Bruce Springsteen durante su actuación en el Estadi Olímpic el pasado 20 de junio.

Bruce Springsteen durante su actuación en el Estadi Olímpic el pasado 20 de junio. Europa Press

Ciencia

Ya no se hace música como la antes: las canciones son cada vez más repetitivas y simples según un estudio

Un estudio de la Universidad Queen Mary de Londres ha analizado más de 300 canciones para estudiar la evolución de este arte en los últimos 70 años.

12 julio, 2024 03:29

El debate sobre los cambios en la música y su pérdida de calidad es algo que se ve generación tras generación. A un adolescente que escuche trap actualmente, sus padres y sus abuelos le dirán, probablemente, lo mismo que a los que seguían a los Beatles en la década de los 60. Es habitual que los más mayores piensen que las canciones que escuchan los más jóvenes no son igual de buenas que las que les han acompañado a ellos durante su vida. Aquello de "la música ya no es lo que era". Una investigación publicada el pasado jueves en la revista Scientific Reports ha analizado más de 360 canciones de los últimos 50 años para ver cómo han evolucionado.

Los investigadores, de la Universidad Queen Mary de Londres, hicieron la selección con los cinco primeros puestos de las listas de sencillos musicales de fin de año de la revista Billboard de Estados Unidos. Utilizaron modelos matemáticos y algoritmos para este estudio y localizaron dos revoluciones importantes en 1975 y 2000 y otra más pequeña en 1996. 

Esto permitió dividir la muestra en tres eras y vieron cómo en cada una de ellas disminuía la complejidad de la melodía (el patrón de sonidos y silencios en una composición musical) y el tono. Por el contrario, con el paso del tiempo, aumentó la cantidad de notas tocadas por segundo, algo que los autores interpretan como una "compensación". Una de las teorías que barajan para justificarlo es que este cambio surge para evitar que la música suene abrumadora para quien la consume.

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Para seleccionar las canciones, tomaron las cinco primeras posiciones de las listas de fin de año de Billboard desde 1950 hasta 2023. Los autores especulan que los cambios melódicos que observaron en 1975 pueden representar el auge de géneros como el new wave, el disco y el rock de estadio (artistas del género que ofrecen conciertos multitudinarios en grandes campos de fútbol o fútbol americano). Los investigadores teorizan que la variación a partir de los años 1996 y 2000 puede proceder de factores como el auge del hip-hop o la introducción de estaciones de trabajo de audio digital.

Tecnología y música

La incorporación de las herramientas digitales ha traído elementos como los bucles. Los científicos afirman que podrían "incitar implícitamente" a los usuarios a repetir frases melódicas con mayor frecuencia. Sin embargo, también pueden ayudar a añadir complejidad al timbre ya que permiten crear mucho más sonidos. En los años 50, en la producción musical, esta creación se limitaba a los instrumentos físicos y los accesorios disponibles en ese momento. 

Esa integración también ha democratizado todo el proceso. "Hoy en día, con el acceso al software de producción de música digital y bibliotecas de millones de muestras y bucles, cualquiera con un ordenador portátil y una conexión a Internet puede crear cualquier sonido que pueda imaginar", aseguran los autores en el texto. Julio Arce, profesor del departamento de Musicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), está de acuerdo con los científicos y asegura que la digitalización del proceso no resta calidad de ninguna manera a la música. "Si los Beatles hubieran tenido esas herramientas hubieran hecho otra cosa", expone.

La dicotomía entre tecnología y arte es algo que se produce "desde siempre" asegura el musicólogo. No es algo que ocurra únicamente con los instrumentos digitales para crear música. Cualquier progreso a nivel tecnológico, recalca, ha sido criticado en sus primeros momentos. Todos los avances abren las posibilidades de intérpretes y compositores, pero "cuando aparece el micrófono empieza hay gente que considera que desvirtúa la música", afirma. El experto aboga por aprovechar la tecnología para "ir más allá". 

Arce defiende que la crítica por los gustos musicales de los mayores a los más jóvenes no es un problema musical, sino generacional. "Siempre consideramos que la música que nos gusta es mejor porque fue la que nos apeló", sostiene. También apunta que, para enganchar a la gente, las canciones, además de estructuras musicales, necesitan un componente cultural, por eso a veces se puede producir esta brecha generacional. Sin embargo, eso no determina la calidad: "Un bolero puede ser muy sencillo y un reggaeton muy complicado".

"Parece que la gente quiere demostrar que cada vez es peor", lamenta. El musicólogo, al contrario, cree que cada vez es más rica. Hoy en día quien compone tiene a su disposición muchos recursos técnicos. También tiene la posibilidad de escuchar canciones de otros lugares que pueden servir de inspiración. "Hay mucha originalidad en la música popular pero hay que buscarla".

Inseparable de la cultura

El profesor de la UCM ve ciertas limitaciones en la investigación de la Universidad Queen Mary de Londres. Asegura que es un error sacar conclusiones únicamente de parámetros estadísticos o matemáticos. La música popular es algo muy variado que está inevitablemente ligada a diferentes grupos sociales. "Afecta a todos, desde niños y adolescentes hasta los adultos". Por eso, insiste, no se puede obviar la cultura al analizarla. 

Esa relación imborrable hace que seleccionar las canciones del estudio a partir de las listas de Billboard establezca un sesgo cultural y hace que los resultados no sean extrapolables. "La música no se escucha de la misma manera en Estados Unidos, en México o en España". El significado de este arte no se basa en las estructuras o en los elementos técnicos, sino en el sentido que le añade quién escucha. "Lo importante es cómo utilizamos la música y cómo la valoramos".