En 1964, Robert Wilson y Arno Penzias trabajaban en los Laboratorios Bell de Nueva Jersey con un nuevo tipo de antena de radio creada para detectar las señales que rebotaban en un satélite llamado Echo. Faltaban cinco años para conquistar la Luna y el satélite era, básicamente, un globo metalizado. La antena empezó a detectar un ruido que estos radiofísicos no podían identificar. El ruido estaba presente día y noche, estaba extendido por todo el espacio y era cien veces más intenso de lo que esperaban encontrar. ¿Qué demonios sería? Wilson y Penzias limpiaron la antena, que estaba cubierta por cagadas de paloma, y volvieron a mirar. El ruido seguía ahí.
Paralelamente, Robert Dicke estaba a punto de iniciar un experimento en la Universidad de Princeton, a 60 kilómetros de allí, para tratar de encontrar la ansiada radiación de
fondo de microondas, los resquicios energéticos generados hace más de 13.000 millones de años que demostrarían que el universo se inició con un Big Bang y una rápida inflación cósmica. Pero los resultados que Dicke y su equipo buscaban ya los habían encontrado -por casualidad- Penzias y Wilson, lo que les valió alzarse con el Nobel de Física de 1978.
El astrónomo texano, que hoy tiene 80 años, ha visitado España este mes para acudir al festival Starmus, donde concedió esta entrevista a EL ESPAÑOL.
Una de las grandes polémicas de lo que llevamos de siglo es la fallida detección de las ondas gravitacionales primordiales, ese alarido del Big Bang que, supuestamente, un equipo de científicos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian había detectado en marzo de 2014. Wilson vivió de cerca aquel fiasco del experimento BICEP2, debido a que ocupa un puesto de profesor emérito en este centro.
El BICEP2 dijo que había hallado las ondas gravitacionales primordiales pero luego resultó ser solamente polvo. Esto cual recuerda a lo que usted tuvo que pasar hasta detectar la radiación de fondo de microondas. ¿Por qué es tan fácil en astronomía confundir la señal y el ruido?
En este caso no es ruido, ya que este "ruido" procede de lo que constituye nuestra galaxia. Primero, la radiación que hay delante tiene que ser separada para poder ver
la que hay en el fondo. En principio es algo bastante directo, coges el espectro con el número de frecuencias y buscas en las bajas frecuencias la radiación Sincrotrón, que es muy brillante a estas frecuencias. Luego, en las frecuencias más altas retiras el ruido producido por el polvo espacial y lo que queda deberían ser las ondas primordiales, pero por desgracia BICEP sólo medía una longitud de onda, una sola frecuencia, por lo que no pudieron hacer esa separación.
¿No fue un poco aventurado anunciar aquello sin estar seguro?
Cuando hicieron el anuncio pensaron que el polvo sería poco y la gente del Max Planck no les dijeron lo que estaban midiendo, porque no habían acabado su análisis.
[En 2014, el equipo de astrofísicos del Instituto Max Planck, en Alemania, estaba buscando también las ondas gravitacionales primordiales, aunque con otros instrumentos y métodos. La competencia entre ambos equipos era feroz, ya que un descubrimiento así prácticamente aseguraba a los descubridores un premio Nobel.]
Tuve la posibilidad de hablar con miembros de ambos experimentos, estadounidenses y alemanes, y lo cierto es que había bastante pique entre ellos.
Sí, antes había mucha competencia y ahora hay cooperación. Eso es lo que tenía que acabar pasando. Y aquí en Canarias tienen el experimento Quijote que debería aportar algunas medidas a baja frecuencia... todo el mundo va a tener que reunirse y ponerlo todo sobre la mesa para obtener la respuesta.
Su descubrimiento de la radiación de fondo de microondas fue clave para que recientemente se detectaran las ondas gravitacionales. ¿Cree que estamos entrando en un nueva era de la astronomía?
En realidad ahora está al mismo nivel que hace 50 años... lo que podemos detectar en este punto son sólo las fusiones de agujeros negros, pero si acabamos haciendo lo de los tres satélites para medir frecuencias más bajas entonces podremos detectar un montón de gravedad.
Se refiere al experimento europeo LISA, que consistirá en tres satélites separados cinco millones de kilómetros y formando un triángulo...
Sí, ahí es cuando creo que veremos el verdadero impulso científico. Es decir, lo de las ondas gravitacionales y el LIGO es algo maravilloso, no quiero quitarle mérito ninguno, pero creo que la verdadera aplicación ocurrirá un vez lo hagamos desde el espacio.
Cuando se descubrieron las ondas gravitacionales, se dijo que ahora seríamos capaces de conocer mejor las poblaciones de agujeros negros en el universo. ¿Por qué es importante esto?
Ahora mismo, lo que sabemos es que muchas galaxias tienen un agujero negro en el centro. Pero no tenemos evidencias de que los agujeros negros existan en ningún otro sitio. Estos dos eventos registrados han sido agujeros negros de tamaño moderado. Los que hay en el centro de la galaxia, al menos en el caso de la nuestra, son un millón de veces la masa del Sol, incluso miles de millones a veces. Ahora tenemos algo que, quizá surgió de una supernova, y tiene unas cuantas decenas de masas solares, estamos encontrando dónde están esas nuevas poblaciones de agujeros negros.
Debe ser emocionante.
Sí, aunque es un poco difícil predecir qué tipo de ciencia saldrá de esto. No obstante, parece que tenemos una nueva forma de mirar al universo y eso va a ser excitante.
Usted es un experimentalista. ¿Qué tal se lleva con los cosmólogos? Se emocionan bastante con los multiversos y esas cosas, ¿verdad?
Intento aferrarme a la teoría pero encuentro enriquecedor escucharles, son gente que a menudo lo hace muy bien explicando lo que hacen. Estuve escuchando antes a Roger Penrose y bueno, no estoy de acuerdo en todo con él, pero está bien escuchar diferentes teorías... Especialmente, para mí, es un placer ver la radiación de fondo de microondas aparecer en tantos sitios.
Claro, muchos modelos sobre lo que pasó tras el Big Bang se apoyaron en su descubrimiento, debe ser halagador de algún modo.
Sí, es muy satisfactorio.
Lo normal suele ser que alguien haga una predicción y luego otros la confirmen con experimentos, pero en su caso sucedió al revés.
Bueno, íbamos buscando algo, ese algo salió mal y eso es lo mejor que nos pudo pasar.