Si hace ya tiempo que la inteligencia artificial batió el test de Turing, un experimento para diferenciar un robot de un humano, al menos nos quedaba la prueba visual: hoy por hoy, los robots más avanzados están muy lejos de parecerse a un ser humano.
Hasta que ha llegado un nuevo experimento y, con él, un vídeo que puede provocar pesadillas sin que tenga la intención de hacerlo.
Un equipo de la Universidad de Tokyo ha creado una piel de robot mediante células de piel humana cultivadas en laboratorio unidas con un colágeno de elaboración propia y la ha adherido a unos engranajes robóticos, 'forzándola' a sonreír.
El resultado es espeluznante. Al accionar dos tubos a cada lado de la 'cara' —con sus ojos y todo—, la piel muestra una sonrisa a medio camino entre un emoji de Whatsapp y un pez borrón.
En el vídeo, que se adjunta como prueba al artículo publicado esta semana en la revista Cell Reports Physical Science, se ve como esta 'cara' bidimensional sonríe varias veces, demostrando la resistencia del tejido.
Porque el objetivo es precisamente ese: una piel y un sistema de adhesión que aguante el movimiento del robot en lugar de despedazarse al mínimo cambio de forma (lo que sería igualmente pesadillesco).
Para lograr adherir la piel a la superficie metálica del robot sin desbaratarla, los investigadores, comandados por el ingeniero mecánico Shoji Takeuchi, idearon un sistema de perforaciones en forma de V a las que se enganchaba la piel artificial, imitando las estructuras humanas de unión entre piel y ligamentos.
"La flexibilidad natural de la piel y el potente método de adhesión implican que la piel se puede mover con los componentes mecánicos del robot sin que se rompa o se despedace", ha señalado Takeuchi.
Además, esta piel sería autorreparable, añadiéndole humanidad a la cara robótica. "Crear robots que puedan curarse ellos mismos, sentir su entorno de forma más precisa y desempeñar acciones con una destreza similar a la humana es algo realmente motivante".
El equipo de Takeuchi no solo ha desarrollado esta cara en dos dimensiones. También ha creado otra amoldada a las tres dimensiones de una cara humana. No obstante, sobre esta no se han realizado las pruebas mecánicas.
Los investigadores sugieren que esta nueva aproximación estética podría servir de ayuda en la investigación sobre el envejecimiento de la piel, así como obtener aplicaciones en cosmética y en cirugía plástica.
Lejos queda todavía un mundo de replicantes al estilo 'Blade Runner' o 'Ghost in the shell', pero la pesadillesca cara nos acerca un poco más a un mundo profusamente investigado en la ciencia ficción donde humanos y máquinas seamos indistinguibles unos de otros.