Tendemos a pensar que nuestra memoria es como una especie de archivo audiovisual inalterado. Sin embargo, la ciencia ha ido demostrando que la fiabilidad de nuestros recuerdos no nos brinda una imagen inalterada de todo lo vivido. Probablemente, esa forma en la que recuerde haber dado sus primeros pasos o su primer día de guardería nunca fue así.
A la literatura que existe sobre el tema, se le une una nueva investigación que lo prueba. Publicada en la revista Memory y realizada por profesionales del departamento de Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Oslo (Noruega), ha demostrado que enseñar una fotografía trucada con un evento que nunca ocurrió puede ser suficiente para crear un recuerdo falso en una persona.
"Una imagen vale más que mil mentiras", reza con sorna el trabajo, que ha buscado verificar los resultados de una de las investigaciones que lo inició todo y que, precisamente, se titulaba así. Publicada en 2002, lo que hizo fue enseñar a una muestra de 20 sujetos varias imágenes de su infancia. Entre todas, había una trucada, una en la que se veía al participante disfrutar de pequeño en un paseo en globo aerostático. El 50% de ellos afirmó recordar perfectamente ese día, a pesar de no haberlo vivido nunca.
En el estudio actual, se siguió exactamente el mismo procedimiento, pero cambiando la fotografía del globo por una en barco vikingo, lo cual encaja con la cultura del país donde se ha llevado a cabo. En este caso, el 40% atestiguó tener recuerdos de ese día. "Los participantes que confirmaron el recuerdo falso dieron detalles coherentes del viaje en barco vikingo que no se mostraban en la fotografía", comentan con sorpresa los autores.
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El porcentaje que han obtenido es el mismo que el de un estudio publicado en 2018 en Psychological Science. En este caso, la muestra era muchísimo más grande, con 6.641 encuestados, y la metodología muy distinta. Se pidió a todos los participantes que describieran cuál era su primer recuerdo y qué edad tenían en aquel momento. El 40% dató que fue a los dos años o menos, algo que los investigadores tacharon de "muy improbable", dado que la evidencia cifra ese momento a partir del tercer año de vida.
La sustancia blanca, implicada
"Esos recuerdos tan improbablemente tempranos pueden estar producidos por una experiencia derivada de una fotografía o de una historia familiar, por ejemplo: 'lo único que querías era andar'", razonan los académicos. Es decir, las personas, en base a una historia que les han contado o de ver una imagen suya —esta vez sí que real—, son capaces de crear algo que nunca sucedió.
La pregunta es: por qué unos son más susceptibles a generar falsos recuerdos que otros. Según apunta una investigación de The Journal of Neuroscience, todos podemos generar falsos recuerdos, sobre todo, de la infancia, ya que el cerebro tiende a rellenar agujeros que quedan en nuestros recuerdos reales. Nadie está libre de ser traicionado por su propia memoria.
Sin embargo, gracias a una técnica de diagnóstico denominada Difusión Tensor Imaging —algo así como una resonancia magnética—, el trabajo descubrió que las diferencias entre personas se deben a la sustancia blanca cerebral, configurada principalmente por axones, encargados, entre otras cosas, de la comunicación entre neuronas.
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Se vio que los recuerdos reales se conservan gracias a la actividad de la sustancia blanca que conecta las zonas del hipocampo y el parahipocampo, pero para hacerlo se necesita que los axones funcionen a la perfección. Es decir, las personas con un sistema de axones mejor unido tenderán menos a los recuerdos falsos. Siguiendo con el símil anterior, sus cerebros no tienen tanta necesidad de rellenar agujeros.
El descubrimiento de esta técnica de imagen cerebral es todo un hallazgo por las implicaciones que se pueden sacar de él. No sólo desde el punto de vista científico, también para uno en el que los falsos recuerdos han jugado varias malas pasadas, el judicial.
Testimonios equivocados
No se puede hablar de esto sin nombrar a Elizabeth Loftus, psicóloga e investigadora de la memoria. En su famosa Ted Talk pronunció una de sus citas más famosas: "Tu memoria se parece a un artículo de Wikipedia, tú la puedes modificar y los demás también".
Loftus es una defensora ferviente de que no se puede juzgar a una persona con testimonios basados únicamente en el recuerdo, pues su trabajo, que ha inspirado la mayoría de los aquí enumerados, ha demostrado que se pueden alterar con facilidad. A modo de anécdota, en una de sus investigaciones hizo creer a los participantes que de pequeños habían ido a Disneyland y habían tenido una mala experiencia con Pluto. Algunos, incluso, dijeron que el personaje les había lamido las orejas, algo que la académica asocia a que era lo que el perro hacía en los dibujos animados.
También ha desmontado mitos sobre recuerdos reprimidos, un tema del que se ha hecho EL ESPAÑOL por la implicación que puede llegar a tener en temas tan serios como las falsas acusaciones de abusos en la infancia. Profesionales denuncian así la mala praxis de algunos 'terapeutas' que afirman que pueden desbloquear traumas olvidados de la infancia.
"Lo normal es que [el trauma] dé lugar no a una memoria reprimida sino a una muy vívida, que no quiere decir que sea exacta pero sí tendemos a recordar mucho más, hasta el punto de generar trastorno por estrés postraumático: no podemos dejar de recordar", aclaraba al respecto Antonio L. Manzanero, profesor del Departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia de la Universidad Complutense.
Reafirmando todo lo dicho, según este profesional, las falsas memorias son normales y forman parte del funcionamiento normal de la memoria. El problema deriva cuando puede perjudicar, como en el caso anterior, a terceras personas. A partir de ahora, con los recuerdos hay que ir con el mismo cuidado que con Wikipedia, nunca se sabe cuándo se han podido modificar.