Más de 2.300 personas han muerto en Turquía y miles han resultado heridas a causa del terremoto que se produjo la pasada madrugada en el sureste de Turquía y que ha sido seguido de numerosas réplicas, algunas de gran magnitud. No es la primera vez que un seísmo provoca tal cantidad de víctimas en el país mediterráneo. En 1999, por ejemplo, otro terremoto de magnitud 7,4 causó la muerte de alrededor de 20.000 personas, y en 1939, otro de escala 7,9 acabó con 32.000 fallecidos.
Pero, ¿por qué un nuevo seísmo en Turquía ha vuelto a causar tantos fallecidos? Lo cierto es que la explicación tiene que ver con dos factores principales. El primero de ellos tiene que ver con la Geología, con el tipo de terremoto que ha tenido lugar; el segundo, con la zona de la catástrofe y las infraestructuras que hay en ellas, que han sido prácticamente arrasadas por los temblores.
Entre las distintas clasificaciones que utilizan los especialistas para categorizar los terremotos podemos encontrar una que los divide entre superficiales, intermedios y profundos. Los terremotos profundos son aquellos que suceden a más de 300 kilómetros de profundidad y son apenas perceptibles. Los intermedios suceden entre los 70 y los 300 kilómetros de profundidad. Así, los superficiales se producen a una profundidad de entre 10 y 25 kilómetros y son los más destructivos.
[Más de 2.300 muertos y 11.000 heridos en Turquía y Siria por un terremoto de magnitud 7,8]
El hipocentro del terremoto de Turquía, con una magnitud de 7,8, se ha situado a unos 17 kilómetros de profundidad. "Se trata de una profundidad relativamente reducida para un seísmo de tal magnitud. en general, cuanto menor es la profundidad, mayores son las intensidades con las que se percibe en superficie y, por tanto, sus efectos sobre la población", explica Galderic Lastras a SMC España, del departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la Universidad de Barcelona.
El potencial destructor del seísmo se ha visto amplificado por su geolocalización. La zona de Gaziantep se encuentra situada en un límite de placas, entre la placa Arábica y la placa de Anatolia. En esta zona, la acumulación de esfuerzos por la fricción de ambas placas se libera en forma de terremotos.
Infraestructuras vulnerables
"La magnitud del sismo de Turquía y su foco superficial, unos 17 kilómetros, implican un gran potencial destructor", subraya por su parte Elisa Buforn, catedrática de Geofísica y Meteorología de la Universidad Complutense de Madrid. Salvando las distancias, el terremoto que asoló Lorca en 2011 ocurrió a tan sólo 1.000 metros de profundidad.
Sin embargo, la profundidad no es el único factor que determina el potencial destructor de un seísmo. Los daños que se producen en una zona también dependen de la vulnerabilidad de los elementos que se exponen a los temblores, desde la población a las infraestructuras pasando por edificios y obras arquitectónicas de todo tipo.
"En esta zona geográfica fronteriza, que ya de por sí tiene una alta probabilidad de terremotos de gran magnitud a los que sus habitantes viven expuestos, existen diversos factores que agudizan la vulnerabilidad, como es la presencia de población añadida desplazada por la guerra en Siria, que vive en construcciones poco seguras y con enormes dificultades para cubrir sus necesidades más básicas. Muy a menudo, los conflictos bélicos con desplazamiento de población incrementan el riesgo frente a desastres naturales, y, por desgracia, este es un claro ejemplo", sentencia Galderic Lastras a SMC España.
Es lo que sucedió, por ejemplo, en el terremoto que se registró el 12 de enero de 2010 en Haití, que con una magnitud de 7,3 grados y una profundidad de 10 kilómetros causó la muerte de más de 220.000 personas y dejó más de 300.000 heridos. El terrible terremoto, el mayor en la región en los últimos 200 años, dejó a más de 1,5 millones de personas sin hogar y provocó una gran crisis humanitaria. A falta de saber cuáles serán las cifras oficiales de fallecidos y heridos en Turquía, las perspectivas tampoco son nada halagüeñas.