Remo H. Largo, el pediatra que explica por qué hay tantos idiotas en la política
El pedagogo suizo señala en su última obra cómo el sistema favorece la perpetuación de las élites pese a su descendencia mediocre.
19 febrero, 2018 02:15Remo Hans Largo (Winterthur, Suiza, 1943) interrumpe la entrevista con un gesto cortés pero tajante cuando sale a colación el informe PISA que cada año saca los colores a la educación en España. El pediatra formado en Zúrich y y California coloca un cuaderno sobre la mesa y traza una gráfica. Es una campana de Gauss: una línea que comienza plana, crece en forma de colina y vuelve a descender hasta aplanarse. Largo se inclina hacia delante y clava la mirada de lentes redondas en el interlocutor, que nota la sensación desasosegante en el estómago propia de los exámenes sorpresa.
El vértice vertical de su dibujo mide la capacidad lectora, mientras que el horizontal corresponde al reparto de la población escolar. El pediatra señala los tres tramos: las dos llanuras, la del comienzo y la del final, son las minorías con las peores y mejores notas, respectivamente; la colina es la media. "Esos de ahí abajo apenas saben leer, estos tienen una capacidad media y estos son buenísimos. Si cogemos la curva de Suiza, la media estaría más adelantada que la de España. La situación es algo mejor. Eso es lo que dice el informe PISA. Pero eso - y traza un círculo sobre la parte más desfavorecida de la gráfica - también lo tenemos en Suiza".
"En Suiza tenemos aproximadamente medio millón de adultos con una inteligencia media-normal que no saben leer" - explica el pedagogo. "En España serán unos tres millones de personas. Y no es culpa de la escuela. Ocurre en todas partes, de China a Finlandia. En otras palabras, que existan esas diferencias en la capacidad de lectura depende en una pequeña media del sistema educativo, que puede desplazar esta curva un poco hacia delante o hacia detrás. Pero que haya tanta diferencia entre personas es una disposición genética. Lo mismo podremos decir de cualquier otra capacidad intelectual de la que queramos hablar. Por ejemplo, las matemáticas".
Largo está en España para presentar su undécima obra, Individualidad humana (Editorial Debate). Se trata de una indagación a partir de bases biológicas, socieconómicas y culturales sobre el viejo principio filosófico: ¿por qué el ser humano es el único que se interroga quién es él con respecto al mundo, y por qué eso nos causa infelicidad? En el mundo desarrollado, explica el pediatra, la búsqueda de la excelencia formativa y cognitiva ha tocado techo. Lo compara con seguir echando fertilizante a un manzano ya crecido. "Si tenemos una escuela mala, tendremos una curva peor. Pero en las sociedades avanzadas, hemos alcanzado el máximo potencial de nuestro intelecto".
¿Por qué entonces no ha brotado a nuestro alrededor ya la utopía? Porque el legado de la curva es la desigualdad. Señala mucho más que a los torpes y los empollones de la clase. "En muchos países lo que ocurre es que se privilegia a las personas del tercio superior. Es un problema político importante" - advierte Largo. "Suelen ir a escuelas y universidades privadas, mientras que el grupo del tercio inferior tiene menos posibilidades de estudiar".
"Pero observamos un fenómeno interesante" - retoma, y la mirada tras las lentes redondas relampaguea. "Supongamos que los dos padres son académicos, médicos o ingenieros. Ellos esperarán naturalmente que sus hijos también lo sean. Pero eso no es así. Ni con la mejor escuela que les queramos dar. El 40% de los hijos de estas personas tienen un cociente intelectual inferior al de sus padres. Y ocurre exactamente lo contrario entre los menos favorecidos. Es una ley fundamental en la Biología".
El principio al que se refiere es la regresión a la media, formulada por el británico Francis Galton hace 130 años. Él se interesó por la herencia de un rasgo, la altura, primero en plantas de guisantes y después en humanos. El estudio sobre 900 padres e hijos arrojó que quienes eran excepcionalmente altos tendían a tener hijos más bajos, y vice-versa, los de menor talla tenían hijos que les rebasarían. La Ley de Galton, explica Largo en su obra, tiene una correlación intelectual. Los hijos de las personas con el cociente más bajo tenderán a ser más inteligentes, pero el C.I. de los privilegiados no tiende a heredarse, sino que decae hacia la media.
