Francisco Etxeberria vio claro desde el principio que los restos de la hoguera de Bretón eran humanos. (Archivo)

Francisco Etxeberria vio claro desde el principio que los restos de la hoguera de Bretón eran humanos. (Archivo) UIMP

Ciencia

Francisco Etxeberria, el forense que puso a Bretón entre rejas: "Lo que hizo no es fruto de ninguna improvisación"

"Bretón no fue sincero e introdujo un dolor muy prolongado en el tiempo" / / "Puse una condición para participar en el caso: no cobrar nada" / "Sigue reprochando de lo ocurrido a la familia de su mujer: no convence".

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El asesinato de los niños Ruth y José a manos de su padre José Bretón conmocionó a la sociedad española hace algo más de una década. La frialdad del autor (condenado dos años después) durante el juicio, impasible mientras se relataban los escabrosos hechos, dejó marcada a la opinión pública, que vio reflejado en él el rostro del mal absoluto.

Un libro que se publica este marzo indaga en la mente de Bretón para explicar, si es que puede explicarse, qué lleva a una persona a matar a sus propios hijos. El autor, Luisgé Martín, ha ofrecido un aperitivo contando su primer encuentro cara a cara con el condenado, que explicó que la motivación de su crimen no fue la venganza contra su exmujer sino evitar que Ruth y José se criaran con la familia de ella, a la que considera "tóxica".

También replica, ante la frialdad de sus actos, que no planificó el crimen sino que fue un impulso. Pero ninguna de las dos explicaciones convence a Francisco Etxeberria, el principal responsable de que Bretón esté cumpliendo 40 años de prisión.

Profesor de Medicina Legal y Forense en la Universidad del País Vasco, Etxeberria ya era una figura conocida en su campo y fuera de él. Participó en los informes de torturas por parte de las fuerzas del orden y en el caso Lasa y Zabala, ha contribuido a las exhumación de las fosas comunes con víctimas del franquismo y analizó los restos de cantautor chileno Víctor Jara y el presidente de dicho país, Salvador Allende, para concluir que este último se había suicidado.

Pero su momento de máxima popularidad llegó con el caso José Bretón. A Etxeberria le llegaron de casualidad fotocopias de las fotografías que se habían tomado de los restos de una hoguera en la finca Las Quemadillas, a las afueras de Córdoba. Esos restos habían sido identificados como de animales pequeños, pues Bretón señalaba que había quemado cosas de su exmujer (entre ellas, animales disecados).

Pero Etxeberria vio claro desde un primer momento que aquellos restos óseos, menores que una canica, eran humanos. Su participación fue clave para reconstruir los hechos y propició la declaración de culpabilidad para Bretón por parte de un jurado popular.

En un libro que se publicará próximamente sobre José Bretón, este dice que mató a sus dos hijos no por venganza contra su exmujer sino para evitar que se educaran con la familia de ella, que calificaba de tóxica. ¿Le cree?

El señor Bretón no fue sincero cuando ocurrieron los hechos e introdujo un dolor añadido y muy prolongado en el tiempo de búsqueda de los niños. Esas incertidumbres producen mucho más daño para la familia.

Pasado el tiempo, trata de buscar una justificación a su desproporcionada conducta realizada con plena conciencia. De hecho, el señor Bretón no tuvo merma alguna en el conocimiento y en la voluntad de sus decisiones y por eso fue declarado imputable.

El problema de su planteamiento de ahora es que sigue reprochando lo ocurrido a la familia de su mujer y esto ni explica ni justifica aquellos crímenes. Debería pedir disculpas. No convence.

También dice que no planificó nada. ¿Es compatible una incineración de los cuerpos como la que montó con esa improvisación?

Probablemente, el señor Bretón partía de una experiencia previa por su participación en misiones militares en Bosnia. Lo que hizo no es fruto de ninguna improvisación. La secuencia de hechos probados durante el juicio y la ratificación de todo ello que ha realizado recientemente así lo acreditan.

La mayoría de los criminales que, además, queman un cadáver, lo hacen mal y, sin embargo, el señor Bretón lo hizo perfecto. Había preparado el fin de semana, administrado las pastillas, comprado el gasoil, preparado la pira de incineración… Eso es planificar.

Usted dijo que el informe pericial de ese caso ha sido el más fácil de su vida. ¿Cuántos casos en España pueden haber quedado irresueltos o haberse echado a perder por negligencias como las que usted advirtió?

