La experiencia con la lectura infantil varía radicalmente de familia a familia, y desafía a las explicaciones reduccionistas. Hay niños que son lectores gustosos y precoces, y otros que se resisten con uñas y dientes aunque crezcan rodeados de libros. Fomentar las condiciones para que los pequeños de la casa desarrollen su capacidad lectora, sin embargo, es una de las principales medidas para ayudarles a labrarse un próspero futuro laboral. Aquellos con mejores competencias de lectura y comprensión en la infancia tienden a obtener mejores salarios en la edad adulta.
Quienes acceden a la población activa en España con un mayor dominio de las competencias en comprensión lectora y matemáticas tienen "menores tasas de desempleo y obtienen salarios más elevados". Así lo explicaba el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), dependiente del Ministerio de Educación, en base a los resutados de la primera ronda del Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de la Población Adulta (PIAAC por sus siglas en inglés). El célebre Informe PISA evalúa las capacidades de los estudiantes de la OCDE, pero el PIACC es una suerte de "hermano mayor" que los sigue hasta su puesto de trabajo.
Si las matemáticas se han considerado tradicionalmente un saber más pragmático -saber hacer cuentas es, después de todo, indispensable-, entender enunciados es una cualidad igual de importante. "El nivel de comprensión lectora se valora mediante ejercicios que exigen ir más allá de su superficial apariencia. Si no, sería imposible comparar distintos países y lenguas dispares", explica Roberto Colom, catedrático de Psicología Diferencial y Neurociencia en la Universidad Autónoma de Madrid.
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Los informes evalúan la "competencia general para aprender" de los alumnos, relata el catedrático, que tienden a alinearse de modo "prácticamente perfecto" en una de las tres áreas: lectura, matemáticas y ciencia."Lo que predice el desempeño de ocupaciones mejor remuneradas no es la competencia lectora per se, sino la capacidad general de aprender que se valora con ese tipo de pruebas", explica. Y lo que mejor pronostica esta competencia es "el nivel intelectual" con el que los estudiantes entran en las aulas.
En 2015, investigadores del Instituto para los Estudios Fiscales (IFS) de Reino Unido publicaron un estudio que empleaba datos del Estudio de Cohorte Británico, un seguimiento generacional a personas nacidas en abril de 1970. En el momento del estudio, los participantes alcanzaban la cuarentena, y los que habían demostrado mejores capacidades para la lectura a los diez años estaban ganando hasta un 39% más por hora trabajada que aquellos en el percentil más bajo. Esta asociación se intensificaba cuando el buen lector provenía de una familia con bajos ingresos.
"Desde esta perspectiva, el mensaje coherente con la evidencia científica es que quiénes revelan poseer una mejor capacidad general para aprender en la escuela, tienen una mayor probabilidad de escalar más alto socialmente", valora Colom. Sin embargo, añade que no se puede considerar un predictor rotundo. "Hay que recordar que probable es probable", subraya. Así, y aunque resulte paradójico, el estudio del ILS no detectó una menor posibilidad de estar en paro para los británicos con altas capacidades para la lectura. Y, sorprendentemente, no tenían una mayor tendencia a transmitir el hábito lector a sus propios hijos.
El ascensor social
Hay una relación entre la adquisición de competencias, el éxito académico y una mejor perspectiva laboral: al valorar el Panorama de la Educación 2022 en España, el INEE destaca que aquellos con estudios terciarios han salido mejor parados de la crisis provocada por la pandemia. Estas capacidades, como apuntaba el estudio del IFS, pueden favorecer que alguien de origen humilde progrese económicamente. Y también puede suceder lo contrario, según apunta Colom en un artículo sobre el Longitudinal Minnesota Twin Family Study: los nacidos en familias ricas pueden ver empeorar su estátus si no desarrollan estas competencias intelectuales.
La pregunta clave, por lo tanto, es si se trata de dones innatos o si se pueden adquirir. "Las competencias mentales pueden entrenarse hasta cierto punto, desde luego", valora el catedrático. "Hay una larga tradición en psicología que lo demuestra aunque, lamentablemente, las autoridades que están detrás de los diseños curriculares no parecen estar interesadas en darles cancha a los psicólogos que han desarrollado esos programas de mejora", lamenta.
"El tiempo que los estudiantes están en la escuela es limitado y decidir a qué dedicarlo es esencial", defiende Colom, que lamenta que los currículos escolares atiendan a "pasajeras modas" como "la promoción de las habilidades emocionales", sin influencia real sobre el aprendizaje de los contenidos vinculados a la lengua, las matemáticas o las ciencias es nulo. "Necesitamos una educación realista", concluye.