La historia de la ciencia no es justa. Si no, que se lo digan a Antonio Meucci: inventó el teléfono en 1854, veinte años antes que Alexander Graham Bell, pero seguramente usted conozca más al segundo que al primero. Algo parecido ha pasado con el gran descubrimiento científico del último siglo, la estructura del ADN, pero científicos e historiadores de la ciencia están tratando de corregirlo.
Esta vez no se trata de patentes, sino de invisibilización del papel de la mujer en la ciencia. Sin la contribución de Rosalind Franklin, la organización en doble hélice de las instrucciones de la vida no se habría descubierto hasta tiempo después.
A pesar de la reivindicación de su figura, la versión oficial le ha otorgado un papel casi accesorio: sus imágenes de la difracción de rayos X al atravesar la molécula fue fundamental para poner a James Watson y Francis Crick, los nombres que alcanzaron la gloria, sobre la pista, pero tuvieron que ser ellos los que desvelaran el secreto pues Franklin no fue consciente del hallazgo.
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Sin embargo, Matthew Cobb, profesor de Zoología en la Universidad de Manchester, y Nathaniel Comfort, profesor de Historia de la Medicina en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, han echado por tierra esa extendida concepción.
Ha sido precisamente uno de los protagonistas los que se han encargado de contarla así. James Watson, en su libro La doble hélice, publicado originalmente en 1968, contaba como Maurice Wilkins, la cuarta pata del hallazgo, les mostró una imagen obtenida por Franklin y un alumno suyo, Raymond Gosling, a espaldas de ambos.
Esa imagen, conocida para la eternidad como Fotografía 51, fue la que convenció a Watson de que las ideas de Crick sobre una organización en doble hélice del ADN iban en buen camino. Wilkins se la mostró al inicio de 1953, y dos meses después el dúo tenía un modelo completo de la molécula de la vida.
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El hallazgo se publicó en la revista Nature el 25 de abril de 1953. Era un artículo de una sola página, acompañado de otros dos de Wilkins y Franklin, más extensos. Watson, Crick y Wilkins obtendrían el Premio Nobel de Medicina en 1962. Cuatro años antes, Rosalind Franklin había muerto de un cáncer de ovario a la edad de 37 años.
"Pero la narrativa de Watson contiene una presunción absurda", afirman Cobb y Comfort en un artículo en Nature que se publica este martes. Implica que Franklin, que era una química experimentada, no pudo entender sus propios datos, mientras que él, un novato en cristalografía, lo comprendió en seguida".
Esta idea la corroboraron al bucear en los archivos de Franklin para las biografías que están escribiendo de Watson (Nathaniel Comfort) y Crick (Matthew Cobb). Una carta "pasada por alto" enviada por una investigadora del laboratorio de Franklin a Francis Crick y un artículo no publicado en la revista Time dan cuenta de que Franklin no solo fue un eslabón de la cadena sino que era consciente del hallazgo.
La misiva invitaba a Crick a una conversación con Franklin en enero de 1953. En ella, la autora, Pauline Cowan, da a entender que el supervisor de Crick ya había compartido con él los conocimientos del laboratorio de Franklin –en el King' College de Londres; Watson y Crick trabajaban en Cavendish, en Cambridge– como parte de un "intercambio científico informal".
Franklin no fue una "víctima"
El artículo no publicado (no se sabe por qué) había sido escrito poco después del hallazgo, cuando muy pocos eran todavía conscientes del alcance. La periodista, Joan Bruce, apuntaba que el descubrimiento de la doble hélice había sido producto de la interacción entre el equipo de Watson y Crick, que tenían la ventaja teórica, y el de Wilkins y Franklin, que trabajaban en los datos cruciales para marcar el camino.
James Watson siempre ha contado que Franklin no era consciente de la importancia de esa Fotografía 51 y que había desechado la idea de que el ADN se organizaba en hélice, pero los autores del artículo advierten de que es imposible que una única foto les pusiera sobre la pista de la estructura y que las notas de Franklin indican que esta había aceptado el camino helicoidal ya en febrero de 1953. El resto es historia.
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Rosalind Franklin "merece ser recordada no como una víctima de la doble hélice sino como una contribuidora por igual a solucionar la estructura", concluyen Cobb y Comfort.
El genetista del CSIC Lluís Montoliú opina a EL ESPAÑOL que este artículo es un paso más en la reivindicación de la contribución de Franklin al hallazgo del siglo, oscurecida durante años.
"Que Rosalind Franklin no solo era una investigadora técnica aplicada, capaz de tomar fotografías de difracción de rayos X sorprendentes, sino que era naturalmente capaz de interpretarlas, intuyendo la estructura helicoidal del ADN y debiendo por ello ser reconocida como codescubridora de su estructura, la devuelve al lugar que le corresponde en la historia", afirma. "No fue una pareja sino un trío quien descubrió la estructura del ADN".