Con el auge de internet, a las revistas científicas en papel les han surgido competidores elefantiásicos.

Con el auge de internet, a las revistas científicas en papel les han surgido competidores elefantiásicos.

Ciencia

El coste de la 'mala ciencia' española: 12 millones a la basura al caer la segunda mayor revista científica

Más de 80 revistas quedan fuera del sistema de evaluación mundial de la calidad científica. España estaba sobrerrepresentada en las mismas.

12 abril, 2023 03:03

La segunda mayor revista científica del mundo por tamaño –16.889 artículos solo en 2022– ha quedado fuera del catálogo por el que se guían las instituciones de todo el planeta para establecer la calidad en la ciencia. Y la academia española está especialmente representada en ella.

Clarivate, consultora responsable de la base de datos de referencia mundial Web of Science, anunció el pasado 20 de marzo que iba a expulsar de su listado a 82 revistas, entre ellas, International Journal of Environmental Research and Public Health, conocida con el acrónimo IJERPH. Es la mayor 'limpieza' de su historia, y esto tiene consecuencias inmediatas para multitud de universidades e investigadores españoles.

Unos autores han cuantificado en 12 millones de euros lo invertido por la ciencia española en esta revista que, tras su expulsión del catálogo de Web of Science, deja poco menos que en papel mojado todo lo publicado allí

El mundo de la publicación científica se estructura a través del llamado factor de impacto. Se refiere al número medio de citas que ha obtenido cada artículo de una revista en un periodo de tiempo determinado. Cuanto más citado es un artículo en otros estudios, más importante se considera. Si una revista, por tanto, tiene un alto factor de impacto, quiere decir que lo que se publica allí es de alta calidad.

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Por ejemplo, durante la pandemia, la revista The Lancet, un clásico de la literatura médica, se alzó con el mayor factor de impacto, superando a gigantes como Nature o Science: las investigaciones publicadas allí han sido una referencia absoluta en estos años. Estudios sobre las vacunas, la efectividad de las mascarillas, la inmunidad de grupo, nuevos tratamientos, etc. lograban un amplio eco en sus páginas (de papel o LCD).

Evidentemente, a las editoriales que publican estas revistas les interesan tener un factor de impacto alto para poder vender suscripciones. Por eso, las más prestigiosas solo admiten estudios de gran calidad y que supongan un auténtico avance. Publicar en Nature o en Science ya implica, antes de leer el artículo, que va a ser importante.

Uno de los criterios que suelen poner los financiadores de la ciencia es mirar estas credenciales en el investigador o su grupo: cuanto más han publicado en revistas de alto impacto, más puntos tendrán para conseguir la financiación.

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No solamente la financiación: para optar a una plaza de profesor en la Universidad española, la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) exige publicar en revistas con cierto factor de impacto. Esto supone una dificultad para que ciertas profesiones puedan entrar en las facultades; por ejemplo, los médicos de familia, cuyas revistas científicas no suelen encontrarse entre las más citadas. De esta forma, es más probable tener a un cardiólogo hablando de atención primaria en la Universidad que a un médico de familia.

En esta tesitura aparecen las mega-revistas (conocidas por su nombre inglés mega-journals). Con internet, las limitaciones de espacio de las revistas tradicionales desaparecen. Además, para fomentar su atractivo, estas revistas suelen ser de acceso gratuito. ¿La contrapartida? Que son los propios autores los que tienen que pagar por publicar, y la tasa no es barata: IJERPH cobra algo más de 2.000 euros, aunque suele haber algunos descuentos.

Por eso, Ángel Delgado y Rafael Repiso, documentalistas de las universidades Pablo de Olavide y de Málaga, respectivamente, han estimado un coste medio por artículo publicado de 1.800 euros. En total, 12 millones por los 7.011 artículos publicados en las revistas retiradas ahora a lo largo del último lustro, 5.437 solo en IJERPH. La producción española suponía el 3,5% del total de las revistas caídas en desgracia: Web of Science ha eliminado su factor de impacto, reduciéndolas a la categoría de irrelevancia. En consecuencia, nada de lo publicado allí servirá para justificar una beca, la financiación de un proyecto competitivo o una plaza en la universidad.

La ciencia española, sobrerrepresentada

La ciencia española es una de las principales damnificadas. MDPI, la editorial responsable de IJERPH, fue la segunda en que más autores españoles publicaron en 2021. La ciencia española está sobrerrepresentada en estas revistas: a nivel de producción, nuestro país se situó en el número 11 mundial es 2021, pero para las editoras de mega-journals sube puestos: cuarto lugar en MDPI y sexto en Frontiers, otro grupo que ha pasado de tener cierto prestigio a estar bajo sospecha de malas prácticas editoriales.

Delgado y Repiso han analizado las consecuencias de la retirada de estas 82 revistas para la ciencia española. "Esta expulsión de revistas pone de manifiesto que algo huele a podrido en la academia española y que esta fetidez, que muchos llevamos años denunciando, la están percibiendo fuera de nuestras fronteras", señalan en el artículo.

