altos de desarrollo, España, tiene camino a recorrer en materia de aguas residuales. La Unión Europa indica a sus estados miembros la necesidad de seguir apostando por el tratamiento avanzado en los sistemas de depuración. Ello supone invertir, con un modelo de colaboración público-privada, de manera sostenida en las instalaciones para atender las directivas europeas y para lograr sistemas más resilientes ante el impacto del cambio climático.
Agbar transforma sus depuradoras para regenerar el agua
El grupo Agbar, comprometido con el saneamiento de calidad, tiene en España un total de 793 plantas depuradoras que durante el año 2020 trataron 1.062,9 hectómetros cúbicos de aguas residuales (¡el equivalente a más de 350.000 piscinas olímpicas!). Para hacer frente al desafío climático y hacer más sostenible todo el proceso, el grupo impulsa la evolución de las depuradoras tradicionales en “biofactorías”, un nuevo concepto basado en la economía circular. Estas instalaciones regeneran, mediante sistemas de tratamiento avanzado, toda el agua que tratan, lo que permite su reutilización en nuevos usos, como el riego de zonas verdes o la agricultura. Además, valorizan todos los residuos generados durante la depuración y se autoabastecen de energía.
Este modelo, premiado por Naciones Unidas por su puesta en marcha en Aguas Andinas, empresa del grupo en Chile, se aplica también en diferentes puntos de España, siendo referencia la biofactoría Sur de Granada, gestionada por EMASAGRA, la empresa municipal de abastecimiento y saneamiento de Granada. Otro ejemplo es la biofactoría del Baix Llobregat, en Barcelona, gestionada por Aigües de Barcelona y una de las mayores y más modernas plantas de saneamiento de aguas residuales de Europa. Su capacidad de producción de agua regenerada para distintos usos es de más de 100.000 millones de litros al año, que se puede reutilizar para riego agrícola, servicios municipales y ambientales como la limpieza de calles y la conservación de parques y jardines, o usos industriales. La calidad del agua obtenida es tan alta que se puede infiltrar en el acuífero del Llobregat para hacer frente a episodios de intrusión salina.
En España, que como otros países de la cuenca mediterránea es uno de los más afectados por el estrés hídrico, se reutiliza actualmente menos del 10% del agua tratada (según datos de la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento (AEAS)). A pesar de tener la tasa más alta de Europa, estos índices se sitúan muy por debajo de otras áreas con estrés hídrico como Israel o el estado de California (EE.UU.).
La importancia de no tirar residuos al inodoro
Con motivo del Día Mundial del Saneamiento, es necesario recordar la importancia de no tirar residuos por el inodoro, tales como colillas, aceite, productos para el cuidado personal (toallitas higiénicas, pañales de bebés, bastoncillos de algodón, discos desmaquillantes, tampones, etc.), así como medicamentos, un mal hábito con una costosa factura económica y medioambiental.
Según la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento (AEAS), en una ciudad española de unos 300.000 habitantes se recogen alrededor de 10 kilogramos de estos residuos por persona al año. Estos desperdicios obstruyen las canalizaciones y suponen un sobrecoste total estimado de unos 230 millones de euros al año.
Imaginar la ciudad del futuro pasa por hacer más sostenibles todos los servicios, empezando por algo tan básico como el saneamiento de agua. Leonardo ya lo sabía.