¿Ha habido en 2016 una epidemia que se ha cebado especialmente con los famosos? ¿Cómo es posible que tantas caras conocidas hayan desaparecido en estos últimos 12 meses? La respuesta a la primera pregunta es no y la respuesta a la segunda es irrelevante.
César Hidalgo, Cristian Jara y Cristian Candia-Castro, tres investigadores del Media Lab del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT) han usado los datos para demostrar que no, que 2016 no ha sido un año especialmente funesto para los amantes de las celebrities. Es más, probablemente sea peor 2017, para el que prevén alrededor de 197 fallecimientos de famosos.
O 192, si descontamos los decesos del escritor británico John Berger (90), el ayatolá iraní Akbar Hashemí Rafsanyaní (82), el padre de la democracia portuguesa Mario Soares (92), el escritor argentino Ricardo Piglia (75) o el sociólogo polaco Zygmunt Bauman (92) fallecidos en los primeros días de este nuevo año. Pero... ¿cuenta alguno de ellos como famoso para los investigadores del MIT? En realidad, de estos, solamente Rafsanyaní y Soares son mundialmente famosos según sus criterios.
¿Quién es realmente famoso?
"Definimos a alguien como famoso si podemos leer sobre ellos en muchos idiomas, ¿cuántos? Veinte o más para ser exactos", dicen los investigadores en un post. Y cuando dicen leer se refieren, simplemente, a tener una página de Wikipedia en todos esos idiomas. Existen unas 29.400 personas a día de hoy que cumplen esos requisitos.
En lo que sí ha sido excepcional 2016 es en la muerte de mega-famosos, esto es, personas que tienen una página de Wikipedia en más de 70 idiomas. En total, cayeron 16 frente a los 9, 10 y 14 de los tres años anteriores.
Teniendo en cuenta que en el planeta hay aproximadamente 7.477 millones de personas, resulta que por cada 254.000 personas existe alguien razonablemente famoso. O al menos, así funcionaba hasta la invención de la imprenta. Antes de Gutemberg, había una fracción constante de los seres humanos que era famosa. A más personas, más celebridades. Esto siguió funcionando durante los dos siguientes siglos, aunque con una fracción mayor de famosos. Desde finales del siglo XVII, sin embargo, los científicos del MIT detectan un cambio: "El número de famosos nacidos cada año es proporcional al cuadrado de la población, es decir, el número de nacimientos de famosos, dividido por la población del mundo en esa época, se ha incrementado de forma lineal a lo largo del tiempo".
Este incremento ha crecido aún más en las últimas décadas con la aparición de la radio, televisión, internet, etcétera. En resumen: estamos produciendo famosos a un ritmo nunca antes visto y, por eso, cada año morirán más personas célebres.
Otra de las claves es que cada año mueren más y más famosos dedicados a las artes escénicas: música, cine o teatro. ¿Por qué ocurre esto? Muy sencillo. "El número de artistas o intérpretes explotó con la emergencia de las películas y la radio, y luego la televisión", explica a EL ESPAÑOL César Hidalgo, profesor asociado en el MIT Media Lab.