Fotograma de 'Megalodón 2'.

Fotograma de 'Megalodón 2'.

Ciencia

El tiburón megalodón no era tan 'mega' como se pensaba… pero sí más largo: el hallazgo científico

Un equipo internacional de científicos ha recompuesto la forma de la mítica bestia marina y concluye que era más delgado de lo que se pensaba.

22 enero, 2024 01:57

Cierto es que no llegaba al tamaño que le ponen en las películas que lo han popularizado, pero el megalodón sigue siendo considerado el depredador más grande de la historia. Ahora, un equipo internacional de científicos ha reevaluado el registro fósil para concluir que era más delgado de lo que se creía y, eso sí, aún más largo.

Aunque hace casi dos siglos que Louis Agassiz, un naturalista suizo, le dio su nombre (y que el abuelo del poeta Antonio Machado encontrara uno de los primeros dientes del animal), la verdad es que de esta criatura marina que aterrorizaba los mares de todo el mundo hasta hace unos 3 millones de años solo se han conservado dientes y vértebras sueltas.

Ha sido al compararlos con los del que se creía su pariente más cercano, el gran tiburón blanco, cuando se ha estimado un tamaño de hasta 20 metros, más largo que un autobús articulado.

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En las reconstrucciones, a esta criatura de tiempo remotos también se le había dado la forma rechoncha del tiburón blanco, frente a la más estilizada de otros tiburones de la familia de los lámnidos.

Sin embargo, un equipo de 26 investigadores procedentes de EEUU, Reino Unido, Austria, Francia, Japón, México, Brasil y Australia ha reexaminado el registro fósil y descubrió que el animal era más esbelto y posiblemente más largo de lo que pensábamos.

"Mientras que determinar una nueva longitud para el megalodón no era el objetivo principal de nuestro estudio", comenta a EL ESPAÑOL el autor principal del trabajo, Phillip Sternes, de la Universidad de California en Riverside, "nuestros resultados sugieren que las estimaciones previas de tamaño fueron probablemente infraestimadas".

En gris oscuro, la forma que se pensaba que tenía hasta ahora. En gris claro, la nueva reconstrucción.

En gris oscuro, la forma que se pensaba que tenía hasta ahora. En gris claro, la nueva reconstrucción. DePaul University/Kenshu Shimada

El paleontólogo explica que los dientes triangulares y serrados del gran tiburón blanco son similares a los del megalodón y, por tanto, era lógico establecer una analogía con esta especie. 

"Además, tanto el gran tiburón blanco como el megalodón son los dos tiburones macrófagos más grandes de su respectivo tiempo, por lo que se asumía que el tiburón blanco sería un buen análogo moderno que utilizar en las estimaciones del megalodón".

Sin embargo, a la luz del re-examen, lo más probable es que la forma del cuerpo sea más parecida a la del marrajo común, también perteneciente a la familia de los lámnidos pero más pequeño y delgado que el tiburón blanco.

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Y mucho más veloz. Este pez que vive en aguas templadas y cálidas (desde el Mediterráneo al Caribe, así como en parte del Pacífico y el Índico) y se alimenta de otros peces, delfines y tortugas es capaz de superar los 120 kilómetros por hora.

Fue al observar las discrepancias entre las distintas estimaciones del tamaño de la criatura basadas en el mismo conjunto de vértebras de un individuo cuando decidieron reconstruir su forma desde un principio, realizando un escáner del esqueleto cartilaginoso del tiburón blanco para establecer una nueva comparación.

"Seguía siendo un depredador gigante", afirma Sternes. "Pero los resultados sugieren fuertemente que el megalodón no era una versión más grande del gran tiburón blanco moderno".

Nueva hipótesis de su extinción

Aunque los autores del artículo son cautos y prefieren no realizar una estimación de su longitud tras este re-examen, explican que la nueva morfología del mayor depredador marino conocido (con permiso de los plesiosaurios) tendría consecuencias en su alimentación, en el ecosistema oceánico y, finalmente, en cómo se pensaba que habría llegado su extinción.

"Como uno de los carnívoros marinos más grandes que han existido nunca", señala el texto, publicado en la revista Palaeontologia Electronica, "entender la biología, evolución y extinción de Otodus megalodon es importante porque tenía un impacto significativo en la ecología y evolución de los ecosistemas marinos que dieron forma a los océanos del presente".

Esta es la idea: un cuerpo más delgado y largo sugiere la existencia de un canal digestivo mayor y, por tanto, de un mayor aprovechamiento nutricional de su alimentación. En consecuencia, señalan los investigadores, no hubiera necesitado comer con tanta frecuencia: el megalodón no sería tan voraz como nos lo hemos imaginado hasta ahora.

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Esto tiene una implicación: para los paleontólogos, la causa más probable de su extinción era la presión depredatoria sobre sus presas. Al reducir drásticamente las poblaciones de animales como ballenas, el ecosistema marino no habría sido capaz de sostener un animal tan grande y voraz.

Con la nueva forma propuesta por el equipo liderado por Sternes, esta presión se reduciría, pues un megalodón se alimentaría con menos frecuencia. Los autores proponen, en cambio, que la presión para la criatura vendría por otro lado: el gran tiburón blanco, que convivió con el megalodón durante millones de años, posiblemente era más ágil y acabaría ganándole la partida a su pariente.

"Creo que hubo una combinación de factores que dirigieron a la extinción", señala el paleontólogo, "pero uno de ellos pudo haber sido la emergencia del gran tiburón blanco, que era posiblemente más ágil, siendo incluso mejor depredador que el megalodón".