Un grupo de oncólogos chinos dirigidos por Lu You, de la Universidad de Sichuan, empezará este mes de agosto a introducir, en pacientes con cáncer de pulmón, células modificadas con la técnica de modificación genética CRISPR-Cas9.
La idea es que estas células inmunes, extraídas de la sangre de los propios pacientes y modificadas para atacar las células tumorales, sean capaces de contrarrestar al tumor una vez insertadas. Existen muchas incertidumbres, y si no funciona, se podrán aprender muchas cosas. Pero si logra funcionar será, sin duda, el mayor hito de la lucha contra el cáncer en mucho tiempo.
Paradójicamente, ni Science, ni Nature, ni ninguna otra revista científica de alto impacto aceptaron hace un año publicar el estudio científico, realizado por investigadores de la Universidad Sun Yat-sen, que describía el uso de esta técnica en humanos. Es más, lo rechazaron por preocupaciones éticas. Apareció finalmente en Protein & Cell, una revista de poca relevancia y con apenas cinco años de antigüedad.
Revisión cuestionableDesde la revista británica adujeron que la manipulación genética de embriones "es un área compleja y que evoluciona rápidamente, para la cual no podemos -y no deberíamos- ofrecer fácilmente políticas simplistas", dijo el director editorial de Nature, Ritu Dhand. En la misma línea se manifestaron representantes de Science y Cell. Por su parte, desde Protein & Cell defendieron su decisión, añadiendo que el estudio cumplía con la legislación china y con la declaración de Helsinki, que regula la ética en investigación médica con humanos.
Revista | Factor de impacto |
Nature | 38.138 |
Science | 34.661 |
Protein & Cell | 2.851 |
En su contra pesa que el artículo fue recibido en la revista un 30 de marzo y aceptado un 1 de abril, tan sólo dos días de revisión. Springer, la editorial de la revista, declaró que el estudio había recibido críticas al ser enviado a Nature y Science, y que los autores las emplearon para hacer correcciones al manuscrito, lo que aceleró el proceso.
Todo resulta bastante sospechoso, aunque existen voces que defienden el trabajo que China está haciendo en investigación biomédica en los últimos años. "En nuestra opinión, los temores de que la ambición científica de China están superando su capacidad de imponer unas precauciones apropiadas en las ciencias biológicas -particularmente en la investigación que tiene que ver con embriones humanos- son exagerados", escribían hace unos días los investigadores Douglas Sipp y Duanqing Pei. "De hecho, China ha mostrado precaución y restricciones con respecto a alterar el genoma de óvulos, esperma o embriones humanos en investigación".
Algunos comentarios a la negativa de estas grandes revistas a publicar el estudio del CRISPR recordaban que Nature no tuvo tantos miramientos éticos en otras ocasiones, como por ejemplo cuando en 2014 publicaron un estudio sobre las células madre inducidas por estrés que, posteriormente, tuvo que ser retirado y cuyo fracaso costó la vida a al co-autor del trabajo, Yoshiki Sashai, que se suicidó tras el escándalo.
Los temores de que la ambición científica de China están superando su capacidad de imponer unas precauciones apropiadas son exagerados
En unas semanas sabremos si la técnica CRISPR, iniciada en 2013 por el español Francis Mojica en la Universidad de Alicante, emerge como una alternativa terapéutica válida en oncología o si las revistas clásicas llevaban razón en su resquemor. Sin embargo, el debate sobre el papel de estas instituciones de papel en el mundo académico de hoy en día seguirá avivado.
Por un lado está el auge de la ciencia asiática, que en áreas como la manipulación genética está decidida a liderar la investigación mundial en detrimento de la ciencia anglosajona. Por otro lado, la aparición de páginas preprint, donde los investigadores suben estudios previos a su publicación para que sean discutidos por otros científicos.
Hasta ahora, las páginas preprint estaban sobre todo centradas en áreas como la física o las matemáticas, donde arXiv.org funciona muy exitosamente desde hace 25 años. Pero ahora estas prácticas se aproximan también a las ciencias de la vida -incluidas la biomedicina y la genética- algo que incomoda también a muchos en las revistas clásicas por su, dicen, cuestionable credibilidad.