Así puedes enseñar matemáticas a los niños en verano sin que se den cuenta
Dos expertas recomiendan varias actividades para integrar esta disciplina en la vida cotidiana, de modo que los más pequeños aprendan y se diviertan.
19 julio, 2017 02:58Noticias relacionadas
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La eterna polémica sobre las tareas escolares se ha recrudecido este último curso, llegando incluso a declararse la primera huelga de deberes en la escuela pública. Después del fin de curso, ya no hay deberes pendientes, pero muchos profesores recomiendan ejercicios de repaso para que los niños no olviden lo aprendido durante el curso, sobre todo las matemáticas. En verano, los padres tienen la libertad de elegir; el problema es que en plenas vacaciones estivales, bajo un calor agobiante, con playas y piscinas a mano, la opción de sentarse frente a un cuaderno de ejercicios de mates tiene todas las de perder.
Pero hay una alternativa, y es la que proponen Sivanes Phillipson, profesora de Educación e Investigación de la Familia, y Ann Gervasoni, profesora de Formación en Habilidades Numéricas, ambas de la Universidad Monash en Melbourne (Australia). Lo que Phillipson y Gervasoni sugieren es que sean los propios padres quienes integren la enseñanza básica de las matemáticas en su día a día con los niños; un día a día que es especialmente prolongado durante las vacaciones escolares de verano.
Las matemáticas de lo cotidiano
"Nuestra investigación claramente aconseja que los niños aprendan matemáticas en las actividades cotidianas", afirma Phillipson a EL ESPAÑOL. La experta aclara que no es necesariamente malo que los niños dediquen una cuota de sus vacaciones a los cuadernos de ejercicios como parte de un tiempo de aprendizaje. Pero esta actividad difícilmente se disfruta, sobre todo en verano: "convierte el aprendizaje de las matemáticas más en un ejercicio reglamentado que en algo intuitivo y divertido", dice Phillipson.
El enfoque recomendado por las dos investigadoras "permite a los niños vivir su infancia y aprender matemáticas como parte de su vida diaria, juegos e interacciones con sus padres, hermanos y amigos", prosigue Phillipson. Según la experta, en ocasiones los padres se inhiben de emprender estas actividades con los niños por falta de confianza en su propia capacidad para enseñar, pero no se trata de seguir un método riguroso, sino de descubrir junto con los niños cómo las matemáticas forman parte de la vida en todos los detalles de nuestra experiencia diaria. "Los padres descubren formas de aprender matemáticas que hasta entonces no habían sospechado; tanto niños como padres aprenden", dice la investigadora.
Naturalmente, el nivel de las actividades deberá adecuarse al del niño, y nadie mejor que los padres conoce ese nivel. Pero las investigadoras señalan que pueden beneficiarse de ello tanto los niños de primaria como los que aún están en edad preescolar. Según Phillipson y Gervasoni, incluso los bebés de pocas semanas empiezan a aprender diferencias en las formas y el número de los objetos.
Poniendo ejemplos concretos, las dos expertas apuntan que cualquier paseo puede servir para hablar con los niños del número y las formas de los objetos, ya sean señales de tráfico, conchas recogidas en la playa o coches aparcados en la calle. Buscar semejanzas y diferencias, calcular el tiempo que se tarda en llegar a la esquina o comparar la altura de los árboles o el peso de las piedras, organizar los objetos por sus características o jugar al Veo Veo con magnitudes: "Veo veo, algo que es más alto que mamá...". Mientras los niños ayudan en la cocina, podemos comparar la cantidad o el peso de los ingredientes. Y para los ratos de juegos, Phillipson y Gervasoni recomiendan las actividades que utilicen dados, cartas, formas, mapas o dinero. Incluso en el rato de lectura nocturna se puede llamar la atención de los niños sobre los datos matemáticos que forman parte de los cuentos.
11 actividades recomendadas
A través de sus investigaciones, Phillipson y Gervasoni han identificado estos 11 tipos de actividades sencillas que pueden empezar a practicarse con los niños desde que son muy pequeños, y que ambas expertas detallan en su reciente libro Engaging Families as Children's First Mathematics Educators (Implicar a las familias como las primeras educadoras de los niños en matemáticas) (Springer, 2017):
Comparar objetos y describir cuál es más largo, más corto, más pesado o más pequeño.
Jugar con formas en 2D y objetos en 3D, y describirlos.
Describir dónde están posicionadas las cosas, por ejemplo, norte, fuera, detrás, enfrente.
Describir, copiar y extender patrones que se encuentran en situaciones cotidianas.
Usar palabras de tiempo para describir momentos, eventos y rutinas, incluyendo días, meses, estaciones y celebraciones.
Comparar y hablar sobre la duración de eventos cotidianos y la secuencia en que ocurren.
Contar hasta 10, hasta 20 y más allá.
Usar números para describir y comparar colecciones de cosas.
Usar la subitización perceptual y conceptual (la capacidad de reconocer cantidades de un vistazo sin contarlas) para comparar el número de objetos en una colección con el de otra.
Mostrar diferentes maneras de calcular un total (inicialmente con números pequeños).
Comparar los nombres de los números, símbolos y cantidades hasta 10.
Las dos investigadoras precisan que para estas actividades no hay normas, horarios ni rutinas: no se trata de forzarlas, sino de integrarlas en el día a día mientras preparamos el desayuno, tomamos un baño o paseamos por el parque. Y pese a su apariencia sencilla, lo más importante es que la eficacia de estas actividades viene avalada por sus resultados: los estudios sobre un programa de este tipo llamado Let’s Count (Vamos a contar), desarrollado en Australia con la participación de Gervasoni y enfocado a los pequeños de tres a cinco años, descubren que los niños mejoran en tareas como hacer grupos de siete objetos (89% de éxito frente a un 63% en los que no siguen el método), continuar patrones (56% frente al 34%) o contar colecciones de 20 objetos (58% frente al 37%).
"La idea de nuestro enfoque es alentar a los niños y a las familias a que aprendan conceptos matemáticos que pueden ver en todas partes y cada día de sus vidas", resume Phillipson; "estamos en una generación que está olvidando rápidamente lo que ya teníamos, y que es demasiado dependiente de actividades estimuladas artificialmente", concluye.