Las mascotas son algo muy común en los hogares y son muchas las personas que llegan, incluso, a considerarlas un miembro más de la familia. En España hay más de 30 millones de animales de compañía, según los datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (Anfaac).
Los favoritos, con diferencia, son los perros: hay censados más de 9 millones. Cada vez se les cuida más y se investiga para conseguir aumentar su calidad de vida. Sin embargo, sus tutores no solo tienen que preocuparse por su salud física, también deben asegurarse de que tengan una buena salud mental para evitar problemas como la ansiedad.
El origen de este problema, igual que en los humanos, es el miedo, explica Susana Muñiz, miembro del Grupo de Medicina del Comportamiento Animal (GEMCA) de la Asociación de Veterinarios Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA).
Esta emoción es una respuesta evolutiva que ayuda a todos los animales para sobrevivir. El problema ocurre cuando teme un estímulo determinado y, sin que llegue a suceder, comienza a experimentar una inquietud desmedida. La veterinaria también informa de que, según estudios recientes, la prevalencia está entre el 45% y el 55% de las mascotas.
Benito Pérez, miembro de la junta directiva del Colegio de Veterinarios de Madrid (Colvema), avisa de que cualquier cosa que genere estrés en estos peludos puede ser susceptible de desembocar en ansiedad.
Estas alteraciones se suelen relacionar con cambios en los hábitos: "Cuando se varía la rutina o la actitud con ellos, no acaban de entenderlo". Los cambios de trabajo, las mudanzas y los ruidos que pueden provocar, por ejemplo, la pirotecnia o una obra, son cosas que pueden desencadenarla.
En muchas ocasiones, continúa Pérez, se puede producir por un cambio en la relación con su tutor. El animal está acostumbrado a demandar cariño y atención y el dueño se lo da continuamente. En el momento en el que eso no ocurre, se genera una situación de incomprensión por su parte.
Por eso, subraya el veterinario, los tutores deben ser conscientes de que la relación y esas muestras de afecto deben ser a petición suya y no de la mascota. De esta forma se puede evitar incumplir sus expectativas y generarle esa ansiedad.
Es importante saber cuánto tarda en recuperarse tras los episodios. No es lo mismo que tenga miedo a los petardos, lo pase mal mientras los oye y luego se recupere, a que esté una semana "totalmente inquieto por si vuelven", ejemplifica Muñiz. También hay que prestar atención a las variedades dentro de la patología: "No es igual que sea por separación (no saber quedarse solo en casa), fobia a ruidos fuertes o la ansiedad generalizada".
Perros pequeños y ansiedad
Igual que ocurre con los humanos, unos tipos de perro son más propensos que otros a sufrir este problema. Por ejemplo, los Beagle y las razas pequeñas en general suelen tener más probabilidades. En el lado contrario, los que suelen padecerlo menos son los perros pastores y los de caza, ilustra Pérez.
La veterinaria de AVEPA cuenta que hay formas de prevenir la aparición de la ansiedad. Si se tiene el perro desde cachorro, es fundamental trabajar en su periodo de socialización. Se da entre las tres semanas y los tres meses y, durante esta etapa, "tienen que ver todo aquello que en un futuro les tiene que parecer normal".
Hay que presentarle todos los estímulos a los que debe acostumbrarse y que pueden generarle miedo en un futuro. Por ejemplo, el tráfico, las personas (individualmente o en aglomeraciones) u otros animales. Esa exposición debe ser de forma gradual y positiva, para lo que puede ser útil utilizar premios a modo de refuerzo.
En todo ese proceso es muy importante que el tutor del peludo se convierta en una figura de apego para él. De esta manera, cuando se presenten situaciones que puedan ser complicadas o puedan darle miedo, estará más tranquilo porque se sentirá acompañado y protegido, afirma Muñiz.
Para tratar la ansiedad, lo primero es identificar los factores que influyen en ella. Se valora si ha habido algún cambio en el manejo del animal o en el entorno que se pueda mejorar.
Una vez que se conocen los estímulos que le dan miedo, hay que intentar que el animal no se enfrente a diario a ellos, indica la veterinaria. "Si no deja de experimentarlo va a ser muy complicado poder realizar la terapia". Otra fuente importante de ansiedad puede ser un problema médico, por lo que hay que realizar también una valoración física.
Dependiendo de cómo sea el vínculo con los tutores, puede que sea necesario reconducirlo para mejorarlo o para recuperarlo si se ha desgastado, añade. En este sentido, hay que conseguir que quienes le cuidan entiendan que no se le debe castigar, sino intentar reconducir de manera positiva los malos comportamientos que pueda presentar.
Muñiz cuenta que es importante estar con ellos, apoyarles y realizar ejercicios para enseñarles cosas nuevas o repetir las que ya saben. "Estás pasando un buen rato con tu animal y además lo estás haciendo de una forma muy positiva"
El experto de Colvema añade que también hay que tener en cuenta el trabajo con los dueños, no solo con la mascota. En estos casos, se les enseña a reconducir su actitud frente al perro para abordar los problemas que pueda haber en el vínculo. También para asegurar que es el humano el que marca el ritmo de la demanda de cariño y no el animal para evitar esa situación de estrés.
Si es necesario, se puede emplear medicación como complemento de la terapia. Muchas veces llegan cuando están "muy mal", asevera Muñiz, y la necesitan para poder trabajar con ellos. Aunque muchos tutores tienen reservas a la hora de usar psicofármacos con su mascota, la veterinaria asegura que solo se trata de "una herramienta más".
Aun así, advierte de que no sirve de nada si su uso no va acompañado de una modificación de la conducta. Pérez afirma que, con un tratamiento adecuado, los pacientes "pueden mejorar mucho", aunque el perro que tiene tendencia a la ansiedad suele requerir seguimiento.
Una buena forma de ayudarles en sus episodios de ansiedad también es proporcionarles una zona segura dentro de casa. Esto implica transformar un rincón del hogar en un "refugio" en el que el animal pueda esconderse y le sirva para sentirse más tranquilo y seguro, cuenta la experta.
Cómo detectar la ansiedad en un perro
El veterinario de Colvema explica que hay que entender que cuando las mascotas tienen ansiedad "lo pasan muy mal". Algunos de los signos característicos que se pueden observar en estas situaciones es que aumenta la frecuencia cardíaca de los peludos.
Ese nerviosismo les hace moverse más, pueden romper cosas y estar muy inquietos. Incluso, pueden perder el control de sus esfínteres. También pueden presentar problemas de comportamiento y una mayor agresividad. Muñiz destaca que es "fundamental" conocer su lenguaje y saber leerlo para poder detectar los signos a tiempo.
Una vez que el tutor es consciente de que su perro tiene ansiedad, debe tener claro que no es algo que se cure solo: "La mayoría necesita terapia", advierte la experta. Lo ideal es buscar la ayuda de un etólogo o un veterinario especialista en comportamiento animal.
Sobre todo, es importante no atribuirles a las mascotas sentimientos humanos. Si al llegar a casa, el animal ha destrozado algún objeto o ha hecho sus necesidades sin esperar a la hora del paseo, puede indicar un problema de ansiedad por separación. El peludo no sabe estar solo sin su figura de apego y lo exterioriza de esta forma, concluye Muñiz.