El agua subterránea es un recurso natural que se encuentra bajo tierra, entre las grietas y huecos del suelo, la arena y las rocas. Se mantiene en acuíferos y, aunque esté enterrada, cuando burbujea, puede ayudar a reponer los niveles superficiales de ríos, lagos y arroyos. Más allá de esto, en los últimos años, los acuíferos también se vislumbran como uno de los últimos recursos para paliar la sequía que nos amenaza. Sin embargo, puede que el mundo esté perdiendo hasta este último as.
Según advierte un estudio que acaba de publicar Nature, los acuíferos del mundo se están secando. El 71% ha perdido volumen de agua desde 1980, un 30% de ellos a un ritmo acelerado. Se estima que la tasa de descenso es de más de 0,5 metros por año.
La cifra, además, puede que vaya siendo mayor con el paso de los años. Tal y como apuntan los investigadores, el volumen de disminución entre las décadas de 1980 y 1990 fue mucho menor que el que se ha experimentado desde el 2000 hasta el presente, lo que pone de relieve que el problema va empeorando cada vez más.
"Nuestro estudio está impulsado por la curiosidad. Queríamos comprender mejor el estado del agua subterránea global analizando millones de mediciones del nivel del agua subterránea", apunta Debra Perrone, autora principal del estudio y profesora asociada del Programa de Estudios Ambientales de la Universidad de California en Santa Bárbara (Estados Unidos).
Más de 40 países
Los hallazgos de la profesora y su equipo son el análisis más completo de los niveles mundiales de agua subterránea hasta la fecha. En total, han compilado datos de 170.000 pozos de más de 40 países.
La tarea ha sido ardua, pero ha servido para poner de manifiesto el incidente problema del agotamiento de este recurso repleto de ventajas: es fácil de encontrar, resiste a la sequía y sirve para satisfacer las necesidades hídricas de la población. De hecho, alrededor del 50% de la población de Estados Unidos la utiliza como agua potable, aunque su mayor uso es para riego de cultivos y producción agrícola. Es su explotación para tal fin el inicio del problema.
En base a la investigación, la disminución no está siendo igual en todas las partes del mundo. La más acelerada se da en tierras áridas y semiáridas, algo que, según el profesor Ciencias Ambientales Scott Jasechko y coautor de la investigación, era de esperar. "Una cosa es que sea de esperar y otra muy distinta es demostrar que está sucediendo con datos reales", matiza.
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Un claro ejemplo del problema de los acuíferos está aquí, en España. Según el Informe sobre el estado de los acuíferos del entorno de Doñana (2020-2021), el acuífero de Doñana muestra una tendencia negativa y la mayoría de sus zonas están en "situación de alerta".
El mismo informe desgrana que "si se mantiene el actual grado y modo de explotación de los recursos subterráneos del acuífero, comprometería su buen estado y el de los ecosistemas terrestres que de él dependen".
En el caso del estudio de Nature, se han incluido el del acuífero Cingla-Cuchillo (Murcia) y el Acuífero 23, en el Alto Guadiana. Hace poco, precisamente, se alertaba que este último había bajado 1.750 hm3 en 43 años.
Soluciones viables
Sin embargo, no todo son malas noticias. Los investigadores también encontraron que el 6% de los acuíferos aumentaron a un ritmo de 0,1 metros por año, mientras que un 1% creció a un ritmo de 0,5 metros/año.
"Este estudio demuestra que los seres humanos pueden cambiar las cosas con esfuerzos deliberados y concentrados", afirma Jasechko.
Los investigadores creen que las cifras de crecimiento se deben a varios factores, entre ellos: medidas que aboguen por reducir el consumo de agua subterránea, la implementación de políticas sobre el tema, transferencias de agua superficial, cambios en la cobertura del suelo y proyectos de recarga.
Jasechko pone el ejemplo de Tucson (Arizona, Estados Unidos). Allí el agua del río Colorado se utiliza para reponer el acuífero del cercano valle de Avra con el fin de almacenar agua para el futuro. "Las aguas subterráneas suelen considerarse una especie de cuenta bancaria", aclara el profesor. "Rellenar intencionadamente los acuíferos nos permite almacenar esa agua hasta un momento de necesidad".
Los gobiernos pueden destinar millones de euros para construir infraestructuras que retengan el agua en la superficie, pero lo que el estudio de Nature propone es que, si se cuenta con la geología adecuada, se pueden almacenar grandes cantidades de agua bajo tierra, lo que resulta mucho más barato y menos peligroso y serviría, además, para matar dos pájaros de un tiro.
Más allá de este método de reserva, la importancia de mantener los acuíferos se sustenta en múltiples variables. Como recuerdan los autores, el agotamiento del agua subterránea puede dañar infraestructuras por el hundimiento de la tierra, perjudicar los ecosistemas fluviales, poner en peligro la productividad agrícola y comprometer el suministro de agua.