Tres equipos de investigación independientes estaban buscando los factores que se encuentran detrás de otras tantas estrategias de rejuvenecimiento físico y cognitivo y, en una de esas carambolas del azar que hacen progresar la ciencia, llegaron al mismo 'santo grial': una humilde proteína llamada PF4 que funciona como factor de coagulación de la sangre.
Tal fue el grado de coincidencia que los equipos acordaron publicar sus resultados al mismo tiempo. Así, los tres estudios aparecen en tres revistas del grupo Nature este miércoles.
El primer estudio parte de un hecho conocido: al trasfundir a ratones viejos sangre de ratones más jóvenes, aquellos mejoran su estado físico y su capacidad cognitiva. Salud Villeda, el autor principal, lo había demostrado ya hace diez años conectando el sistema circulatorio de dos roedores.
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Como conectar los sistemas circulatorios de dos individuos no es una estrategia muy deseable de rejuvenecimiento –más allá de las leyendas urbanas de ultramillonarios–, Villeda, que es director asociado del Instituto Bakar de Investigación sobre el Envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco, se propuso encontrar el elemento que marcaba la diferencia entre el plasma (la sangre sin glóbulos rojos) de ratones jóvenes y el de los viejos.
Esa diferencia la marcaba PF4. Al inyectar este factor plaquetario en ratones viejos, vieron cómo estos desempeñaban mejor tareas relacionadas con la memoria y el aprendizaje. Promovía cambios moleculares relacionados con una mayor plasticidad de las sinapsis (las conexiones entre neuronas) y, además, reducía la inflamación cerebral relacionada con la edad.
"Estamos hablando de tomar ratones de 22 meses de edad, equivalentes a un humano de 70 años, y el PF4 les devuelve a una funcionalidad cercana a un individuo en la treintena tardía o al comienzo de la década de los 40".
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En su artículo, publicado en Nature, concluyen que este factor circulante en la sangre es un "objetivo terapéutico potencial para disminuir la inflamación y rescatar la cognición en edades avanzadas".
El segundo artículo de esta tríada del rejuvenecimiento cerebral se basa en otra estrategia: la proteína klotho, llamada 'proteína de la longevidad' al promover la liberación de hormonas con efector rejuvenecedor en el organismo.
Al igual que las transfusiones de plasma, los efectos beneficiosos de klotho se habían demostrado en ratones: la administración de dicha proteína mejoraba marcadores ligados a enfermedades crónicas relacionadas con la edad como la diabetes, la obesidad, la insuficiencia renal o la osteoporosis, además de aumentar su capacidad cognitiva.
Mejora de la función cognitiva
Dena Dubal, directora de la cátedra de Envejecimiento y Enfermedades Neurodegenerativas David A. Coulter de la Universidad de California en San Francisco, también había demostrado el potencial de klotho (llamada así en homenaje a la parca griega que cortaba el hilo del destino de los mortales cuando a estos les llegaba la hora) en macacos rhésus.
Sin embargo, algo no cuadraba. Los beneficios estaba ahí, pero al analizar a los animales, Dubal comprobó que las moléculas de klotho nunca alcanzaban el cerebro. Por tanto, la proteína debía de mediar con otro elemento, y este era PF4.
El artículo ha sido publicado en Nature Aging y da cuenta de sus efectos en el hipocampo, la región del cerebro responsable de crear las memorias, donde aumenta la formación de nuevas conexiones neuronales. Incluso en cerebros jóvenes es capaz de mejorar la función cognitiva.
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Frente a estas dos intervenciones más o menos invasivas, la última de las estrategias de rejuvenecimiento relacionada con PF4 la puede realizar a partir de ya: ponerse a hacer ejercicio. Efectivamente, el beneficio cognitivo relacionado con la actividad física también está mediado por PF4, como ha demostrado el tercer artículo en discordia, publicado en Nature Communications.
Hay que viajar hasta Australia esta vez para conocer a los investigadores que han llegado a esta conclusión. En la Universidad de Queensland, el equipo de Tara Walker, profesora de Neurociencias, observó que las plaquetas liberaban PF4 al torrente sanguíneo tras el ejercicio.
Aunque la literatura científica que relaciona la actividad física y el retraso de la degeneración cognitiva ha sido puesta en entredicho recientemente, Walker testó PF4 independientemente del ejercicio, mejora en la agudeza cognitiva.
"Cuando nos dimos cuenta de que habíamos encontrado lo mismo de forma independiente y por casualidad, se nos cayó la mandíbula al suelo", ha declarado Dena Dubal, investigadora principal del segundo estudio.
"El hecho de que tres intervenciones separadas converjan en factores plaquetarios resalta de verdad la validez y reproducibilidad de esta biología. El tiempo ha llegado para perseguir a los factores plaquetarios en la salud cerebral y la mejora cognitiva".