La península de Reykjanes, al suroeste de Islandia, ha registrado una nueva erupción volcánica. Se trata de la quinta del mismo volcán desde el pasado diciembre.

La lava comenzó a fluir este miércoles y este jueves ha perdido intensidad, informan las autoridades del país nórdico, donde los responsables de protección civil han señalado que el territorio islandés sigue siendo "un destino seguro".

La emisión de lava se había reducido de "forma significativa", según el último boletín de la Autoridad de Protección Civil y Emergencias, que citó datos de la Oficina Meteorológica de Islandia (IMO, por sus siglas en inglés), informa Efe.

"La actividad se ha concentrado en seis chimeneas al norte de la grieta", ha explicado la institución, que agregó que en varios puntos siguen expulsando magma pero, debido a la mala visibilidad, es complicado determinar cuántos son exactamente.

Desde el organismo islandés se aseguró de que "los efectos de la erupción están localizados" y "no amenazan a personas" tras las medidas adoptadas el miércoles, mientras que los daños a infraestructuras parecen limitarse por el momento a dos carreteras que han sido atravesadas por la lava.

Las autoridades islandesas declararon el miércoles el estado de emergencia y tanto la localidad de Grindavík como la Laguna Azul, el famoso balneario geotermal situado en la zona, fueron evacuados antes del inicio de la erupción, cuando empezó a aumentar la actividad sísmica.

"El tráfico aéreo hacia Islandia y desde Islandia está operando con normalidad. Islandia permanece en destinación segura", indicaron los responsables de protección civil. "Los vuelos operan según lo previsto y una disrupción del tráfico aéreo se estima algo altamente improbable", añadieron.

Siete erupciones en dos años

En los últimos dos años, la región islandesa ahora afectada por la lava se ha enfrentado a siete erupciones volcánicas. La anterior erupción comenzó en marzo y se prolongó durante ocho semanas.

La Oficina Meteorológica de Islandia ha señalado en un comunicado que la primera estimación de los científicos era que "el inicio de la erupción es más vigoroso que en erupciones anteriores en la zona", expulsando magma a más de 50 metros de altura.

En un primer momento se pensó que la actividad volcánica podía haber aislado Grindavík, habitada por unas 4.000 personas. Esta ciudad fue evacuada a mediados de noviembre, antes de la primera de las erupciones, cuando comenzó a observarse actividad sísmica que precedería el primero de los estallidos.

El sistema volcánico Svartsengi inició la primera de esta serie de erupciones el pasado 19 de diciembre y remitió cuatro días más tarde. Las viviendas no habían resultado dañadas.

Menos de un mes después, el 14 de enero, se produjo una segunda erupción, abriéndose una grieta a ambos lados de las defensas que se habían empezado a construir al norte de la localidad. Duró dos días.

La tercera de estas erupciones comenzó el 8 de febrero. La grieta tenía una longitud aproximada de unos 3 kilómetros y la lava fluyó profusamente, si bien no supuso ninguna amenaza inmediata para la población cercana, ya que fluía principalmente hacia el oeste.

Tuvo que pasar un mes para la cuarta de las erupciones. Sucedió el 17 de marzo y fue la más fuerte hasta el momento, con una fisura de 2,9 kilómetros de longitud cerca del cráter de Sundhnjúkagígar.

En solo dos horas se situaba a menos de un kilómetro de Grindavík y unas 700 personas que estaban en la turística Laguna Azul tuvieron que ser evacuadas. Al día siguiente la grieta ya tenía una longitud de 3,9 kilómetros.

La quinta erupción ha estado más espaciada que las anteriores. La repetida actividad volcánica hacía temer un colpaso aéreo como el de 2010, cuando estalló el volcán de Eyjafjallajökull. Al menos en lo local: la erupción se dio a menos de 50 kilómetros del aeropuerto internacional de Keflavík, el principal de esta isla situada en mitad del Atlántico Norte.

A pesar de los más de 300.000 islandeses están acostumbrados a la actividad volcánica, esta sucesión tan seguida de erupciones no es tan habitual. Antes de diciembre 'solo' había habido tres erupciones en dos años.