Parece claro que nuestro ideal urbanístico ha cambiado mucho desde 1937: para la Exposición Internacional de París de aquel año se propuso la construcción del Phare du Monde (Faro del Mundo), una torre de hormigón de 700 metros cuya mayor innovación consistía en una carretera que trepaba en espiral siguiendo su contorno hasta la cúspide, para que los coches pudieran ascender hasta un aparcamiento y un restaurante en su parte superior. Por suerte, aquella monstruosidad, diseñada por el ingeniero Eugène Freyssinet, nunca llegó a ver la luz.
Pero aunque hoy se prefieran soluciones urbanísticas más sostenibles, ecológicas y razonables, la visión actual no impide que sigan lanzándose propuestas arriesgadas, con mayor o menor pretensión de llevarse a término. Estas son algunas de las ideas más curiosas, innovadoras o extravagantes que hoy circulan.
El rascacielos colgante
¿A quién se le podría ocurrir la idea de capturar un asteroide en la órbita terrestre y colgarle un rascacielos volante? Se le ha ocurrido a Clouds Architecture Office, un estudio de diseño de Nueva York que recientemente colaboró con la NASA en el diseño de un iglú hinchable recubierto de hielo destinado a servir como hábitat marciano. La Torre Analemma, que así llaman a su nueva propuesta, sería un edificio de varios kilómetros de altura, alimentado por energía solar y dividido verticalmente en secciones para usos diversos, desde el residencial y el comercial hasta el agrícola e incluso el funerario.
La torre se colgaría de un asteroide en órbita a unos 50.000 kilómetros de la Tierra. De este modo, el rascacielos quedaría cerca de la órbita geosincrónica (36.000 kilómetros), donde los satélites no varían su posición respecto a la superficie terrestre. En la práctica, Analemma describiría una figura en forma de 8 sobre el mapa del mundo, desde Nueva York, pasando por el Caribe y Centroamérica, hasta la costa de Perú. Una estación en tierra, situada en el recorrido del edificio, se acoplaría brevemente a éste durante su paso diario para la transferencia de mercancías y personas. Los autores del proyecto proponen que la torre se construya en Dubái, ya que el emirato "ha demostrado ser especialista en edificios altos con una quinta parte del coste de construcción en Nueva York", dicen.
Otros edificios (casi) imposibles
La asimétrica aguja de cristal concebida por la compañía Arconic no colgaría del cielo, pero no podría estar más cerca de él. Como homenaje a los dibujos animados clásicos The Jetsons (en España, Los Supersónicos), cuyos protagonistas vivían en el año 2062, la empresa de nuevos materiales y tecnologías propone para esa fecha la construcción mediante impresión 3D de un rascacielos de 4,8 kilómetros de altura que no sólo se mantendría limpio, sino que además barrería la atmósfera. Todo ello gracias al EcoClean, un material de recubrimiento que retiene y degrada los contaminantes ambientales. El edificio sería además dinámico, con ventanas que se transforman en balcones de cristal.
Más modesto en sus dimensiones, pero no menos arriesgado en su concepto, es The Big Bend (la gran curva), el rascacielos en forma de U invertida ideado por Oiio Studio, la firma del arquitecto griego Ioannis Oikonomou. El edificio, que Oikonomou desearía ver materializado como parte del skyline neoyorquino, superaría en 61 metros de altura al nuevo One World Trade Center, pero de extremo a extremo de la U mediría un total de 1.220 metros, estableciendo un récord de longitud difícil de superar.
Ciudades flotantes
Esto parece ir en serio: ante la amenaza de que la subida del nivel del mar debida al cambio climático devore las dos terceras partes de su territorio, el gobierno de la Polinesia Francesa firmó el pasado enero un contrato con la compañía de San Francisco (EEUU) The Seasteding Institute para estudiar la construcción de una ciudad flotante a partir de 2019, siempre que se apruebe antes la legislación necesaria para llevarlo a cabo.
El de The Seasteding Institute no es el único proyecto de ciudades flotantes, aunque sí el que al menos ha conseguido el interés de un gobierno. Pero quien se haya preguntado alguna vez si su apartamento en la playa no podría moverse un poco más allá, al propio mar, y ya de paso navegar por el mundo tocando puertos, debe saber que esto ya existe: se llama The World, y es un buque de crucero de residencias de lujo en propiedad operado desde 2002 por la compañía de Miami ResidenSea. Pero también hay quien ha tratado de escalar esta idea hasta el tamaño de una ciudad. En los años 90, el ingeniero estadounidense Norman Nixon concibió el Freedom Ship, un barco-ciudad de una milla de largo y 25 pisos de altura. Nixon murió sin ver realizado su proyecto, pero hoy algunos de sus socios continúan tratando de encontrar inversores interesados en embarcarse en esta aventura sin temor a un naufragio financiero.
Ciudades subterráneas
En 1964, el bioquímico y escritor de ciencia ficción Isaac Asimov pronosticaba que medio siglo después, en 2014, habitaríamos en viviendas subterráneas. Eran otros tiempos, y lo que para Asimov era la utopía del futuro hoy sería el infierno para muchos. Y sin embargo, la idea de aprovechar el subsuelo para vivir no está ni mucho menos descartada. La firma mexicana Búnker Arquitectura es autora de la idea del Rascasuelos, una pirámide invertida que horadaría la tierra bajo el famoso Zócalo de Ciudad de México hasta unos 300 metros de profundidad, casi la altura de la Torre Eiffel, con 65 niveles de oficinas, viviendas y comercios para alojar a unas 100.000 personas.
Aunque la idea resulte hoy aún extraña, ya hay precedentes a menor escala: también en México D. F., el Garden Santa Fe es un centro comercial subterráneo acristalado hacia el cielo en su centro, según la misma idea del Rascasuelos. Otras ciudades como Londres o Helsinki están explorando la extensión urbanística hacia el subsuelo, y en Nueva York se proyecta el primer parque subterráneo del mundo, Lowline, en una antigua estación de tranvías.
El emirato marciano
Una ciudad en Marte del tamaño de Chicago para el año 2117. Este es ni más ni menos el proyecto anunciado el pasado febrero por los gobiernos de Dubái y Abu Dabi. Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) ya se han distinguido por sus construcciones megalómanas y sus visiones tecnológicas futuristas, la penúltima de las cuales consiste en lanzar en Dubái el próximo julio un servicio de taxis aéreos autónomos; es decir, sin piloto.
Según el vicepresidente de Dubái, el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, con el proyecto Marte 2117 se pretende que "EAU lidere los esfuerzos internacionales para hacer realidad este sueño". Aún tienen un siglo para trabajar en ello, pero hay algo claro: si alguien tiene el dinero para hacerlo posible, son ellos. Por el momento, EAU trabaja en poner la primera piedra, una sonda científica que se lanzará a Marte en 2020.