El sueño de una noche de verano para Faustino Organero fue dar forma a su propio observatorio astronómico después de fabricar un telescopio "con piezas que salieron de la chatarrería del pueblo de al lado". 24 años más tarde ese sueño, una "locura quijotesca" calificada así por su promotor, se ha convertido en uno de los espacios de observación, divulgación e investigación de referencia, no solo en Castilla-La Mancha, sino en todo el país.
Lo que durante muchos años fue un hobby, hoy se ha convertido en toda una aventura profesional para un grupo de aficionados a la astronomía que ha fijado en un antiguo terreno de la famila de Faustino su cuartel general, el cual nutren y amplían con sus propias manos. Todos los materiales que se utilizan allí para observar el cielo han sido creados de forma minuciosamente artesanal, combinando la física y la tecnología con los conocimientos de albañilería para dar forma a telescopios, antenas y radares que hoy sirven, por ejemplo, al Instituto Astronómico de Andalucía para sus tareas investigadoras.
"Todos estos años de capacitación, aprendizaje y desarrollo tecnológico han hecho que tengamos la capacidad de construir equipamiento científico, telescopios y otros instrumentos para la observación astronómica", reconoce el propio Faustino, mientras señala el taller de fabricación de telescopios que tienen situado a las espaldas de su modesta sala de control, taller que fue el germen de todo lo que hoy es este observatorio artesanal donde se trabaja con espejos y estructuras moldeadas a mano.
Allí, rodeados de ordenadores, piezas y diferentes lentes, pasan las horas -nocturnas, claro- mientras dan forma a un nuevo proyecto. Calculan por dónde se verá la Estación Espacial Internacional durante unos segundos y organizan actividades de divulgación científica de cara a uno de los eventos astronómicos más pop de los últimos años: las Perseidas o lágrimas de San Lorenzo que se verán en su máximo explendor en los próximos días.
El reto para este observatorio que en 2007 se convirtió ya en Fundación AstroHita, es aprovechar la oportunidad que ofrecen los eventos astronómicos como esta famosa lluvia de estrellas, los eclipses o el avistamiento de bólidos o estrellas fugaces, también "para conectar la astronomía al público". Así lo cuenta Leonor Ana, encargada de formación y divulgación en este observatorio en el que trabaja desde hace casi dos décadas.
De esta forma consiguen "acercar a la gente a que pueda de alguna manera conocer este fascinante mundo de la astronomía", sostiene Leonor. Su pasión por el cielo y todo lo que ofrece una vez cae el sol, hace que cada año sean miles las personas que se acercan a las instalaciones de esta 'isla astronómica', situadas en mitad de la llanura manchega, a disfrutar de las diferentes actividades de divulgación que celebran para todos los públicos semana tras semana. Y ya tienen un "lleno absoluto" para los días en los que se podrá ir a ver, tumbona y refresco en mano, las Perseidas y disfrutar de un rato astronómico mirando hacia el cielo para contemplar la 'lluvia de estrellas'.
De amateur a profesional
En 'La Hita', una vez cae la noche, toda la tecnología se pone a funcionar. En los flancos del observatorio, diferentes cámaras apuntan al horizonte, antenas y satélites están colocados estratégicamente para mandar y recibir información e, incluso, para conseguir conexión estable a internet por una señal inalámbrica rebotada desde el pueblo. Y las cúpulas que atesoran los telescopios artesanales, dan paso a la observación del cielo.
Nando Fonseca observa el T77 como si fuera un juguete que ha construido con sus manos. Y no deja de serlo en cierto modo, ya que este aparato, la "joya de la corona", se puede maniobrar incluso con un mando de videoconsola. Fonseca se unió a esta aventura en 2007, cuando el telescopio ya había sido construido, pero él ha trabajado durante todos estos años en su perfeccionamiento "para que sea mucho más fino a la hora de seguir sus objetivos, entre los que están analizar los planetas enanos y otros cuerpos del cinturón de Kuiper".
Todos ellos han conseguido que lo que en unos inicios fuera un mero entretenimiento, ahora se haya convertido en una actividad profesional de apoyo al mundo investigador y académico. A toda esta evolución, tanto en el observatorio como en los conocimientos de cada miembro de este pequeño equipo, hay que sumarle un ingrediente más, la demostración puramente empírica de que "con pocos recursos las cosas también se pueden sacar adelante", tal y como subraya Faustino. Prueba de ello son las cúpulas, aparataje, aulas y, por supuesto, telescopios que han conseguido construir de la forma más artesanal posible.
El cielo oscuro, un patrimonio en riesgo
Pero, ¿de qué vale un observatorio si lo que se pretende observar no es fácilmente observable -valga la redundancia-?
En mitad de la conversación con los tres miembros 'permanentes' del equipo de AstroHita, es inevitable que salga el tema del 'cielo limpio'. "Es fundamental tener un 'cielo límpio' en lo relativo a la iluminación artificial", confiesa Leonor Ana. "Es como tener sucias las ventanas de casa, llega un momento que no ves a través de ellas". Con este ejemplo, recalcan la importancia de algo tan sencillo pero, a la par, tan difícil de conseguir: que el cielo nocturno pueda ser más oscuro.
Lo cierto es que este espacio situado en mitad de La Mancha, alejado de los núcleos de población más cercanos, es un lugar idóneo para la contemplación y estudio de los astros, aunque todos en este observatorio coinciden en que una de sus máximas es seguir concienciando "sobre el grave problema que es la contaminación lumínica", tal y como sentencia la propia Leonor.
Los cambios en la iluminación de los núcleos de población han hecho que la energía sea más eficiente pero no han evitado que los índices de contaminación lumínica sigan en unos niveles preocupantes. Todo esto hace pensar que, en unos años, ese patrimonio universal que es el cielo nocturno sea aún más difícil de ver. Los grandes focos de luz que se proyectan vertical e indirectamente hacia la cúpula estelar, sobre todo en las ciudades, hacen que se puedan observar cada vez menos estrellas en el horizonte.
¿Cómo será el cielo que 'heredarán' las próximas generaciones? Un cielo cada vez menos oscuro sobre las grandes urbes en el que "no se podrá conocer la Vía Láctea o el cielo estrellado como muchos de nosotros sí lo hemos vivido", diagnostica la propia Leonor, quien pide más concienciación a visitantes, pero también instituciones, ante un problema no lo suficiente visibilizado.
Pese a que el turismo estelar cada vez goza de una mayor popularidad, como también han podido comprobar en esta 'Galia astronómica' situada en mitad de La Mancha, sus habitantes continúan su particular 'lucha quijotesca' para mantener un cielo limpio al que seguirán nutriendo con sus telescopios, su conocimiento y la divulgación científica a la que están acostumbrados desde sus inicios.