El 'científico loco' que quiere trasplantar una cabeza humana 'crea' una rata de dos cabezas
El neurocirujano italiano Sergio Canavero, que lleva años anunciando una operación que se considera imposible, intenta demostrar su viabilidad en un modelo murino, que sólo vivió 36 horas.
3 mayo, 2017 14:02Noticias relacionadas
Es una de esas noticias que llevan años apareciendo periódicamente en los medios de comunicación. El trasplante de cabeza está al caer o, al menos, así lo anuncia cada pocos meses el neurocirujano italiano Sergio Canavero, antiguo director del Grupo Avanzado de Neuromodulación de Turín y actualmente en el Grupo Colaborativo Internacional HEAVEN/GEMINI, desarrollado específicamente para lograr ese objetivo.
Harto de que no le crean y los científicos descalifiquen sus anuncios, Canavero ha dado un paso más y ha publicado en la revista CNS Neuroscience & Therapeutics un experimento que, según él, demuestra que está más cerca de conseguirlo.
El neurocirujano ha utilizado a tres ratas para crear un animal híbrido con dos cabezas. Uno de los animales suplió de sangre a la cabeza del segundo, más pequeño, que fue decapitado y su cabeza enganchada al tercer animal.
El año pasado Canavero declaró que ya había llevado a cabo un trasplante de cabeza en perros, pero ninguna revista científica ha avalado esta información. El nuevo experimento sí cuenta con dicha garantía, pero no está tan claro que vaya a ser trasladable a humanos; entre otras cosas, la cabeza trasplantada sólo vivió 36 horas.
A pesar de eso, el médico italiano ha vuelto a decir que trasplantará su primera cabeza humana en China, un país donde los límites a la investigación humana son bastante más laxos que en otros. El objetivo es que lesionados medulares recuperen su movilidad, algo que el resto de científicos consideran una quimera.
El profesor de Neurocirugía Tipu Aziz, del John Radcliffe Hospital de Oxford, declaró a The Times que Canavero había perdido los papeles y que su experimento en ratas "no ofrecía nada nuevo" a nivel científico. "Se hizo en perros en los años 1950 y en monos en la década de 1970. Ambos fueron considerados antiéticos", concluyó.