Los dinosaurios levantan pasiones alrededor de todo el mundo y entre personas de todas las edades y eso que jamás hemos visto uno vivo. Los dinosaurios se extinguieron hace 66 millones de años y los primeros homínidos aparecieron hace 10 millones de años. Vamos, que ningún humano ha visto un dinosaurio vivo real, pero eso no impide que tengamos una especie que sea nuestra favorita. Gracias a Parque jurásico o a las ilustraciones de los libros nos hemos formado una imagen muy clara sobre ellos.
Dentro de los dinosaurios, sin duda, el Tyrannosaurus Rex ocupa un lugar muy destacado: de hecho, su propio nombre ya indica que se le considera un rey. Cada vez que aparece en una película se presenta como una temible máquina de matar, pero no todo el mundo le tiene el respeto que se merece —será porque está extinto—. El diminuto tamaño de los brazos comparado con el del resto de su imponente anatomía es motivo de memes y gags en las redes sociales y las comedias.
El porqué de estas ridículas extremidades es una pregunta que a menudo se han hecho los científicos y que, por desgracia, a día de hoy sólo se ha podido responder a través de teorías. De todas formas, este dinosaurio no es el único que desarrolló unas extremidades cortas y, por eso, los científicos suponen que esta característica tiene algunas ventajas evolutivas. Uno de los últimos científicos en aportar una teoría sobre esta incógnita ha sido Kevin Padian, paleontólogo y profesor de Biología Integrativa en la Universidad de California.
Merendola caníbal
La teoría de Padian se ha publicado en la revista científica Acta Palaeontologia Polonica y, según ella, la razón de ser de estos brazos cortos es evitar que sean amputados de un mordisco por otro dinosaurio. Aunque pueda parecer una teoría muy excéntrica, en la actualidad existen reptiles —como los cocodrilos o los caimanes— que se arrancan las extremidades entre ellos sin darse cuenta cuando están devorando a una presa en manada. Así se las gastan en la naturaleza.
Según el paleontólogo, los T-rex podrían cazar en manadas, utilizando sus fauces dentadas como armas. Una vez derribada la víctima, el grupo de dinosaurios se reunirían en torno a ella para disputarse a mordiscos y de manera muy violenta el alimento. En este alboroto es cuando los cocodrilos pueden morder la pata equivocada y terminar mutilando a uno de sus colegas. Los T-rex, por su parte, al tener las extremidades delanteras tan cortas, las tienen más alejadas de los peligrosos dientes de sus compañeros de cacería.
"¿Qué pasaría si un grupo de T-rex convergen en torno a una presa?, ¿qué pasa si uno de los integrantes considera que uno se está acercando demasiado a él? ¡Es posible que le corte un brazo para hacerle retroceder!", reflexiona Padian. "Que los T-rex hayan evolucionado con una reducción de las extremidades anteriores puede tener un beneficio. Además, tampoco utilizaban los brazos para cazar".
Falta de información
Se ha observado que los antepasados de los T-rex tenían los brazos más largos y, debido a que la evolución avanza para que los animales estén mejor adaptados, los científicos ya suponían que la razón de este acortamiento debía ser que supone una ventaja, aunque no estén de acuerdo en cuál. Padian explica que las hipótesis anteriores se centran en por qué se mantiene en esta especie el tamaño reducido de los brazos, pero no responden a por qué se han ido reduciendo con el paso del tiempo.
"Además, las funciones que se han propuesto hasta ahora para las extremidades cortas serían más eficientes si, en realidad, fueran largas", opina Padian. De todas formas, este paleontólogo admite que determinar la razón por la que estas extremidades se acortaron es muy difícil teniendo en cuenta que la especie se extinguió hace tantísimos millones de años. Nos falta mucha información de cómo era realmente el estilo de vida de estas especies y, sin ella, sólo se pueden hacer especulaciones.
Aunque se habían encontrado huesos pertenecientes a esta especie antes, el descubrimiento del Tyrannosaurus Rex se atribuye a Barnum Brown en los primeros años del siglo XX. Este paleontólogo pensó en un primer momento que los huesos encontrados de los brazos de este dinosaurio no pertenecían a esta especie. Un tiranosaurio medía unos 14 metros de largo, su cabeza 1,5 metros y, en cambio, las extremidades anteriores no llegaban a un metro.