El Ministerio de Economía y Competitividad de España califica oficialmente como "elemento clave" la participación de nuestro país en la construcción y en la explotación de las Grandes Instalaciones Científicas (GIC) y en los Organismos Internacionales asociados a ellas. Este tipo de instalaciones, reconoce el propio Ministerio, ofrece los medios más avanzados e indispensables para elevar la calidad de nuestros resultados de investigación y desarrollo tecnológico, así como la mejora en la competitividad de nuestras empresas y su proyección exterior.
Esta declaración de intenciones suena muy bien en la teoría, sin embargo la realidad nos ofrece un panorama radicalmente distinto. En apenas una década nuestro país ha dejado escapar algunas de las mayores maravillas tecnológicas que han terminado construyéndose en otros países.
Falta de compromiso
Francisco Javier Cáceres, actual Director General de la Asociación Española de la Industria de la Ciencia (INEUSTAR), vuelve a España después de un largo viaje a Japón en el que ha asistido a la candidatura del país nipón para albergar el futuro ILC (Internacional Linear Collider).
"Sales del metro y en cualquier estación encuentras carteles y posters promoviendo la candidatura para ganar esta instalación científica, en los colegios se imparten cursos a los estudiantes explicando en qué consistirá el colisionador y en las televisiones se emiten anuncios apoyando la iniciativa... Es otro mundo".
"Nos estamos quedando atrás", explica Cáceres, "y seguiremos perdiendo hasta que no comprendamos que albergar una instalación científica internacional requiere la misma iniciativa, apoyo y compromiso que presentar una candidatura a unos Juegos Olímpicos, a una Expo o a un Mundial de Fútbol". En España nos hemos volcado con proyectos menos decisivos para nuestro futuro y hemos olvidado otras candidaturas, las científicas. "Si un país no cuenta con el empuje suficiente por parte de sus instituciones y también de sus ciudadanos, es más que probable que no lo consiga".
El ejemplo más actual es el Telescopio de Treinta Metros (TMT) que, con un presupuesto de 1.200 millones de dólares, tenía prevista su construcción en Hawái hasta que se encontró con la férrea resistencia de grupos de activistas locales que argumentaban que la ubicación del telescopio era terreno sagrado. Tras meses de protestas, juicios y enfrentamientos que paralizaron las obras, el comité responsable decidió que el TMT no se instalaría en Hawái... "Si no hay interés, se instala en otro sitio y ahí te quedas", concluye el director de INEUSTAR.
Actualmente el TMT busca un nuevo emplazamiento y tres países han mostrado su interés por albergar su construcción: México, Chile y España, con la candidatura de La Palma. En unos meses se conocerá la decisión final.
"Somos la última generación que pasará penurias energéticas". Así de contundente y optimista se muestra el doctor en Astrofísica Héctor Socas, experto en Física Solar en el Instituto Astronómico de Canarias, al referirse al gran proyecto ITER que se está construyendo en la localidad francesa de Cadarache. Más de tres décadas de investigación, treinta y cuatro países implicados y unos 15.000 millones de euros de presupuesto para desarrollar el primer reactor experimental de fusión de la Historia.
Demasiados proyectos perdidos
"Pocos lo recuerdan hoy", relata el astrofísico a EL ESPAÑOL, "pero nuestro país se presentó como candidato para albergar esta gran instalación científica hace poco más de una década". En 2005, esta llave maestra para la producción de energía del futuro a la que llamamos ITER buscaba un emplazamiento y surgieron tres posibles localizaciones: Cadarache en Francia, Rokkasho en Japón y Vandellós en España. La iniciativa francesa nos dejó fuera de combate.
Poco más tarde, en 2009, se nos escapaba entre las manos otra pieza clave de este rompecabezas energético. Tres países se disputaban la instalación en su territorio de la Fuente Europea de Neutrones por Espalación, conocida por sus siglas ESS: Hungría, Suecia y nuevamente España, mediante la candidatura de Bilbao, pugnaban por conseguir el nuevo centro de investigación de neutrones. La decisión final recayó sobre la localidad sueca de Lund y España veía como se alejaba una nueva oportunidad científica.
Al año siguiente, en 2010, y después de demasiadas dudas por parte de las administraciones españolas, La Palma se presentó como candidata para acoger lo que será el gran ojo del mundo para observar el cielo. El Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT) buscaba un lugar para emplazar sus casi 40 metros de diámetro y convertirse en el mayor telescopio óptico del planeta. España volvió a perder la candidatura y el comité se decidió por Chile.
