A la astrónoma del Space Telescope Science Institute (STScI) Amaya Moro-Martín no le ha gustado nada que la Fundación Española de la Ciencia y la Tecnología (FECYT) hable positivamente del trabajo que hace la institución con los investigadores que, como Moro-Martín, no residen en España.
Así, ha utilizado la revista Nature para responder a un artículo escrito por varios miembros del organismo -incluido su director, José Ignacio Fernández-Vera-, que titula con un contundente Cómo se atreven a llamarnos diplomáticos, aludiendo al título del texto original, La diplomacia científica española: una estrategia de abajo a arriba colaborativa y global.
Moro empieza con fuerza su artículo: "Nunca me he considerado una diplomática, por lo que fue una sorpresa para mí ser etiquetada como tal por el gobierno español. Oficialmente, los científicos emigrantes como yo, forzados a abandonar España por las circunstancias extremas que rodean la investigación en casa, no existían antes. Hablaban de nosotros como una leyenda. Ahora, me entero, no sólo soy real, sino que soy parte de una ingeniosa estrategia política desarrollada deliberadamente por el Gobierno para mandar a científicos fuera a buscar colaboración y fortalecer, no debilitar, la ciencia española".
La autora principal del texto original -publicado en la revista Science & Diplomacy-, la coordinadora de Ciencia de la FECYT en la embajada española en Washington, Ana Elorza, explica a EL ESPAÑOL que "en ningún caso" han dicho que los investigadores españoles en el exterior "sean diplomáticos".
Para Amaya Moro, esto no es así. La investigadora comenta a este diario: "Está claro que su retórica incluye a las asociaciones de investigadores que estamos fuera, no sólo las oficinas que están montando en las embajadas".
"Por primera vez tres embajadas españolas cuentan con un coordinador científico que trabaja para construir mejores relaciones científicas, incluir la ciencia en la política exterior y apoyar a los científicos españoles", comenta Elorza, que en el artículo califica este tipo de nombramientos como "una práctica común en otros países como Francia o Reino Unido, que permite a la ciencia ocupar un asiento central en la mesa diplomática".
Para Moro, sin embargo, se trata de un ejemplo perfecto del término "hechos alternativos" que ha acuñado el equipo de Donald Trump. "Yo pensaba que era vista como un ejemplo de la fuga de cerebros", escribe la astrónoma. "Sin embargo, según los funcionarios del Gobierno [los firmantes del artículo] este flujo unilateral de talento es parte de la "circulación de cerebros" que, naturalmente, tiene un impacto positivo para todos", denuncia la científica.
Porque al contrario de ver la creación de la figura del coordinador científico en tres embajadas -Washington, Londres y Berlín- como un hecho positivo, la también investigadora de la Johns Hopkins University considera que este hecho escenifica que a España "le falta un consejo asesor de alto nivel y políticamente independiente". "Es absurdo que lo mejor que el Gobierno pueda ofrecer sea colocar a asesores científicos en embajadas, lejos del lugar donde se toman las decisiones, Madrid", subraya Moro.
Eso sí, la astrónoma quiere dejar claro que no está en contra de las nuevas delegaciones diplomáticas, pero no cree que deban de ser la principal vía de acción: "Desde el Ministerio y sus fundaciones asociadas, en vez de maquillar la situación, lo que necesitan es aceptar la problemática, estudiar sus causas y aportar soluciones concretas y urgentes. Es en esto en lo que deberían canalizar sus recursos y sus energías, y no tanto en ensalzar con palabras grandilocuentes la 'Marca España".
"La diplomacia científica es hoy más necesaria que nunca", argumenta por su parte Elorza.
Más allá de responder al artículo puntual, Moro denuncia otros problemas de la ciencia española. En concreto, habla de un cambio de contrato que sufrieron "los jóvenes investigadores en España a mediados de febrero" y que afectó a "alrededor de 10.000" personas. Sin embargo, desde la secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación recuerdan que la modificación mencionada -el cambio de código de los contratos- se revocó el pasado 3 de marzo, como señaló el Ministerio de Empleo en nota de prensa. Moro confirma que no era consciente de este cambio cuando mandó el artículo.
La investigadora radicada en EEUU, que tiene experiencia en denunciar la situación de los científicos que han de emigrar, como hizo en sendas cartas abiertas a Mariano Rajoy publicadas en The Guardian, no termina aquí su rosario de denuncias. "La realidad es que el ambiente para la investigación en España es problemático", concluye.