El año pasado marcó un récord de casos de dengue en nuestro país: 615 casos, 111 más que en 2022, cuando esta enfermedad de origen tropical tuvo su anterior máximo. La presencia del mosquito tigre en cada vez más comunidades amenaza con expandir la infección. Por eso, algunas autonomías están probando a irradiarlo para evitar que se reproduzca.

"Es algo pionero en la península", sostiene Vicente Tejedo, secretario autonómico de Agricultura, Agua, Ganadería y Pesca de la Comunidad Valenciana. "Empezamos con un proyecto piloto y vimos que los resultados eran efectivos: solo el 30% de los huevos evoluciona allí donde soltamos machos estériles".

La técnica del insecto estéril se lleva aplicando desde los años 50 en Estados Unidos para controlar plagas de las cosechas. Consiste en criar insectos en cantidades de millares y someterlos a una radiación mínima que los vuelva estériles.

Luego se sueltan y compiten con los especímenes silvestres para reproducirse, pero sus huevos están vacíos, por lo que las poblaciones se acaban reduciendo.

La Comunidad Valenciana ya llevaba un tiempo aplicando esta técnica para controlar a la mosca mediterránea de la fruta, que puede arruinar las cosechas de cítricos, cuando decidió aplicarla a una amenaza emergente: el mosquito tigre.

Así se conoce a los mosquitos del género Aedes, especialmente Aedes albopictus. Originario del sudeste asiático, fue detectado por primera vez en la península hace 20 años y hoy en día está plenamente establecido en todo el Levante y Baleares, así como la costa de Andalucía y zonas de Extremadura, Madrid, Galicia, País Vasco, Navarra y Aragón.

Esta especie invasora es el vector de transmisión de virus como los de dengue, zika y chikunguña. Su expansión en los últimos 30 años ha propiciado una alerta sanitaria mundial, especialmente en América Latina: en lo que va de año, los casos de dengue han aumentado un 231% respecto al mismo periodo del año pasado pero un 424% respecto al promedio del último lustro.

En España, la mayoría de casos son importados. En 2023 solo hubo tres autóctonos, todos ellos en la provincia de Barcelona: dos mujeres y un hombre menores de 45 años. Dos de ellos tuvieron que ser hospitalizados, según el informe anual del Centro Nacional de Epidemiología.

Parques y jardines

El último informe del Ministerio de Sanidad sobre el riesgo de casos autóctonos de enfermedades transmitidas por Aedes en España apuntaba que el riesgo de introducción de nuevos casos asociados a viajes era "muy alto", mientras que el de transmisión autóctona bajaba a "moderado" en algunos territorios.

"El mosquito tigre produce reacciones alérgicas mucho más fuerte que el mosquito autóctono", explica a EL ESPAÑOL Vicente Tejedo. "Aunque, afortunadamente, no está transmitiendo enfermedades [en la Comunidad Valenciana], potencialmente es muy peligroso".

En Caudete de las Fuentes (provincia de Valencia) se encuentra una planta de irradiación de insectos. Lleva en funcionamiento desde 2007 pero no fue hasta una década después que se planteó utilizar la radiación contra esta especie invasora.

La planta, gestionada por la empresa pública Tragsa, utiliza radioisótopos de alta energía (cobalto 60) y aceleradores de electrones de alta energía. Una vez capturados los ejemplares, se crían en cautividad en grandes cantidades y se separan las hembras (más grandes) de los machos.

Estos últimos se sueltan después en parques y jardines urbanos, el ambiente preferido del mosquito tigre, "aunque también lo estamos haciendo en áreas suburbanas", apunta Tejedo, "mientras que el autóctono se expande por otros lugares asociados a lagunas y ríos".

Los mosquitos son irradiados durante la fase de pupa, justo cuando desarrollan aparato genital y luego se liberan. Entre abril y diciembre van soltando unos 2.500 ejemplares por hectárea, más de un millón en total.

Ya en libertad, los machos estériles compiten con los silvestres por las hembras. Estas últimas seguirán poniendo huevos pero no hay nada dentro. Los operarios recogen muestras en cada zona donde se han liberado mosquitos 'radiactivos' para comprobar cuáles estaban fecundados y cuáles no.

Desde las experiencias piloto hasta la expansión a cada vez más zonas de la comunidad, la población de Aedes albopictus se ha reducido entre un 60% y un 80% en las zonas tratadas, apunta Tejedo.

El éxito del programa les ha animado a seguir con su expansión —si no se ha extendido a otras comunidades, apuntaba Vicente Dalmau, jefe del servicio de Sanidad Vegetal del gobierno valenciano, en un artículo en la revista del Consejo de Seguridad Nuclear, era por su alto coste— tanto en el espacio como en el tiempo: durante el invierno, los mosquitos están aletargados, pero las temperaturas cada vez más suaves los están 'animando' a mantenerse activos.

"De momento, el programa se desarrolla en primavera, verano y otoño. En invierno disminuye el efecto de las picaduras, pero si cada vez son más cálidos habrá que estar atentos".