Podríamos continuar con el largo historial de derrotas científicas patrias añadiendo otras tantas siglas de instalaciones y proyectos que han terminado desperdigados por medio mundo y docenas de contratos tecnológicos perdidos. De hecho, y a pesar de no aparecer en ningún medio de comunicación, hace unos meses también perdimos contra Italia la adjudicación de las obras de la estructura y el Domo del propio E-ELT en Chile.
El propio Francisco Javier Cáceres nos anima a reflexionar sobre algunas cuestiones: "¿Dónde están los astronautas españoles? ¿Cómo es posible que tan solo queden un puñado de empresas españolas trabajando para ESA mientras que más del 80% del presupuesto espacial se escapa hacia otras empresas europeas? ¿Sabes que hace tan solo unos días se anunció el cierre definitivo del Instituto Tecnológico de Canarias por resultar inviable?". "Podría seguir durante un buen rato", afirma cabizbajo el director de INEUSTAR.
Una nueva oportunidad... ¿perdida?
Ahora se nos abre una nueva puerta al futuro de la energía mundial con la posibilidad de albergar otra gran instalación tecnológica y los científicos responsables de la candidatura española han puesto todo su empeño en ganar para España el gran proyecto IFMIF-DONES que se podría construir en Granada.
Si se consiguiese, se trataría de la mayor instalación científica jamás construida en nuestro país: Un gigantesco acelerador de deuterones (o núcleos del átomo de deuterio) diseñado para probar los materiales que formarán parte de los futuros reactores de fusión.
Las siglas IFMIF (International Fusion Materials Irradiation Facility) corresponden al mayor esfuerzo por ahondar en la investigación y desarrollo de los materiales necesarios para construir ese pequeño Sol a escala y revolucionar la energía tal y como la conocemos.
En estos momentos ya se está desarrollando una primera fase del proyecto IFMIF, denominada EVEDA y situada en Japón, con el objetivo de comprobar los principales factores técnicos de la instalación. A finales de este año 2016, el organismo europeo Fusion For Energy (F4E) tomará la gran decisión sobre la ubicación final del acelerador de neutrones.
Países como Polonia o Croacia están apostando muy fuerte por conseguir estas instalaciones mientras que España, que inició la carrera muy rezagada, lucha por recuperar posiciones. A principios de junio los propios investigadores y científicos involucrados en la candidatura, preocupados por el rumbo de la candidatura española, empezaron a alertar de la pasividad y desinterés por parte de las fuerzas políticas e instituciones, que en aquellos momentos andaban más ocupadas en campañas electorales que en instalaciones tecnológicas.
Desde Granada, Javier Díaz, profesor de arquitectura de computadoras y coordinador responsable de la candidatura española por parte de la Universidad, empieza por señalar una paradoja fundamental: "España ya está financiando este proyecto, ganemos o perdamos la construcción de IFMIF en Granada, tendremos que invertir dinero de todos modos".
En la actualidad nuestro país ya se encarga del 27% de la participación económica europea del acelerador EVEDA que se está construyendo en Japón y no importa dónde se construya el nuevo DONES... España tendrá que invertir económicamente aunque se construya en Croacia o en Polonia, entonces: ¿Por qué regalar a otro país las ventajas tecnológicas y el retorno económico que supondría ubicarlo en Granada?
Impulso a la economía
Una instalación como IFMIF-DONES tiene un coste de 360 millones de euros, de los cuales España deberá hacerse cargo de un 20% del presupuesto europeo. Sin embargo, de instalarse en Granada el proyecto revertiría positivamente en la región creando anualmente unos 400 empleos directos y hasta 1000 puestos de trabajo indirectos, sin mencionar que se podría recuperar más de 200 científicos españoles emigrados a otros países.
Los responsables de la candidatura estiman que solamente durante la primera fase del IFMIF en España se crearían más de 12.000 empleos de calidad y se conseguiría un retorno cercano a 900 millones de euros para nuestro país, derivados de contratos tecnológicos y de las amplias aplicaciones de la instalación, incluidas algunas tan sorprendentes como la medicina.
El pasado 13 de junio, y después de varias semanas de dudas, el Gobierno Central y la Junta de Andalucía por fin se pusieron de acuerdo para apoyar conjuntamente la candidatura de España pero la llegada de las elecciones y la incertidumbre de contar aún con un gobierno provisional está impacientando a los científicos.
La mayoría de los ingenieros y físicos implicados en la candidatura española preguntados se muestran preocupados porque la propuesta no avanza como debería, mientras que nuestros contrincantes se han puesto las pilas... Muchos de ellos temen que volvamos a ser, de nuevo, los losers de la ciencia.