El físico andaluz que dejó de estudiar por un cáncer y ahora trabaja con Harvard y el MIT
La enfermedad truncó los años universitarios de Carlos Dorronsoro, que ahora celebra una carrera "tardía" pero brillante en el campo de la óptica.
23 diciembre, 2019 02:07Noticias relacionadas
"Mi carrera en física empezó con muy mal pie. Pasé mucho tiempo con oncólogos, traumatólogos, radiólogos o radiofísicos", explicaba Carlos Dorronsoro Díaz (Granada, 1972) en su discurso de aceptación del Premio de Física, Innovación y Tecnología 2019 que conceden la Real Sociedad Española de Física (RSEF) y la Fundación BBVA. Lo hacía con la misma bonhomía y calidez que demostrará a lo largo de la entrevista, y que solo conocen quienes han hecho frente demasiado pronto a los terribles zarpazos que reserva la vida.
La enfermedad hizo descarrilar una prometedora carrera investigadora pero dejó en Donorroso una intensa vocación hacia la aplicación utilitaria y social de la ciencia. Su interés por la óptica le llevó a Suiza, a trabajar para la legendaria marca de cámaras Leica. Desde entonces ha cofundado cuatro empresas y es coinventor de 21 patentes en cirugía refractiva y de cataratas, procesado de imágenes y microscopía entre otras áreas.
Una quincena de estas patentes —con cotitulares como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT) o la Harvard Medical School— han sido licenciadas a empresas nacionales e internacionales. El premio que acaba de recoger destaca su último proyecto, la startup 2Eyes Vision cuya tecnología promete revolucionar la cirugía de corrección visual.
Su proyecto es un simulador que permite que los pacientes que van a recibir un implante intraocular vean los resultados por adelantado.
Exactamente. Uno de los proyectos que ha salido de nuestro laboratorio y está más avanzado es lo que llamamos un 'Simulador de Visión Simultánea'. Permite que los pacientes, antes de someterse a una operación de cataratas o presbicia, de miopía o hipermetropía con corrección de la córnea por láser, o incluso de ponerse lentes de contacto, vean cuál va a ser la experiencia visual una vez pasada la cirugía.
¿El paciente recibe la impresión visual que tendría con diferentes lentes?
Sí. Por fuera, es como si llevara unas gafas de realidad virtual. Pero por dentro estás viendo una realidad manipulada por la óptica, que proporciona la visión que tendrías con distintas correcciones: lentes multifocales, lentes monofocales, en un ojo u el otro... las distintas combinaciones que son muy difíciles de explicar y para las que, a la hora de decidir, lo mejor es tener la experiencia visual directa. Como dicen, una imagen es mejor que mil palabras.
¿Y esto supera a las actuales pruebas oftalmológicas?
Es una prueba complementaria. Actualmente no está disponible en la práctica clínica. Añadiría un extra de precisión, de rigor y de evidencia en la elección de las lentes.
Básicamente, su invento viene a jubilar a las gafas.
Eeeeh... (ríe) No realmente. Es un simulador para probar las distintas soluciones que se ofrecen y muchas de ellas son alternativas a las gafas. Pero no supone en sí mismo una nueva corrección, sino una forma de elegir la más adecuada para cada paciente.
Me ha llamado la atención, si me disculpa la frivolidad, que usted lleve gafas igual que yo. He pensado: "En casa del herrero..."
Quizás, sí (ríe). He investigado durante tiempo la cirugía refractiva, las correcciones oftálmicas con las lentes de contacto, pero yo en realidad soy hipermétrope. Y ahora, con la presbicia, llevo gafas, pero es una cosa muy reciente en mi vida, de hace año y medio. Por ahora no tengo la necesidad de recurrir a la cirugía. Entiendo que, para mucha gente, llevar gafas es una molestia, pero a mi de momento no me importa.
Su ámbito de investigación, la óptica, cubre también el perfeccionamiento de los dispositivos visuales. ¿Podemos imaginar un futuro en el que las lentes no solo corrijan sino que aumenten con tecnología nuestra visión?
