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María Blasco.
Auge y caída de María Blasco al frente del CNIO: la eminente científica fulminada tras los casos de acoso y abuso de poder
La ya exdirectora del centro logró renombre por sus aportaciones al estudio de los telómeros, ligados al cáncer y el envejecimiento.
Más información: El patronato del CNIO destituye a María Blasco como directora científica y al gerente Juan Arroyo tras los escándalos
De ser una de las científicas más brillantes de España a ser destituida por acoso, abuso de poder y mala gestión. María Blasco se convirtió en uno de los rostros más populares de la ciencia española con su forma de vestir despreocupada y una melena mal peinada, que encajaba en la imagen que tenemos todos del científico ajeno a las vicisitudes del ciudadano corriente.
Ahora, su cara quedará ligada al declive de una institución que fue el buque insignia de la investigación biomédica española y cuyos sucesores tendrán que trabajar muy duramente para recuperar el prestigio perdido.
Este miércoles, el patronato del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) decidía por unanimidad su destitución como directora, así como la del gerente, Juan Arroyo, poniendo fin a mes y medio de polémicas en el que ha aflorado la situación crítica por la que estaba atravesando el centro.
Blasco, nacida en una pedanía de Alicante en 1965 y licenciada en Biología por la Universidad de Valencia, creció profesionalmente de la mano de dos grandes científicas: en España, Margarita Salas; en Estados Unidos, Carol Greider, futura premio Nobel de Medicina.
Fue en el laboratorio de esta última, en Cold Spring Harbor (Nueva York), donde aprendió todo sobre los telómeros, las terminaciones de los cromosomas cuya longitud se relaciona con el cáncer y la longevidad.
Han sido sus aportaciones al estudio de los telómeros y la telomerasa (la enzima que se encarga de reconstruirlos) las que le granjearon fama mundial entre mediados de los 90 y la primera década de los 2000.
Ha publicado más de 200 estudios, que han sido citados más de 80.000 veces. Su índice h, uno de los principales indicadores de calidad científica, es de 129, esto es, que ha publicado 129 estudios que han sido citados un mínimo de 129 veces. Pocos científicos españoles vivos pueden presumir de números similares.
En 1997 regresó a España como jefa de grupo en el Centro Nacional de Biotecnología y en 2003 se unió a la plantilla del joven Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas para dirigir el grupo de telómeros y telomerasa, así como el programa de Oncología Molecular.
Nombramiento envuelto en polémica
Este centro fue creado en 1998 con el objetivo de situar a España como un referente de la investigación del cáncer. Su gran baza era contar con Mariano Barbacid, bioquímico español que había alcanzado la fama internacional al identificar la primera mutación ligada al desarrollo del cáncer en humanos.
Con Barbacid al frente del CNIO, Blasco continuó su senda ascendente y dos años después de entrar en la institución ya era nombrada vicedirectora de investigación básica. En 2009 la situación daría un vuelco: el director anunciaba su dimisión al no estar de acuerdo con el recorte de los presupuestos de investigación —la crisis económica no hacía más que comenzar— y se abría un concurso para elegir al nuevo responsable del centro.
El proceso de selección se demoró un año y medio y Blasco no estaba entre los candidatos mejor posicionados. Dos científicos declinaron la oferta y, en una segunda fase, una empresa especializada propuso diez nuevos candidatos, a los que se les añadió los tres vicedirectores que había por aquella época.
En el listado elaborado por la empresa, la bióloga alicantina, que entonces era vicedirectora de Investigación Básica, estaba en noveno lugar. El 22 de junio de 2011 Blasco fue nombrada directora del CNIO y su fama se catapultó.
Sin embargo, la dirección del centro era un regalo envenenado. En mitad de la mayor recesión económica de la democracia española, el buque insignia de la investigación española se vio obligado a hacer un ERE del que salieron 57 personas.
Ante las dificultades económicas, Blasco optó por diversificar la financiación del centro a través de proyectos de filantropía y mecenazgo no estrictamente ligados a la investigación oncológica. De ahí surgieron iniciativas como CNIO Arte, que buscaba proyectar la fama del centro —y, en última instancia, atraer subvenciones— mediante el diálogo entre ciencia y humanidades.
La propia Blasco proyectó su imagen pública y era cara habitual de muchos eventos donde buscaba promocionar la ciencia y el papel de la mujer en un entorno tradicionalmente masculino.
Las contrataciones de personal de comunicación, imagen y asesoría necesarias para esa proyección, sin embargo, no sentaron bien en una plantilla diezmada cuyos (bajos) sueldos no se habían actualizado en años.
Tampoco ayudaba la actitud de Blasco de puertas para adentro. En lugar de la directora, en el CNIO le llamaban la dictadora. En la información recopilada por el gerente, Juan Arroyo, para explicar la situación del centro al patronato, se han incluido 13 denuncias internas por acoso y malos tratos.
El mal ambiente también se reflejaba en la encuesta psicosocial realizada a los empleados en 2023, que mostró un elevado nivel de violencia psicológica: en algunas categorías profesionales, el 41,7% del personal afirmaba sufrirla con frecuencia y casi uno de cada diez dijo que era constante. Los niveles de discriminación y acoso sexual tampoco eran normales.
A ello se le sumó una regularización de más de un centenar de trabajadores que había que estabilizar para poder optar a fondos europeos. Su estabilización hizo mella en un CNIO que llevaba años sin ver cómo la subvención nominativa que figuraba en los Presupuestos Generales del Estado no aumentaba.
Además, la fuga de cerebros que ha vivido el centro en los últimos años (algunos, directamente han acusado su salida a las 'discrepancias' con la directora) afectó a la captación de la financiación competitiva, la que se obtiene al ganar proyectos de investigación.
Los críticos con la gestión de María Blasco alegan, además, que buscaba beneficiar a sus acólitos frente a los grupos díscolos, creando un CNIO de dos velocidades y sin solucionar los graves problemas materiales del centro, incapaz de adquirir un microscopio confocal que necesitaban muchos de los grupos de investigación.
De ahí que 24 jefes de investigación escribieran una carta al Ministerio de Ciencia para pedir el relevo de Blasco. La carta destapó la mala situación del CNIO y desencadenó la negativa del patronato a aprobar el plan económico del centro en su reunión ordinaria de diciembre.
Los patronos pidieron a Blasco y al gerente, Juan Arroyo, sendos informes para evaluar la situación real de la institución al mes siguiente. En este tiempo, la ya exdirectora se ha defendido culpando a la bicefalia —y más tarde a Arroyo— de los males del centro, negando que haya acosado a nadie y proclamándose ella misma como víctima de acoso, llegando a compararse con la situación de los judíos bajo el nazismo.
El patronato, en su reunión extraordinaria de este miércoles, ha tomado una decisión salomónica reclamando las cabezas de Blasco y Arroyo. En una carta enviada a la plantilla este mismo miércoles tras su destitución, Blasco, que permanecerá en el centro como jefa del grupo de telómeros y telomerasa, ha dado las gracias al personal y se ha felicitado por la salida de Arroyo, retirado que ha habido una campaña de deshumanización contra ella y que ella no ha "querido ganas ninguna batalla mediática, solo ganar la batalla del cáncer".
Y remata: "Nos volveremos a encontrar en el futuro".