En conversación con EL ESPAÑOL, matizan sus palabras. "Las políticas científicas españolas priorizan la publicación en revistas internacionales para evitar uno de los mayores males de la universidad española, que es la publicación endogámica, y, sin embargo, estas revistas enmascaran chiringuitos donde los editores publican sus artículos a los de sus amigos".

Publicar en un mega-journal no es malo per se. "Hay publicaciones que hacen un trabajo excelente; de hecho, la mayoría lo hacen", matizan. El problema viene cuando el sistema de publicaciones científicas se instrumentaliza para obtener un beneficio más allá de la calidad de lo publicado.

IJERPH ya estaba bajo sospecha por su agresiva estrategia de crecimiento, invitando a ciertos investigadores a coordinar números monográficos donde solían incluir una gran cantidad de estudios realizados desde sus propios departamentos. De esta forma lograba realimentarse a base de autocitas o referencias provenientes de colegas, en lo que alguno ha llamado "una estafa piramidal".

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Además, la alta cantidad de artículos publicados hacía temer que los criterios de revisión por expertos independientes o 'peer review', un criterio básico en el mundo científico, fueran cuando menos laxos, lo que posibilitaba la entrada de los llamados 'paper mills', literalmente, fábricas de papel: organizaciones oscuras que venden artículos científicos al peso a quien los necesite.

Estos artículos, ni que decir tiene, no tienen ningún valor científico. La inteligencia artificial ha posibilitado la elaboración de estos pseudo-estudios a velocidades de relámpago. Así, por un módico precio, un investigador puede aumentar su valor publicando un gran número de estudios, aumentando sus méritos. Y además lo hace en una revista como IJERPH, con un factor de impacto notable.

Por eso, la amplia representación española en estas revistas hace levantar sospechas sobre la verdadera calidad de la investigación que se está realizando, en general, en nuestro país.

Delgado y Repiso ponen de ejemplo otra revista de MDPI, Sustainability. Hace dos años realizaron un estudio de lo publicado allí por autores españoles: "Lo que encontramos era del todo irregular".

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En primer lugar, se publicaban artículos que no tenían que ver con la sostenibilidad. "El 43% nada tenía que ver con el tema de la revista, por ejemplo, sobre artes marciales".

Además, la mayor parte de lo publicado por autores españoles se enmarcaba dentro de monográficos: un 86% del total. El 63%, además, era en números temáticos editados por autores españoles.

"Es curioso que uno percibe que estos trabajos publicados en estas revistas son internacionales y, a poco que profundiza, se da cuenta de que muchos están editados en monográficos de colegas o incluso de compañeros de departamento".

Universidades pequeñas, las más damnificadas

En su análisis, estos autores concluyen que son las universidades pequeñas y privadas las que más publicaban en estas revistas, posiblemente movidas por esta necesidad de "publicar o perecer". Las grandes no suelen verse tan afectadas, aunque notablemente aparecen ahí la Universidad de Granada (que estiman que ha invertido 892.000 euros en publicar en estas revistas) y la de Valencia (que ha invertido 768.000 euros). 

Sin embargo, otras no aparecen, como las públicas catalanas o la Universidad de Navarra. Los autores creen que esto es indicativo de la calidad de la universidad, centros "donde las políticas científicas son claras, eficientes y éticas".

España es el undécimo país del mundo en número de publicaciones. La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología cuantifica en 91.000 los artículos de españoles listados en Web of Science en 2021. ¿Qué pasará ahora que una de las principales receptoras de la ciencia española deja de contar para esta plataforma?

Delgado y Repiso creen que aún es pronto para aventurar las consecuencias. Sin embargo, en su artículo apuntan que "los buenos investigadores que tienen trabajos en estas revistas no tendrán más problema, pues su prestigio no se basa en estos trabajos y este bache se disuelve entre las principales cabeceras".

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El problema viene con aquellos "que tengan que justificar carreras vacías fuera de estas revistas o excesos productivos significativos y que un riguroso examen de sus aportaciones se demuestre que poco o nada han contribuido al avance científico o que la calidad de sus trabajos era deficiente".

¿Y qué pasará con las revistas expulsadas de los rankings de factor de impacto? No es la primera vez que Web of Science se deshace de vacas sagradas, pero sí la vez que ha eliminado más revistas de un plumazo. El futuro de estas revistas, ahora que ya no contabilizan en las mediciones oficiales, es el abismo: el mismo destino vivió Oncotarget, que en 2018 había llegado a publicar 9.000 artículos anuales. En 2022, si bien seguía viva, solo publicó 159. Evidentemente, a ningún investigador le interesa publicar en revistas que sabe que no cuentan de forma oficial.

Delgado y Repiso apuntan al sinsentido del sistema actual de evaluación de méritos científicos, que se pensó "cuando no existían mega-journals. Actualmente, se ve especialmente disparatado aplicar métricas de revistas tradicionales, que tienen una producción de 200 artículos, a monstruos que en algunos casos superan los 20.000".

En su artículo, profundizan en esta lacra. "Urge una reforma de la evaluación científica en España". "No sólo está el prestigio de la ciencia española en juego sino que, como hemos visto, estamos perdiendo millones de euros en pagar por publicar malos trabajos".