Cuando levantamos la vista hacia el cielo, los humanos del siglo XXI sabemos que estamos observando el infinito. No siempre fue así. En otro tiempo, pero en el mismo lugar, hubo personas como nosotros que pensaban que miraban a una bóveda incrustada de brillantes estrellas. Los ojos de los seres humanos se quedaban en esa barrera. Sin embargo, gracias a la tecnología y a algunas mentes abiertas, nuestra vista las superó.
Las mentes abiertas no tienen género, y así lo demuestra el último libro de Dava Sobel, El universo de cristal. Sobel es una periodista neoyorquina dedicada a dar a conocer los últimos descubrimientos de la ciencia en diarios como The New York Times. Esta vez, ha decidido volver al pasado, cuando la ciencia estaba dominada por los hombres, para mostrarnos cómo un grupo de mujeres consiguió hacernos mirar más allá.
Hoy en día, los científicos estiman que no entendemos el 95% del universo. Sin embargo, hace casi dos siglos este conocimiento era prácticamente nulo. "Por aquel entonces, los astrónomos dedicaban todo su tiempo a dibujar mapas del universo visible. No sabían de qué estaban hechas las estrellas o cómo de lejos estaban. De hecho, pensaban que el Sol era un lugar templado y habitable. Había una gran ignorancia", explica Sobel.
La dificultad de ser científica
El libro de Dava Sobel comienza en Estados Unidos a mediados del siglo XIX, una época donde las mujeres no contaban con derechos reconocidos. El voto femenino no llegaría a ser una realidad en ese país hasta el año 1920. La situación para ellas en la ciencia, por tanto, era bastante adversa. La mayoría de los hombres no confiaban en ellas para realizar trabajos de laboratorio porque no había, prácticamente, estudios científicos firmados por ellas.
Las mujeres, sin embargo, se introdujeron en laboratorios como trabajadoras de oficina. Realizaban tareas más mecánicas y tediosas como, por ejemplo, el cálculo. Sin embargo, incluso para esas tareas eran rechazadas en algunos sitios. El observatorio de la universidad de Harvard fue uno de los lugares que empezó a contratarlas en esa época.
"Las primeras mujeres científicas llegaron a serlo sin proponérselo porque estaban contratadas para realizar otras funciones. Algunas no habían demostrado interés en la ciencia antes. La tecnología había aumentado el número de información y se necesitaba plantilla que trabajase con esos nuevos datos", comenta la periodista, y continúa: "Algunos hombres, como el director del observatorio, contrataron mujeres porque creían en su potencial pero, sobre todo, porque recibían un sueldo inferior. Las del observatorio resultaron ser inteligentes, perspicaces e hicieron importantes descubrimientos".
Los logros olvidados de las mujeres
Las estrellas, al igual que los seres vivos, se clasifican según ciertos rasgos diferenciadores. Fueron las mujeres del observatorio de Harvard quienes establecieron estas clasificaciones que, actualmente, siguen en uso. Dar con este sistema de nombramiento a través de letras y números fue una difícil tarea en la que tuvieron que descomponer el espectro de la luz de las estrellas y observar en ellos patrones que se repitieran.
Además, estas mujeres dieron con la fórmula para medir distancias en el espacio que se sigue utilizando ahora. Algunas estrellas, vistas desde la Tierra, parecen cambiar de brillo cada cierto tiempo. Este fenómeno óptico se da de manera cíclica y entenderlo fue la clave para saber a qué distancia se encontraban. Pero, sin duda, el descubrimiento de estas mujeres que más impactó en la comunidad científica de aquella época fue que el hidrógeno es el elemento más abundante en la composición de las estrellas.
"Este estudio, firmado por Cecilia Payne, fue el más desafiante y algunos científicos dijeron que era poco creíble. Tan sólo unos años después se convencieron de que era cierto", relata Sobel. "Los estudios firmados por estas mujeres no fueron nunca infravalorados y se conocieron nacional e internacionalmente. Cualquier cosa que escribían se publicó en los anales del laboratorio y otros astrónomos debían leerlo. Fue una gran oportunidad para hacerse oír".
A pesar de haber sido grandes investigadoras, estas mujeres han sido olvidadas. Sobel admite que, cuando se documentó para escribir el libro, encontró mucho material original escrito por ellas, pero muy poco sobre sus figuras.
"Esta historia está olvidada y pienso que es importante que la gente la recuerde. Además, la mayoría de los científicos que se estudian en el colegio son hombres. Espero que si las niñas ven a mujeres en el rol de científicas, pensarán que hay un lugar para ellas en ese mundo", explica la autora del libro. "Se ha observado en los últimos años que los estudios firmados por mujeres son rechazados con más frecuencia por las revistas científicas que los de los hombres".
Sobel se muestra positiva con respecto al futuro de las mujeres en la ciencia. "Ahora tanto los hombres como las mujeres son más conscientes de las injusticias. La revolución está sucediendo y consiste en acercar la ciencia a todo tipo de personas".
Las primeras fotografías del espacio
La fotografía incorporada a la astronomía supuso el inicio de un gran número de descubrimientos. Por aquel entonces, la fotografía era muy primitiva y, por ello, aplicarla para mejorar el conocimiento sobre las estrellas supuso un acto de apertura de mente. "Al principio no tuvo buenos resultados. Había que utilizar unos líquidos malolientes y unas láminas de cristal muy delicadas. Cualquier accidente en el proceso podía estropear el resultado. Con el tiempo se emplearon materiales más sensibles, los telescopios se adaptaron mejor para poder tomar fotografías con ellos y se construyeron observatorios en lugares que presentaban, normalmente, cielos más despejados".
Esas láminas de cristal con fotografías del universo son, precisamente, las que dan título al libro. Actualmente, están todas perfectamente conservadas en la universidad de Harvard. Sobel las ha tenido en sus manos para realizar la investigación de su libro y admite que trabajar con ellas tuvo que ser una tarea muy tediosa y delicada. "Ahora es todo digital y el astrónomo le pide al operario del telescopio que le muestre lo que quiera observar".
El futuro está detrás de las estrellas
"¿Qué retos tiene la astronomía hoy en día? Todos. Entendemos muy poco del universo. No sabemos qué es ni la materia ni la energía oscura. Además, quedan muchos planetas que descubrir y los científicos siguen buscando vida en alguno de ellos", explica la periodista. "A priori puede parecer difícil alcanzar ese conocimiento, pero en el siglo XIX pensaban que era imposible saber de qué estaban hechas las estrellas porque no se podía extraer una muestra de ellas. Gracias, en parte, al trabajo de estas mujeres, hemos normalizado que podemos conocer cómo son los planetas y las estrellas por muy lejos que estén".
"Sólo hace falta voluntad. Nuestro planeta se enfrenta ahora un cambio climático preocupante y se pueden hacer muchas cosas, pero falta voluntad. Eso me preocupa mucho", concluye Sobel.
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