La dieta japonesa siempre ha sido objeto de fascinación, especialmente por el hecho de que sus habitantes son algunos de los más longevos del mundo. No es solo lo que comen, sino cómo lo hacen, lo que parece marcar la diferencia. En comunidades como Okinawa, donde la gente celebra más de 100 años con una vitalidad envidiable, parece esconderse un secreto: una alimentación rica en ingredientes frescos, bajos en calorías y cargados de nutrientes.
Michiko Tomioka, una nutricionista japonesa que creció rodeada de estas costumbres, ha decidido llevar estos conocimientos a occidente, convencida de que pequeños cambios en lo que comemos pueden tener un gran impacto en nuestra salud y longevidad. ¿Qué es lo que ella mantiene en su cocina y recomienda para vivir más y mejor?
Tomioka ha dedicado su carrera a compartir los secretos de estos alimentos con el mundo, subrayando la importancia de comer con intención y siguiendo el concepto de "Ikigai", o propósito de vida. Entre los alimentos que destaca, encontramos algunos que no solo son fundamentales para la cultura japonesa, sino que también están respaldados por la ciencia por sus beneficios para la salud, como matcha, alimentos fermentados, algas, frijoles, tofu, sésamo, hongos y jengibre.
Matcha: más que un té, un ritual de longevidad
El matcha no es solo una bebida; en Japón, es parte de una tradición milenaria que combina los beneficios de una dieta saludable con un enfoque en el bienestar mental. Este es un polvo de té verde concentrado que se utiliza en la ceremonia del té (Chado), y está cargado de antioxidantes, vitaminas y polifenoles. Las catequinas, uno de sus componentes clave, han sido ampliamente estudiadas por sus propiedades antiinflamatorias y protectoras contra enfermedades cardiovasculares. Según un estudio en 'The American Journal of Clinical Nutrition', el consumo regular de té verde puede mejorar la salud cardiovascular y reducir el riesgo de ciertas enfermedades crónicas como el cáncer. Michiko, quien comenzó a practicar Chado en su juventud, sostiene, según explica a la CNBC, que este ritual no solo le brinda beneficios físicos, sino también una pausa para meditar durante su día, una práctica que promueve tanto la longevidad como la felicidad.
Alimentos fermentados: probióticos naturales para una digestión saludable
El miso, el natto y las verduras fermentadas, como el nukazuke, son pilares en la dieta japonesa. Estos alimentos no solo son ricos en sabor, sino que también están llenos de probióticos, que desempeñan un papel crucial en la salud intestinal. De hecho, un intestino sano es la clave para una mejor absorción de nutrientes y un sistema inmunológico fuerte. Los probióticos, según un estudio publicado en 'Frontiers in Microbiology', pueden reducir la inflamación crónica, mejorar la digestión y disminuir el riesgo de enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como la diabetes tipo 2. De hecho, Tomioka enfatiza que la diversidad de alimentos fermentados en la cocina japonesa, adaptados a las estaciones y las regiones, no solo promueve la salud digestiva, sino que también crea una conexión profunda con la tierra y la tradición.
Algas: un superalimento marino lleno de nutrientes esenciales
Las algas marinas, conocidas en Japón como kaiso, son una parte omnipresente en la dieta diaria de Michiko, y no es de extrañar dado su perfil nutricional. Estas contienen una alta concentración de minerales esenciales, como el yodo, que es crucial para el buen funcionamiento de la tiroides. También son una excelente fuente de fibra, hierro, magnesio y ácidos grasos omega-3, conocidos por sus beneficios para la salud cardiovascular. Un estudio en 'Marine Drugs' sugiere que las algas marinas también tienen propiedades antiinflamatorias y pueden ayudar a prevenir enfermedades crónicas, incluida la hipertensión. Esta nutricionista, que siempre tiene entre cinco y diez tipos diferentes de algas en su cocina, destaca su versatilidad en platos como ensaladas, sopas y hasta postres veganos. Además, su bajo contenido calórico y su capacidad para mejorar la saciedad las convierten en una opción ideal para una dieta equilibrada y longeva.
