El yogur, más allá de ser un alimento básico en muchas dietas, es también un aliado poderoso contra la diabetes tipo 2. Un estudio publicado en Nature Communications ha revelado cómo este producto lácteo no solo regula la glucosa en sangre, sino que también protege al organismo frente a la resistencia a la insulina y la acumulación de grasa en el hígado, problemas estrechamente ligados a esta enfermedad. Los beneficios se deben, en gran parte, a ciertos compuestos derivados de la fermentación del yogur y a su capacidad para mejorar la microbiota intestinal, algo que empieza a transformar la percepción de los alimentos fermentados en la lucha contra enfermedades metabólicas.
En esta investigación, realizada con ratones sometidos a una dieta rica en grasas y azúcar, se observó que aquellos que recibieron yogur liofilizado lograron mantener una mayor sensibilidad a la insulina y un equilibrio más saludable de glucosa en sangre. Además, los animales mostraron niveles reducidos de triglicéridos hepáticos y una menor inflamación en el hígado. Lo más fascinante es que estos efectos parecían estar mediados por metabolitos únicos presentes en el yogur, conocidos como hidroxiácidos de cadena ramificada (BCHA), que se forman exclusivamente durante la fermentación láctica.
Aunque este hallazgo es sorprendente, no es la primera vez que se demuestra esta relación. Estudios previos han sugerido que consumir yogur con regularidad puede disminuir el riesgo de desarrollar este tipo de diabetes. Por ejemplo, un metaanálisis publicada en BMC Medicine concluyó que un mayor consumo de yogur estaba asociado con una reducción del 18% en el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Otro estudio analizó los hábitos alimenticios de más de 4.000 personas y encontró que aquellos que incluían yogur en su dieta tenían un menor riesgo de sufrir diabetes, incluso después de ajustar factores como el estilo de vida y el consumo calórico total.
Lo cierto es que la microbiota intestinal es una pieza clave en esta ecuación. En el estudio de Nature Communications, se realizaron trasplantes fecales de ratones que habían consumido yogur a ratones libres de gérmenes. Sorprendentemente, los animales que recibieron estas bacterias mejoraron su sensibilidad a la insulina y mostraron una regulación más eficaz de la glucosa. Esto sugiere que las bacterias del yogur no solo influyen en la salud intestinal, sino que también desempeñan un papel crucial en el metabolismo sistémico.
Un aspecto único de este estudio fue la identificación de los BCHA como los protagonistas metabólicos del yogur. Estos compuestos, que no están presentes en la leche no fermentada, demostraron ser capaces de mejorar la captación de glucosa en las células musculares y reducir la producción de glucosa en el hígado, incluso en condiciones de resistencia a la insulina. Este efecto doble en dos tejidos clave para la regulación de la glucosa podría explicar por qué el yogur tiene un impacto tan significativo en el metabolismo.
Otros estudios también han destacado la relación entre el yogur y la salud hepática. Una investigación realizada con mujeres obesas diagnosticadas con hígado graso no alcohólico encontró que consumir yogur durante 24 semanas mejoraba significativamente la resistencia a la insulina y reducía los niveles de grasa hepática. Esto está en línea con los hallazgos del estudio en ratones, que mostraron cómo el yogur previene la inflamación hepática y protege contra la fibrosis, un paso crítico en la progresión de enfermedades hepáticas.
Además de su impacto en el hígado, este alimento también puede ayudar a combatir la obesidad, un factor de riesgo principal para este tipo de diabetes. Aunque en los ratones el consumo de yogur no redujo drásticamente el peso corporal, sí se observó una disminución en la grasa subcutánea y un aumento en la masa magra. Estos cambios en la composición corporal son indicativos de un metabolismo más eficiente y saludable.
La relación entre el yogur y los ácidos biliares también arroja luz sobre sus beneficios metabólicos. Se observó un aumento de un ácido biliar específico, el ácido hidroxideoxicólico, en los ratones que consumían este alimento. Este compuesto no solo mejora la regulación de la glucosa, sino que también ha sido asociado con una reducción de triglicéridos en el hígado. Este efecto complementa los beneficios metabólicos observados en el músculo y el hígado.
La ciencia también ha demostrado que los beneficios del yogur no dependen únicamente de sus bacterias probióticas, sino también de los compuestos bioactivos que se producen durante la fermentación. Un análisis reciente de productos lácteos fermentados destacó que aquellos con mayor contenido de estos metabolitos, como el yogur, tienen un impacto más pronunciado en la salud metabólica que los productos lácteos no fermentados, como la leche.