El español más importante de la historia tenía su legado en unas cajas arrinconadas en un trastero olvidado hasta hace cuatro años. Gracias a la pandemia se ha vuelto a reivindicar su figura pero nada se sabe todavía del que será su mayor homenaje y el resarcimiento de un olvido histórico.
El 'Año Cajal' dio su pistoletazo de salida en 2022. El 28 de septiembre de ese año, Pedro Sánchez y Diana Morant, ministra de Ciencia, anunciaron la creación de "un museo dedicado al funcionamiento del cerebro" en memoria del investigador que nos enseñó cómo era de verdad.
Este 'año' se extenderá hasta el 31 de mayo de 2025. Han sido numerosos los eventos realizados y, sin embargo, nada se sabe todavía sobre este museo y las respuestas de los organismos implicados son vagas e imprecisas.
[Ramón y Cajal, el joven cachas, pendenciero y carcelario que ganó un Nobel]
No solo eso sino que el estamento médico se ha opuesto al museo tal y como ha sido concebido desde la Administración. ¿Culminará el 'Año Cajal' con un centro que haga justicia a su nombre o su legado quedará, de nuevo, arrinconado?
Santiago Ramón y Cajal no es precisamente un desconocido para el español medio, pero quizá su figura no ha sido ponderada con la suficiente justicia. Ser uno de los primeros (y escasos) Premios Nobel españoles le ha concedido la gloria eterna en forma de placas de calles, nombres de colegios u hospitales y centros de salud, entre otros, al mismo nivel que José Echegaray, Juan Ramón Jiménez o Severo Ochoa.
Sin embargo, la magnitud de su aportación quizá solo es comparable a la de otro español universal, Miguel de Cervantes. Si este dio forma a la novela moderna, Ramón y Cajal lo hizo con una disciplina científica, la neurociencia.
[El genial discípulo de Ramón y Cajal que fue condenado por Stalin y murió en el olvido]
Y lo hizo sin poner en marcha un solo experimento. Con tesón infinito, perfeccionó la forma de cortar y teñir los tejidos humanos para observarlos mejor bajo el microscopio y comenzó a observar compulsivamente muestras de cerebros.
Con la técnica perfeccionada, pudo ver lo que no había visto nadie antes. El cerebro, en lugar de ser una red de fibras, estaba conformado por células individuales, las neuronas.
Gracias a su paciencia y a su talento artístico —para el oncólogo y escritor Siddartha Mukherjee, los dibujos de Cajal son "algunos de los más bellos de la historia de la ciencia"— fue describiendo con detalle cada tipo de neurona, con su cuerpo, su axón (el brazo que la une a otras) y las sinapsis, el punto de unión entre células.
Más de 28.000 objetos
Como si le hubieran ajustado las dioptrías en una visita al oculista, ahora el mundo estaba observando un ecosistema neuronal completo y variado donde antes solo había manojos de nervios indiferenciados. Este descubrimiento le valdría el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1906.
Las placas con muestras de tejido, el material de laboratorio, sus dibujos y fotografías —era un fotógrafo consumado— conforman buena parte de su legado, más de 28.000 objetos que el científico atesoraba y quiso que fueran conservados por su valor en el Instituto Cajal, inaugurado en 1920, catorce años antes de su muerte, y actualmente perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
A pesar de los numerosos reconocimientos, en vida y póstumos, este legado había quedado guardado en cajas y semi-olvidado desde 1989.
[Cuando Ramón y Cajal era 'Caballero de la Noche': la vida secreta de los científicos masones]
Cada país honra a sus científicos más prominentes. Las figuras de Newton y Darwin están grabadas a fuego en la conciencia británica, Galileo en la italiana o Louis Pasteur en la francesa.
Tuvo que venir una pandemia para sacar a Ramón y Cajal, literalmente, del baúl de los recuerdos.
El interés por la ciencia y la confianza en médicos y científicos alcanzó su pico en 2020, según las encuestas sobre percepción social de la ciencia que elabora bianualmente la Fundación Española de Ciencia y Tecnología, Fecyt.
No hay mejor ejemplo de esto que la elección de Cajal como el español más importante de la historia en un reciente programa de RTVE. Por delante de Isabel la Católica, Cristóbal Colón o el propio Miguel de Cervantes.
Por otro lado, el Gobierno de Pedro Sánchez ha hecho de la ciencia una de sus banderas, acusando a la oposición en numerosas ocasiones de fomentar el negacionismo de la evidencias científicas, como el cambio climático.