Soja y legumbres: el corazón de la dieta japonesa
La soja, en todas sus formas, es una parte esencial de la cocina japonesa y, según Michiko, un pilar en su vida diaria. Desde el edamame hasta el miso, es rica en fibra, proteínas y compuestos como las isoflavonas, que han sido objeto de numerosos estudios por su capacidad para reducir el riesgo de cáncer de mama y próstata. Según un estudio en 'Nutrition and Cancer', las isoflavonas pueden tener propiedades protectoras debido a su capacidad para regular los niveles hormonales en el cuerpo. La nutricionista también es una gran fanática de las legumbres, como los frijoles rojos o azuki, que son ricos en potasio, fibra y antioxidantes que ayudan a combatir la inflamación y mejorar la salud cardíaca. Además, su versatilidad permite que estos ingredientes se utilicen tanto en platos salados como en dulces, lo que demuestra su integración total en la dieta japonesa.
Tofu: una proteína vegetal sin colesterol
El tofu, hecho a partir de soja, es una de las principales fuentes de proteínas vegetales en Japón y se utiliza en una infinidad de platos, desde sopas hasta postres. La experta valora el tofu no solo por su contenido proteico, que se compara favorablemente con las carnes, sino también por su versatilidad culinaria y su capacidad para aportar nutrientes esenciales sin el colesterol que normalmente se encuentra en las proteínas animales. Incluso una investigación encontró que el tofu puede ayudar a reducir el colesterol LDL (conocido como "colesterol malo"), lo que mejora significativamente la salud cardiovascular. Este alimento, además de ser saludable, es accesible y fácil de incorporar en cualquier tipo de dieta, lo que lo convierte en un aliado indispensable para aquellos que buscan una vida más larga y saludable.
Semillas de sésamo: pequeñas pero poderosas
El sésamo es otro de los alimentos preferidos de esta nutricionista, y no es difícil entender por qué. Estas pequeñas semillas están repletas de vitaminas, minerales y antioxidantes. Es particularmente rico en calcio, magnesio y vitamina E, todos ellos nutrientes clave para la salud ósea y cardiovascular. Además, contiene lignanos y fitosteroles, compuestos que ayudan a reducir los niveles de colesterol y mejorar la función del sistema inmunológico. Según un estudio en 'Phytotherapy Research', las semillas de sésamo también pueden mejorar la salud metabólica, ayudando a controlar los niveles de azúcar en sangre y reducir la inflamación crónica.
Shiitake: el hongo medicinal por excelencia
Los hongos shiitake han sido utilizados en la medicina tradicional asiática durante siglos por sus propiedades medicinales. De hecho, esta nutricionista los utiliza en caldos, salsas y guisos, aprovechando tanto su sabor umami como sus beneficios para la salud. Contienen lentinan, un polisacárido con propiedades inmunoestimulantes que ha sido estudiado por su capacidad para combatir el cáncer y reducir la inflamación. Incluso un estudio en 'The Journal of Nutrition' encontró que el consumo regular de hongos shiitake puede mejorar la función inmunológica y reducir los marcadores de inflamación crónica, que son factores clave en el envejecimiento y las enfermedades relacionadas con él. Además, son una excelente fuente de vitamina D, esencial para la salud ósea y la función inmunológica.
Jengibre: una raíz con múltiples propiedades curativas
El jengibre, que Michiko utiliza regularmente en sus platos y bebidas, es conocido en todo el mundo por sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. En Japón, se utiliza no solo para mejorar el sabor de los alimentos, sino también como un remedio natural para los resfriados, las náuseas y los problemas digestivos. Incluso puede mejorar la digestión, tal y como apunta una investigación de 'The International Journal of Preventive Medicine' que demostró cómo el consumo regular de esta raíz puede mejorar la digestión, reducir la inflamación y proteger contra enfermedades crónicas como el Alzheimer. Además, sus compuestos activos, como el gingerol, tienen propiedades antibacterianas y antivirales, lo que convierte en un excelente aliado para fortalecer el sistema inmunológico.