El título original del trabajo es: 'Variación Multidecadal de la Rotación del Núcleo Interno Terrestre'. Lo que significa sencillamente que el desfase entre la velocidad de rotación del Núcleo Interno y respecto al conjunto de Manto y Corteza terrestres (que ya se conocía) presenta un ciclo de varias décadas (al parecer setenta años). Al parecer estaban sincronizados en 2009, antes el núcleo iba relativamente más rápido y ahora va más lento. De esta medición los autores sugieren (no demuestran) que podrían darse algunas consecuencias como que los días se acortasen y se produjesen cambios en los campos gravitatorio y magnético de la Tierra.
La confusión procede del título de la nota de prensa que emitió Nature Geoscience (prestigiosa revista en la que se publicó) al presentar el paper: "La rotación del núcleo interno terrestre cambia a lo largo de las décadas y casi se ha detenido". Lo que puede considerarse al menos incorrecto y un tanto provocador, por mucho que en el párrafo dispuesto a continuación intenten arreglarlo diciendo que es efectivamente se dice es que es un fenómeno periódico.
El Núcleo Externo no es, como se dice en varios artículos de prensa, ‘un mar de hierro fundido y otros metales’; lo que se supone (el conocimiento es indirecto, nadie ni nada ha llegado allí salvo las ondas sísmicas) es que se trata de un fluido de muy alta densidad, entre 12,1 y 12,8 g/cm3 (la del agua es 1 g/cm3), por lo que la imagen es poco afortunada. Lo más parecido sería un cubo lleno de mercurio confinado a muy alta presión. No obstante, el hecho de comportarse como un fluido es lo que permite que las velocidades de rotación del Núcleo Interno y el Manto (solidariamente con la Corteza) puedan ser distintas.
[Megatsunami, no. Pero ¿un cráter explosivo en La Palma?]
El Núcleo Interno tiene una densidad ligeramente mayor que la del núcleo externo, del orden de 13 g/cm3; la temperatura es ciertamente semejante a la de la superficie del sol (entre 5100 y 5400 oC), pero lo que realmente condiciona que se mantenga sólido es la extrema presión que soporta: 330 GPa en el borde y 360 GPa en el centro (1 GPa = 10.000 veces la presión normal sobre la superficie de la Tierra). Entre ambas partes del Núcleo la diferencia de densidades hace que se refracten las ondas sísmicas.
Si apareciese una anomalía en la frontera (la supuesta deceleración relativa) entre ambas partes del núcleo podría dar lugar a un cambio en los espectros de las ondas sísmicas recogidos en los sismógrafos. Estos cambios son los que los autores dicen haber detectado en los sismogramas de pares de terremotos (sismos de la misma magnitud y localización) separados en el tiempo, originados en las islas Sandwich del Sur y detectados en Alaska. Las islas están en las antípodas de Alaska y por tanto las primeras ondas sísmicas detectadas deben haber pasado por el núcleo.
Cuando se produce un terremoto de gran magnitud las ondas sísmicas pueden detectarse en cualquier sismógrafo situado en la superficie terrestre, pero lo que se reconoce realmente es el tiempo que han tardado las ondas desde el hipocentro (que puede estar en la corteza o en el manto) hasta el sismógrafo receptor. Es decir, se conoce la velocidad media de cada tipo de ondas y nada más. Por tanto para determinar la trayectoria real entre todas las posibles compatibles con los datos de tales velocidades debe construirse un modelo de trayectoria.
El modelo debe responder a dos cuestiones: -cuál es la situación (profundidad) de las discontinuidades que refractan o reflejan las ondas y –cuál es la densidad del medio atravesado. Es decir, tenemos dos variables y una ecuación, por tanto, la solución está indeterminada. La forma de resolverlo debe hacerse por comparación de los datos obtenidos (velocidades) de la mayor cantidad posible de terremotos y con la mayor cantidad posible de sismógrafos. Esto es lo que ha hecho que el conocimiento del interior de la Tierra haya sido una tarea de muchos años y que, todavía hoy, sigan haciéndose ajustes de precisión a las soluciones aproximativas.
Los autores dicen haber utilizado parejas de sismos que produjeron ondas idénticas. Los movimientos sísmicos son individuales y el hipocentro es único sin que coincida exactamente ‘nunca’ con el de otro posterior o anterior. Pueden no obstante producirse sismos de magnitud semejante con hipocentros muy próximos separados en el tiempo, pero siempre es difícil determinar con precisión los hipocentros y fijar las, indefectiblemente existentes, diferencias de magnitud. Localizar el epicentro de un sismo siempre tiene un cierto margen de error.
Medir directamente la energía liberada (magnitud real) es muy difícil en tierra y prácticamente imposible cuando el epicentro es submarino; normalmente, se calcula también a partir de los espectros de sismógrafos, pero igualmente en este caso supone un margen de error. Así pues considerar un sismo idéntico a otro separado en el tiempo es poco factible, siempre habrá diferencias que van a modificar, sin que se conozca cómo, la progresión de las ondas.
Con los valores calculados en 1996 y confirmados en 2005, una vuelta más del Núcleo Interno cada 900 años, significa que un punto de la circunferencia ecuatorial del mismo recorre en ese tiempo unos 8.030 km (su longitud) más que el punto de la superficie situado en la misma vertical al comienzo de las medidas. Esto supondría una aceleración relativa del Núcleo Interno con relación a la Corteza de unos 9 km/año2 o 0,28 mm/s2, valor pequeño pero no despreciable. Puede entenderse que la rotación del núcleo responde a la original del planeta completo y lo que ocurre es que la Corteza se frena, pero esto significa que los días se alargan.
En todo caso, lo que habría con mayor o menor ritmo es una ralentización de la rotación terrestre y en consecuencia los días deberían alargarse, nunca acortarse. La aseveración "El Campo Magnético es lo que permite la existencia de vida en la Tierra" es sólo una verdad parcial. Es necesario para la existencia de los seres pluricelulares, pero hay vida bacteriana perfectamente viable sin él. Esto es lo que ocurrió en los primeros mil millones de años de existencia del planeta cuando el interior de la Tierra no estaba compartimentado como en la actualidad y, en consecuencia, el Campo Magnético no existía.
Es posible que la Variación de la Rotación del Núcleo Interno Terrestre con relación al Manto y a la Corteza tenga un carácter multidecadal, aunque por los datos aportados no parece estar probado. Pero aunque así fuese, sus efectos en la superficie terrestre tendrían un valor mínimo, no detectable salvo con instrumentos de precisión y en ningún caso influirían en la vida.
*** Carlos Prieto es geólogo.