Museo Español de la Medicina
Y qué mejor representante del potencial científico español que Ramón y Cajal. Ya en marzo de 2021, el Consejo de Ministros acordó la creación de un grupo de trabajo para analizar qué hacer con el legado de Cajal.
Este grupo se reunió en julio de 2021 con expertos y entidades interesadas en el proyecto. Entre ellos, representantes del Instituto Cajal, el Consejo General de Colegios de Médicos o la Universidad de Zaragoza.
Pronto surgirían las primeras discrepancias. El estamento médico reivindicaba la conservación del legado dentro de un proyecto de Museo Español de la Medicina.
[Río Hortega, el español que se quedó sin Nobel por republicano, gay y una pelea con Cajal]
Los presidentes de la Organización Médica Colegial, el Colegio de Médicos de Madrid, la Conferencia de Decanos de Facultades de Medicina, la Real Academia de Medicina de España y la Federación de Asociaciones Científicos Médicas Española firmaron un documento, el 'Acuerdo de Atocha', para promover la creación de este museo en el antiguo edificio de la Facultad de Medicina de San Carlos, en la madrileña calle de Atocha, donde el insigne Premio Nobel dio clases.
Sin embargo, el 28 de septiembre de 2022, en la presentación del Año de Investigación Santiago Ramón y Cajal, Sánchez y Morant anunciaban la creación del museo dedicado al funcionamiento del cerebro dedicado a Ramón y Cajal, así como "otras estructuras museísticas y de intercambio permanentes". Pero nada de Museo Español de la Medicina.
Un portavoz del Colegio de Médicos ha comentado a EL ESPAÑOL su oposición al proyecto en la forma en que se plantea desde el Gobierno de la nación.
"España no tiene un museo nacional de la medicina como sí existe en París, Roma o Berlín", explican. "Ramón y Cajal es parte indisoluble de la medicina española pero las aportaciones de nuestro país a la medicina universal no acaban ahí y sería injusto olvidarlas".
Para ellos, un museo centrado en la figura de Ramón y Cajal dejaría fuera otros grandes pioneros como Fidel Pagés, inventor de la anestesia epidural y una figura a reivindicar.
Año y medio después del anuncio se desconoce dónde y cómo será ese museo. Empero, desde el Ministerio de Ciencia declaran a este periódico que "el compromiso del Gobierno de España con el futuro museo del cerebro, que custodiará el legado de Santiago Ramón y Cajal, es incuestionable" y que se "está trabajando para su creación en 2025 y valorando posibles emplazamientos".
El legado reaparece
Aunque no se sabe dónde acabará, el legado al menos ha salido a la luz. En 2020, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, perteneciente al CSIC, realizó una primera exposición con parte de los objetos del médico nacido en Petilla de Aragón, un enclave navarro dentro de la provincia de Zaragoza.
En julio del año pasado se presentó una segunda, más amplia (cubre un espacio de 100 metros cuadrados), que recreaba el antiguo despacho de Cajal y aborda no solo su faceta de científico sino también la de pintor, fotógrafo, humanista y médico.
Desde el Museo tampoco desvelan mucho sobre qué pasará después. "El Legado Cajal, desde la muerte del Nobel, ha estado custodiado por el Instituto Cajal, que en breve traslada su sede a Alcalá de Henares. Debido a esta circunstancia y a la espera del prometido y tan largamente esperado Museo Cajal, la Presidencia del CSIC optó por dejar en depósito el Legado Cajal al Museo Nacional de Ciencias Naturales, que tiene una acreditada experiencia de 250 años de conservación de piezas de gran valor científico", responde su director, Rafael Zardoya. Pero nada más.
[Sólo el 7% de los españoles cita a Ramón y Cajal cuando se les pregunta por un científico famoso]
El tiempo apremia. Este mismo mes, el Consejo de Ministros ha declarado este legado Bien de Interés Cultural, fondo patrimonial de indiscutible valor histórico y científico.
Lo hace, eso sí, seis años después de que la Unesco lo incluyera (ampliado al de la Escuela Española de Neurohistología, es decir, a sucesores de Cajal como Pío del Río-Hortega o Rafael Lorente de Nó) en el Memory of the World Register, uno de los programas que componen el Patrimonio de la Humanidad.
Habrá que esperar otro año más para que el científico español pueda ser, por fin, profeta en su tierra.