Nota mental: quién no ha pensado alguna vez en lo útil que sería un aparato que registrara nuestros pensamientos e ideas y los plasmara en un texto listo para aprovecharse al momento. Un equipo de investigadores de la Universidad de Texas lo ha logrado sin necesidad de utilizar implantes cerebrales que lean los impulsos neuronales.
El avance ha sido publicado este lunes en Nature Neuroscience. No se trata de una transcripción literal de los pensamientos sino de la captación del sentido de lo pensado e interpretación utilizando una herramienta de inteligencia artificial a la que han llamado 'descodificador semántico', similar al modelo utilizado por el famoso ChatGPT.
Lo han conseguido mediante una resonancia magnética. Los participantes en el estudio estuvieron tumbados dentro del escáner escuchando podcasts durante unas 15 horas para entrenar a la inteligencia artificial.
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Posteriormente, y en la misma máquina de resonancia, les mostraron cuatro vídeos. El descodificador semántico fue capaz de producir una descripción ajustada a la historia que el voluntario veía o se imaginaba contando durante aproximadamente la mitad del tiempo total del experimento.
Por ejemplo, la frase "no sabía si gritar, llorar o huir. En lugar de eso, dije '¡déjame en paz!'" fue traducida como "empezó gritar y llorar, y entonces ella simplemente dijo 'te dije que me dejaras en paz'".
Otro ejemplo más: una participante escuchó a una persona decir "no tengo todavía carné de conducir", pensamiento que fue trasladado al texto como "ella no había empezado todavía a aprender a conducir".
Hasta ahora, los métodos no invasivos de lectura cerebral habían sido capaces de transcribir palabras sueltas o frases, generalmente elegidas de un listado acordado previamente. Igualmente, un equipo de la Universidad de Osaka fue capaz de reconstruir imágenes pensadas por voluntarios.
Sin embargo, el avance anunciado este lunes es un paso firme hacia la aplicación práctica de estas herramientas que hasta hace poco parecían estar circunscritas únicamente a la ciencia ficción. De hecho, los autores apuntan que sería posible replicar esta experiencia con escáneres portátiles –un equipo de resonancia magnética ocupa una habitación– como la espectroscopia funcional de infrarrojo cercano.
El equipo de la Universidad de Texas, liderado por el estudiante doctoral de Neurociencia Computacional Jerry Tang y el profesor auxiliar de Neurociencia y Ciencia Computacional Alex Huth, apunta su aplicación práctica en personas que son conscientes mentalmente pero que están incapacitadas para hablar, como personas que pueden haber pasado por un ictus.
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En declaraciones al Science Media Centre, David Rodríguez-Arias Vailhen, subdirector de FiloLab y profesor de Bioética en la Universidad de Granada, señala que estos hallazgos "van más allá de lo conseguido hasta el momento por las BCIs [brain-computer interface o interfaz cerebro-ordenador], que ya habían logrado traducciones mucho más rudimentarias del pensamiento".
"Filosóficamente hablando", continúa, "los hallazgos suponen una posible vía para superar la perplejidad que nos crea la transformación de la anatomía y fisiología cerebral en símbolo y pensamiento: para comprender la emergencia de la mente (que no es solo lenguaje)".
¿Leer la mente sin consentimiento?
Sin embargo, advierte del potencial perjuicio de una herramienta tan poderosa, capaz de leer la mente 'a distancia'. "Nuestra mente ha sido guardiana de nuestra intimidad. Podemos guardarnos celosamente ciertos pensamientos, los más inconfesables, si así lo queremos. Este hallazgo podría ser el primer paso para que en el futuro esa libertad se viera comprometida".
Los autores han tenido en cuenta esta grave alarma ética y aseguran que la inteligencia artificial solo funciona en las personas que la han entrenado conscientemente y, lo más importante, están dispuestas a que el descodificador semántico les lea el pensamiento.
Así, Jerry Tang ha aclarado que "nos tomamos muy en serio las preocupaciones de que podría usarse con malas intenciones y hemos trabajado para evitarlo. Queremos asegurarnos de que la gente solo usa este tipo de tecnologías cuando quieren".
Por ejemplo, la inteligencia artificial –que ya tiene depositada una solicitud de patente– era incapaz de traducir los pensamientos de la persona si esta se ponía a pensar en animales o en contar su propia historia, diferente a la que estaba escuchando.
Con todo, los autores señalan que es importante ser proactivos y diseñar políticas que protegen a las personas y su privacidad "mientras la tecnología está en un estadio tan temprano". Tang también apunta que "regular para qué pueden usarse estas tecnologías es también muy importante".