La dispersión de partículas radiactivas que provocaron desastres históricos como el de Chernóbil o Fukushima cruzó varias fronteras. Por eso, el control rutinario de los niveles de radiactividad en el aire a lo largo del planeta es de crucial importancia para frenar posibles escapes antes de que sea demasiado tarde.
Las alarmas europeas acaban de saltar después de que varias estaciones del continente hayan medido cantidades anormales de un isótopo radiactivo concreto en la atmósfera. El suceso se registró entre el 29 de septiembre y el 3 de octubre y, aunque en un principio pueda parecer aterrador, en realidad no hay nada que temer al respecto.
Un misterio aún por resolver
Durante estas fechas varias estaciones de medición de radiactividad situadas en Alemania, Suiza, Italia y Francia detectaron niveles anormales, pero no perjudiciales, de Rutenio-106. Este isótopo es muy utilizado tanto en medicina, para tratar tumores pequeños, como en ingeniería para alimentar satélites.
Aunque por el momento no se conoce la fuente de emisión de estas partículas, todas las estaciones parecen coincidir en que procede de algún lugar del este de Europa, muy posiblemente alguna ciudad del sur de Rusia.
No es la primera vez
Los niveles de Rutenio-106 detectados no superaban los 5 mili becquerelios por metro cúbico de aire, una cantidad extremadamente baja si tenemos en cuenta que en accidentes como el de Fukushima se alcanzaron picos de 130.000 becquerelios.
Por lo tanto, no hay de qué preocuparse. Pero, al igual que ocurrió a principios de 2017 cuando se detectó un caso similar procedente de la misma zona, es importante buscar su origen para comprobar qué está ocurriendo.
En aquel caso no se trataba de Rutenio-106 sino de Yodo-131. En un principio se habló de posibles pruebas nucleares clandestinas, pero finalmente se concluyó que debía proceder de alguna empresa farmacéutica, ya que este isótopo es muy utilizado en medicina para tratar patologías como los trastornos tiroideos.
Si se tratase de algo realmente peligroso los niveles de radiactividad serían mayores y no habría un solo isótopo en el aire, sino una mezcla de varios. De todos modos, las autoridades competentes siguen tratando de desentrañar el origen del misterio, aunque no debe cundir el pánico.