Hasta ahora, los restos humanos más antiguos que se habían encontrado en Polonia tenían unos 52.000 años. Sin embargo, una reciente investigación ha permitido encontrar huesos todavía más antiguos. Se trata de dos falanges de dedos localizados en la cueva de Ciemna, en Cracovia, que tienen una antigüedad de, aproximadamente, 115.000 años.
El descubrimiento, que se publicará a finales de este año en la revista Journal of Paleolithic Archaeology, ha sido llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Jagiellonian University. Según un análisis reciente, los huesos miden aproximadamente un centímetro de largo, son porosos y están salpicados de docenas de agujeros en forma de colador. Los investigadores aseguran que pertenecieron a un niño de entre cinco y siete años que vivió durante la época del Paleolítico. Pero aún hay más. Al examinarlos detenidamente, los expertos hallaron señales que indicaban que las piezas habían sido tragadas por un ave.
Según los autores, todo parece indicar que el niño fue trágicamente devorado por un pájaro prehistórico de grandes dimensiones y que sus restos tuvieron que ser ingeridos y digeridos por el mismo. Lo que aún no está claro es si el ave mató al niño antes del banquete o si el pequeño falleció por otra causa antes de que se produjera el brutal suceso.
En cualquier caso, lo que si tienen claro los investigadores es que las falanges del niño pasaron "a través del sistema digestivo de un ave grande", expresó a través de un comunicado Paweł Valde-Nowak, profesor de arqueología de la Universidad Jagellónica de Cracovia, Polonia.
Huesos en mal estado
Además, el mismo investigador explicó que "dado el mal estado de conservación de los huesos", tampoco ha sido posible realizar un análisis de ADN. "Pero no tenemos dudas de que estos son restos neandertales, porque provienen de una capa muy profunda de la cueva, unos pocos metros por debajo de la superficie actual", dijo Valde-Nowak. Según parece, esta capa contiene herramientas de piedra típicas utilizadas por el hombre de Neandertal.
Los arqueólogos han estado estudiando la cueva Ciemna durante décadas. Ha sido en esa investigación del terreno cuando se encontraron los huesos del niño. Sin embargo, no ha sido hasta 2018 cuando se ha descubierto que los huesos pertenecen a un neandertal. Todavía existen dudas acerca de si los huesos terminaron en la cueva porque los neandertales vivían allí o solo de forma estacional.
El descubrimiento de estos huesos supone un paso muy importante para la arqueología polaca, principalmente porque son los restos humanos más antiguos que se han encontrado en Polonia hasta la fecha. "Solo fragmentos únicos de huesos fósiles pertenecientes a parientes del hombre moderno (Homo sapiens) han sobrevivido hasta nuestros días en Polonia", explicó el científico.
Los investigadores también han desenterrado herramientas neandertales, como raspadores de cuchillos, que podrían usarse para cortar y raspar, en las orillas del río Vístula de Polonia. Todos estos hallazgos de los neandertales provienen del sur de Polonia, lo que indica que la región dio grandes frutos a los neandertales, a diferencia de la parte norte.
Los neandertales, cercanos al ser humano actual
Los últimos descubrimientos sobre el hombre de Neandertal no hacen más que confirmar que eran, en realidad, más parecidos a nosotros de lo que pensábamos. En primer lugar, tanto ellos como nosotros descenderíamos de un mismo antepasado, probablemente del llamado Homo heidelbergensis. Pero no solo eso: se sabe que compartimos entre un 1,5% y un 2,1% de material genético heredado de los neandertales.
No solamente compartimos ADN sino también un comportamiento y formas de vida parecidas: es probable que los neandertales vivieran en comunidades donde se prestaban apoyo y cuidado mutuo y hasta algunos grupos de ellos, habrían llegado a enterrar a los muertos, un comportamiento hasta ahora únicamente atribuido al ser humano. Algunos estudiosos plantean que quizás hasta habrían sabido del uso medicinal de ciertas plantas, gracias a restos encontrados en el sarro calcificado en una mandíbula de neandertal.
No es un caso aislado
Aunque la historia es, sin lugar a dudas una tragedia, no se trata de un caso aislado. La investigadora Sarah Sloat asegura que el registro fósil aborda muchos más episodios de niños primates que han terminado en el estómago de algún pájaro. Es el caso del niño de Taung, uno de los hallazgos más importantes de la historia de la antropología que llevó a los investigadores a situar África como el lugar de origen de la especie humana.
Fue encontrado en 1924, era un Australopithecus africanus y contaba con unos 2.8 millones de años de antigüedad. Unos análisis que se le realizaron en 2006 evidenciaron marcas de pinchazos debajo de las cuencas de los ojos, compatibles con las garras de un águila. De hecho, se sabe que el águila coronada africana se alimenta de monos de un tamaño similar a un niño y que suele llevarse trozos de su presa al nido, lo que explicaría que solo se encontraran dos huesos de dedo del pequeño juntos.
El caso más reciente se conoció hace tan solo unos años. Entre la población Maorí de Nueva Zelanda existía una leyenda que hablaba de un enorme pájaro depredador de niños. Durante mucho tiempo se creyó que no se trataba más que de un animal mitológico. Pero, tras muchos años de investigación los expertos descubrieron que el animal existía. Las tomografías computarizadas de los huesos del gran águila Haast, que se extinguió en Nueva Zelanda hace unos 500 años, mostraron que era un carnívoro, no un carroñero, y tenía garras lo suficientemente fuertes como para perforar una pelvis humana.