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La segunda DANA que está asolando España en menos de quince días ha puesto de manifiesto la fragilidad de áreas tan separadas entre sí como Málaga y Tarragona, epicentros de esta segunda embestida. Forman parte de un mapa que cubre 25.000 kilómetros cuadrados y afecta a casi 3 millones de personas: el mapa de la España en riesgo de inundación.

La Agencia Española de Meteorología (AEMET) emitió el martes por la noche un aviso rojo en estas dos provincias, con precipitaciones que pueden superar los 200 litros por metro cuadrado en 12 horas. Valencia se les ha unido este miércoles por la tarde, por acumulados que pueden llegar a 180 litros por metro cuadrado.

Málaga capital y zonas del interior se han sufrido inundaciones. Previamente, se habían suspendido las clases en parte de la provincia, así como el tren de alta velocidad que la une con Madrid y la línea C2 del servicio de Cercanías.

En Tarragona también se han suspendido las clases y la AP-7 se colapsó por las restricciones de movilidad. Varias líneas de Rodalies y Renfe se han visto paralizadas. Por su parte, en Valencia, que punto negro de la anterior DANA, se han reducido los servicios ferroviarios y se ha restringido la circulación de vehículos privados.

Las inundaciones son un fenómeno frecuente en nuestro país y lo serán más todavía debido a los efectos del cambio climático. Los datos que evalúan su riesgo lo hacen valorando una frecuencia de 10, 50, 100 y 500 años.

Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), 2,7 millones de personas viven en territorios que pueden inundarse cada medio milenio. Si se baja la estimación de tiempo, hay casi 500.000 ciudadanos establecidos en zonas que pueden sufrir esta situación cada década.

Estas cifras solo cubren las cuencas intercomunitarias, que son las que dependen del organismo. Si se añaden las demás, se estima que el número puede ascender a cerca de los 700.000 habitantes. Las cuencas intercomunitarias que tiene más kilómetros inundables son las del Ebro (más de 3.500 kilómetros), Júcar (más de 3.400), Duero (más de 3.200), Guadiana (1.800), Segura (1.800), Tajo (más de 1.600), Cantábrico occidental (1.200) y Guadalquivir (cerca de 1.200 kilómetros).

Zonas con mayor riesgo de inundación en Valencia. Arte EE

La empresa DOTGIS, dedicada al análisis geoespacial, publicó en 2021 un informe en el que calculaba los municipios españoles con mayor población en riesgo de sufrir una inundación. Cuatro de ellos estaban en la Comunitat Valenciana: Massalfassar (55,1%), Quartell (54,5%), Benavites (51,5%) y Alfara del Patriarca (49,1%).

Les siguen dos localidades de Tarragona: Deltebre y Sant Jaume d’Enveja, con un 86,3% y un 64,8% de la población en riesgo, respectivamente.

Salamanca cuenta con Castraz y La Maya, que tienen un 69% y un 67% de sus habitantes en zonas vulnerables. También se encuentran en ese decálogo Calatayud (Zaragoza) con el 57,7% y Betanzos (A Coruña) 51,8%.

Málaga, aunque no está en ese infame top 10, también cuenta con una tradición de inundaciones, asociadas en gran parte al cauce del Guadalmedina. Aunque hace más de 30 años de las últimas riadas, la crecida del río en siglos pasados conllevó un número de víctimas que se pueden contar por centenares.

Viviendas en zonas inundables

En esta cuestión no se puede perder de vista el efecto de la expansión de las poblaciones a los márgenes de los cauces de ríos y ramblas. "Cada vez construimos más y si se hace de cualquier manera, en cualquier sitio, acabamos siendo más vulnerables", indica Nieves Sánchez, presidenta del Colegio Oficial de Geólogos. La científica también ha mencionado las inversiones que requieren estos sucesos. "La sociedad pierde mucho dinero por no hacer bien las cosas".

Andrés Díez, experto en inundaciones del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) explica que la urbanización de estos enclaves influye en la orografía y en la capacidad de infiltración. Para construir en estos entornos de estos cauces se suele allanar el terreno. Eso hace que estén las edificaciones en cotas más bajas respecto al río y sean más fácilmente inundables. Para ilustrarlo, el experto pone el ejemplo de Letur (Albacete), donde la DANA del 29 de octubre causó seis muertes.

Zonas con mayor riesgo de inundación en Málaga. Arte EE

El otro aspecto a valorar es la disminución de la infiltración del terreno. Esta urbanización suele ir acompañada del asfaltado de la superficie. De esta manera, el suelo pierde la capacidad de absorber el agua y, cuando llueve, "todo lo que cae va directamente al río", expone Díez.

Cuando ocurren estos fenómenos, el caudal líquido de los ríos no cabe en el cauce y utiliza estas zonas planas para desbordarse, explica el geólogo David Uribelarrea, profesor de Geología en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Si la zona está ocupada, el agua puede llevárselo todo a su paso.

Uribelarrea, que también es experto en medios fluviales, habla también sobre el aumento de la urbanización en los últimos 60 años. En la fotografía aérea del año 1956 prácticamente no se ve en España ni una edificación en esas zonas inundables. "La gente sabía que solo servían para la agricultura y no en toda su extensión".

Díez coincide con su homólogo y señala que con esta extensión de la urbanización también se produce la paradoja de que los edificios más vulnerables (por valor personal) son los que están más en riesgo. "Donde antes tenías un pajar, que si se inundaba no pasaba nada, ahora tienes una residencia de ancianos". Al construir edificios permanentes, además del aumento de la inundabilidad por el cambio orográfico, también crece el riesgo.

Más urbanismo, más velocidad del agua

Sánchez advierte de que cualquier obra afectará al terreno y a cómo fluirá el agua en casos extremos como este. "Desvía el curso y genera un cambio de situación", apunta. De manera natural, una vez que el cauce se desborda, sigue las vías de desagüe natural, indica el profesor de la UCM. En general, deja grandes zonas encharcadas con poca profundidad.

Sin embargo, si esa agua tiene que pasar por una zona urbanizada, el espacio de flujo puede verse reducido en un 80% o más. "El resultado es que el calado aumenta y, sobre todo, la velocidad a la que corre", dice Uribelarrea. La geóloga añade que, además, en situaciones como la del pasado martes, el agua no está limpia. La magnitud de la tormenta hace que haya una pérdida de suelo, arrastra más sedimentos y tiene más fuerza.

La presidenta del Colegio Oficial de Geólogos expone que, para poder conocer este tipo de información, existen la cartografía geológica. Sánchez hace hincapié, además, en que los proyectos también deberían ser revisados por estos expertos que pudieran valorar el riesgo de los proyectos urbanísticos. El MITECO dispone de mapas en los que se pueden consultar las zonas inundables en periodos de 10, 50,100 y 500 años en España, algo que el experto del IGME cree que debería tenerse en cuenta antes de planificar las obras.

Si la llanura de inundación ya está ocupada, los mapas de riesgo son los mejores aliados, comenta Uribelarrea. Sirven para planificar mejor las zonas de mayor peligrosidad, las vías de escape y acceso, así como las alarmas para la población, detalla.

El profesor de la UCM es claro y manifiesta que, una vez que está urbanizado el terreno, es muy complicado. Lo que mejor puede funcionar es un buen sistema de alarma y un protocolo de evacuación. Sin embargo, lamenta que en España "no hay cultura en este sentido".