Los padres en el tercio bajo quieren que sus hijos brillantes asciendan. Los del tercio superior quieren que los suyos, mediocres, se conserven entre la élite. Y no hay tarta para todos. "Se puede desfavorecer a los favorecidos, pero eso no es lo que ocurre en Europa y en Estados Unidos. Piense en el presidente George W. Bush. Él no era inteligente" - valora con la proverbial amabilidad helvética: hasta fecha reciente, 'Dubya' era considerado por los propios estadounidenses como uno de sus Comandantes en Jefe más estúpidos de la Historia. "Fue su familia la que le pagó la Universidad. Él por sí mismo no habría conseguido jamás matricularse en Yale. Y así es como se llega a presidente".
Cuando se le señala que, en materia de inquilinos de la Casa Blanca, hemos ido a peor, Largo se rearma: "El poder que tiene ese grupo sobre el otro es un poder que hay que quebrar. Imagine que a Trump se le somete a un examen en televisión. Se evalúa su inteligencia,su ética, sus capacidades lingüísticas, qué sabe de números, sus conocimientos económicos y sobre la administración... En el caso de Trump, apenas sabe leer. Una persona así no puede a ser presidente. ¿No es increíble? Lo logró por ser un showman. Pero si hiciésemos estas preguntas a cualquier candidato y no fuera capaz de responderlas, con toda seguridad no sería elegido".
Satisfacción política es satisfacción personal
La obra de Largo es exhaustiva: las condiciones para alcanzar el ajuste de nuestra individualidad en el mundo también exigen seguridad económica y política. Y los tiempos ha sido deplorables a este respecto. "Creo que los jóvenes ha superado relativamente bien la crisis en España. La unión familiar y la convivencia en la sociedad es bastante buena. Es una experiencia familiar mucho más intensa que en Alemania o Suiza. Incluso me atrevería a decir que está más fortalecida que en Italia. Cuando ustedes pasan por dificultades, esos jóvenes tienen un refugio. Y eso es algo que en Alemania se da muy rara vez. Caen en la soledad".
El pediatra es consciente no obstante de la fragilidad de familias en las que tres generaciones subsisten con las pensiones de los abuelos, cada vez más amenazadas. "El problema del envejecimiento es enorme, y también lo tenemos en Suiza y en Alemania. En estos países se recluye a los ancianos en residencias que ya no se pueden pagar. Yo solo veo una posibilidad. Y es que desde un punto de vista político, se fortalezca a la familia. En Suiza nos faltan todos los años un 30% de niños. La población envejece y en la base de la pirámide invertida hay cada vez menos jóvenes, que no pueden por su parte mantener el sistema de pensiones".
Ahí entra el otro filo de un cuchillo envenenado, la precariedad de la Juventud. "Les es enormemente difícil tener una familia propia y han dejado de tener hijos. Además, con los anticonceptivos, las mujeres tienen por primera vez en la Historia la capacidad de elegir si quieren ser madres o no. La economía debe tener el concepto de familia y comunidad en mente para que podamos volver a incorporar a los ancianos y a los niños. Y eso es algo que se puede propiciar políticamente, por ejemplo, manteniendo bajo el tipo de interés de las hipotecas".
Se trata, finalmente, de conquistas democráticas. "No es mi intención elogiar a Suiza" - matiza Remo. "Pero en el Gobierno tenemos siete ministros que tienen que tomar todas su decisiones conjuntamente. Y uno de esos siete es el presidente, pero solo por un año. No tiene ningún poder de decisión por su cuenta. El pueblo suizo recela mucho de sus gobernantes. Así es como se combate desde el lado desfavorecido de la balanza, adquiriendo práctica en la democracia directa. E involucrando a las mujeres. Un partido entero de mujeres".