Sí. Últimamente se están incorporando sensores en lentes de contacto y se está trabajando en sistemas inteligentes. Yo lo veo como una posibilidad de futuro, tal vez dentro de bastante tiempo. Nosotros estamos trabajando en ampliar las funcionalidades de las lentes intraoculares para que sean capaces de enfocar de cerca y de lejos igual que hace el cristalino de las personas jóvenes. Implantada en alguien mayor, sería elástica y restauraría la capacidad de captar las fuerzas de acomodación del ojo perdidas por la presbicia.
¿Qué materiales están empleando para conseguirlo?
Son los típicos de las lentes intraoculares y de contacto, biocompatibles. Polímeros transparentes con ciertas propiedades mecánicas que tienen que poder transformarse en presencia de fuerzas muy pequeñas para enfocar objetos cercanos y relajarse para los lejanos. Los propios músculos del ojo proporcionarían las fuerzas para modificar la potencia óptica.
En su discurso pronunció una frase muy hermosa: "La física es una herramienta poderosa que resuelve problemas y salva vidas".
Sí. Y es que eso lo viví muy pronto en mi carrera. Estaba acostumbrado a ver la física en los libros: los planos inclinados, las poleas, los péndulos... Me parecían objetos ideales curiosos, con una lógica que me gustaba estudiar. Pero al tener la experiencia médica, me dí cuenta que la física va más allá. Algo vivo y con mucha utilidad: prácticamente toda la ingeniería reside en la física y es la base de muchísima tecnología médica.
Porque usted gana las primeras Olimpiadas de Física de la RSEF, y poco después se le diagnostica ese problema médico, un cáncer.
Sí, así es. Gané en mi fase universitaria y por ello recibí una beca de estudios de la Real Sociedad Española de Física. Y empecé la carrera, pero en primero me diagnosticaron una enfermedad muy grave. Tuve que pelear contra ella durante años. Y eso ha condicionado la manera en la que veo la física y la investigación.
Más allá de lo dura experiencia de sufrir una enfermedad tan grave siendo tan joven, su expediente se vio afectado al no poder seguir las clases.
En la carrera científica se van seleccionando en las distintas etapas a los mejores, los que sacan las mejores notas. Y yo me tuve que salir nada más empezar. No podía optar a becas porque no tenía el expediente académico adecuado. Me seguía gustando la investigación, pero ya no lo consideraba mi opción de futuro. Empecé a trabajar en otras cosas y a colaborar con grupos de investigadores, por placer y para ganar formación y experiencia. Y después de muchos año consiguiendo resultados, sorprendentemente, conseguí hacer de ello mi profesión. Y estoy muy contento de haberlo logrado.
Hablaba usted de una "incorporación tardía" a la carrera científica.
Sí. Por no haber podido hacer las cosas a su tiempo, yo leí mi tesis a los 37 años, creo. Considero que lo que me ocurrió retrasó mi carrera unos 10 años. Es una carrera tardía porque ha tardado en dar sus frutos. He saltado del ámbito público al privado, siempre en colaboración con instituciones y siempre colaborando con la academia, con universidades y con el CSIC.
¿El compartir patentes con organismos nacionales como el CSIC es una forma de devolver al ámbito público lo invertido en su formación?
Sí, sí, la mayoría de mis patentes son en cotitularidad con el CSIC. También con universidades americanas y españolas, en colaboración con las empresas que desarrollaban la tecnología. En el entorno científico tenemos muy claro que hay que buscar el conocimiento, es un fin en sí mismo. Pero ahora también está interiorizado que tenemos que recoger los frutos de la investigación y utilizarlos para beneficio de la sociedad. Es un mensaje que ha calado. Lo que creo que todavía hay que mejorar es el impulso para llevar a cabo esas acciones en primera persona. Es decir, que los investigadores den un paso adelante en la transferencia tecnológica al tejido productivo. Es un camino difícil en el que quizás todavía no hay muchos ejemplos.
¿Cuál sería su mensaje para un estudiante que sueña con ser investigador pero que ve que, por motivos ajenos a sí mismo, se está quedando atrás?
Le diría que, si bien es un camino difícil, merece la pena. Que se marque pequeñas metas volantes y disfrute al conseguirlas. Que vaya haciendo sus publicaciones científicas y descubriendo cosas nuevas. Aunque hay que tener presente la meta final, lo importante es realizar ese camino, y hacerlo a gusto.