En el ámbito de la medicina forense todavía no se han medido los 'errores' que sí se estudian en otras especialidades médicas. Muchas veces estos se producen porque no existe una supervisión profesional de los informes que se realizan.

De hecho, las discrepancias son legítimas y de gran utilidad debido a que enriquecen la discusión pericial y dan más garantías a los tribunales. La contrapericia es útil y no hay que enfadarse por ello. No hay cosa peor que cuando un forense defiende su postura diga que lo suyo es 'científico'. Por otra parte, la experiencia forense en cuerpos carbonizados es más habitual mientras que los casos de cuerpos incinerados, es menor.

Usted vio claro desde un primer momento, en fotocopias de fotocopias de las fotos, que los restos de huesos hallados no eran de animales sino humanos. ¿Cuánto tiempo le ha llevado adquirir esa destreza?

Es una acumulación de experiencias. Uno debe tener formación y experiencia y no siempre se obtiene en todas las subdisciplinas de la Medicina Forense.

En mi caso, he realizado algunas pruebas para ver la acción del fuego sobre los tejidos orgánicos y, además, en Antropología Forense manejamos constantemente muestras degradadas por múltiples circunstancias.

Aunque parezca mentira esto me ha interesado siempre, al igual que otros compañeros pueden ser extraordinarios expertos en toxicología, genética o psiquiatría, donde yo no me siento tan seguro.

Usted ya era un forense muy reconocido antes de llegar por casualidad al caso de José Bretón. ¿Cómo le afectó a nivel personal y profesional?

Existía un gran interés social ya que no es normal que desaparezcan dos niños en el centro de una ciudad. Y esto lo sabía la policía y la autoridad judicial que mantuvieron el caso realizando numerosas pesquisas.

Fue una casualidad que yo interviniera y lo hice ante una consulta puntual bajo el mismo argumento que es la clave de nuestra especialidad: la leal colaboración con la Administración de Justicia de forma objetiva e imparcial. Y todo ello sin confundir la imparcialidad con la neutralidad que, creo, equivocan con frecuencia incluso los políticos. Puse una condición: no cobrar nada.

Un médico y antropólogo forense, ¿debe aprender a dejar las emociones a un lado en su trabajo?

No es fácil. Este caso también te afecta y emociona cuando piensas en la madre de los niños. Ninguna madre está preparada para que le ocurra algo semejante. Es decir, se produce una solidaridad y empatía total con el caso.

No somos indiferentes al sufrimiento. Desde hace muchos años recuerdo aquellos apuntes de Medicina Forense que decían que nuestra especialidad está en el Derecho, con el Derecho y contra el Derecho. Algo de nuestras aportaciones también sirve para la evolución y perfeccionamiento de las leyes.

A nivel anímico, ¿cuál ha sido su trabajo más difícil?

Todos tenemos casos no resueltos o mal resueltos. Estos no los presentamos en los congresos de la especialidad ni nadie los consulta. Lo mas difícil es mirar a los ojos a las personas que han sufrido malos tratos e incomprensión.

Un forense tiene que ser demostrativo de aquello que sostiene y esto no siempre lo logramos. No hay forenses buenos o forenses malos, hay pericias bien trabajadas y otras que no.

Usted ha participado en informes de torturas por las fuerzas del orden y en la exhumación de fosas de represaliados durante la Guerra Civil. ¿Ha recibido presiones?

Recordemos que a mi me quemaron el coche en 1985 y a mi compañero forense, también en San Sebastián, le pusieron una bomba. ¿Quién lo hizo? ¿Quién lo investigó? En cualquier caso, yo no soy víctima y siempre me he sentido protegido por autoridades de todo tipo.

Hace unos meses, un programa en TVE reveló el 'auténtico origen' de Cristóbal Colón. ¿Cómo ve esta espectacularización de la ciencia forense?

La investigación es pertinente y quienes la realizan son grandes profesionales. Tengo confianza en los resultados que se obtengan y, de hecho, se han descartado algunas propuestas respecto de este enigma.

El problema ha consistido en el formato, que no ha convencido a los expertos en la materia. Esto puede resultar ya habitual si recordamos las series televisivas de CSI en las que, creo, demuestran que para investigar conflictos humanos hay que utilizar la lógica, la razón y la ciencia.

Seguro que los resultados se publican y entonces conoceremos todos los detalles. Yo mismo dirigí la investigación de Miguel de Cervantes en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid y me sentí incomprendido.