El próximo 22 de diciembre veremos por la tele el tradicional descorche de cava en administraciones de lotería de muchos puntos de la geografía española. Además de los premiados, quienes deberían celebrar la lluvia de millones son algunos políticos, particularmente los del Partido Popular, si conocieran los resultados de un estudio publicado en Journal of Political Economy.
No nos referimos a Carlos Fabra, que al parecer tenía una suerte inusitada en los sorteos y debe estar acostumbrado a festejar estas ocasiones como un premiado más, sino a los efectos colaterales que deja la Lotería de Navidad para el partido que ocupa La Moncloa en forma de apoyo electoral en las provincias más afortunadas.
Manuel Bagüés, profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Aalto, en Helsinki (Finlandia), y su colega Berta Esteve-Volart, de la Universidad de York, en Toronto (Canadá), han analizado los resultados de las elecciones generales celebradas en España entre 1986 y 2008 y un centenar de encuestas realizadas por el CIS durante ese mismo periodo, que suman las respuestas de unos 300.000 individuos. Al cruzar estos datos con los lugares agraciados en cada sorteo observan que por cada décimo premiado con el Gordo el partido en el Gobierno obtiene 0,6 votos más en las siguientes elecciones.
"En una localidad en la que se hubieran vendido 2.000 décimos, el partido que gobierna obtiene unos 1.200 votos más de lo que cabría esperar dados sus resultados en el pasado en esa localidad y sus resultados en otros municipios en esas mismas elecciones", explica a EL ESPAÑOL Manuel Bagüés, que antes de mudarse a Escandinavia trabajó en la Universidad Carlos III de Madrid.
Aunque el estudio es puramente estadístico y el investigador no es partidario de centrarse en casos concretos que pudieran estar influidos por alguna circunstancia coyuntural, pone un ejemplo especialmente relevante. En las Navidades de 2006, Soria recibió 390 millones del Premio Gordo, del que se vendieron unos 1.300 décimos.
El impacto económico de este acontecimiento en una provincia tan poco poblada –poco más de 93.000 habitantes en aquel momento- fue muy fuerte, ya que "equivalía aproximadamente al 20% del PIB provincial". En las elecciones generales de marzo de 2008, celebradas 15 meses después, el partido en el Gobierno, el PSOE, mejoró sus resultados en la provincia en 3,6 puntos porcentuales con respecto a 2004, mientras que en el resto del país sólo incrementó su apoyo en 1,3.
El efecto se observa principalmente con el Primer Premio y en menor medida con el Segundo y el Tercero. Además, desaparece dos años más tarde de la celebración del sorteo, "o al menos no es lo suficientemente grande para que podamos detectarlo estadísticamente", apunta el economista. Los frutos los recoge el partido que sustenta al Gobierno central en cualquiera de los diferentes tipos de elecciones que se celebran, aunque es "ligeramente mayor para el PP".
Una lotería única en el mundo
Los investigadores no han elegido la Lotería de Navidad por casualidad. "Es única en el mundo en el sentido de que no hay un solo ganador, sino que varios miles de hogares de la misma localidad reciben un premio de varios cientos de miles de euros", apunta Manuel Bagüés. De hecho, otro tema que se aborda en su estudio es el impacto que tiene en las economías locales: la mayoría del premio se deposita en los bancos, alrededor del 60%, y se observa un aumento en la venta de coches y de las transacciones inmobiliarias.
El hecho de que los partidos gobernantes obtienen mejores resultados en las zonas donde la situación económica es mejor es muy conocido en la literatura académica. Un buen ejemplo es el de las recientes elecciones de Estados Unidos, en las que Donald Trump logró su inesperada victoria al imponerse en estados industriales golpeados por la crisis como Michigan, Wisconsin y Pennsylvania, mientras que a Hillary Clinton de poco le sirvió ganar con holgura en California y Nueva York.
Votantes conscientes
Sin embargo, "la novedad de nuestro artículo es mostrar que esto ocurre incluso en un contexto en el que los votantes son conscientes de que no tienen nada que agradecer al Gobierno", comenta el economista de Aalto. Las encuestas del CIS, que arrojan un incremento de la intención de voto a favor del partido gobernante similar al de los datos electorales, les han permitido analizar esta cuestión más a fondo. "Cuando a los ciudadanos les preguntan su opinión acerca del Gobierno y de la oposición no parece que nada haya cambiado, es decir, no es que de repente piensen que lo están haciendo mejor o peor", afirma.
Entonces, ¿qué es lo que sucede? "Una posible explicación sería que cuando por alguna razón estamos más satisfechos con nuestra vida no seamos tan exigentes con nuestros gobernantes", señala Bagüés. Por otra parte, también es muy probable que cuando nuestra vida va bien prefiramos que no haya cambios.