Los paleoclimatólogos James Zachos y Ellen Thomas forman una llamativa pareja profesional. Él, californiano de traje gris extremadamente contenido; ella, exuberante neerlandesa que homenajea con su vestido a los diagramas de barras de temperaturas anuales. Ambos investigadores han sido galardonados con el XV Premio Fronteras del Conocimiento en Cambio Climático que concede la Fundación BBVA por documentar el llamado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM). Un calentamiento global prehistórico que tiene mucho que enseñarnos sobre la actual crisis del clima.
Zachos, de la Universidad de California en Santa Cruz y Thomas, de la Universidad de Yale, describieron un aumento de las temperaturas de cinco a seis grados centígrados ocurrido hace 56 millones de años, y caracterizado por una gran emisión de dióxido de carbono de origen natural. La consecuencia fue una extinción masiva que dejó una huella fósil. Como explican ambos expertos, nuestro planeta ha experimentado numerosos cambios climáticos, y también sobrevivirá a este: somos nosotros, los seres humanos, quienes no lo tenemos garantizado.
¿Puede decirse que ya hay consenso científico sobre la relación entre los fenómenos extremos actuales y el cambio climático antropogénico?
E.T.: Siempre es difícil traducir los eventos climáticos a largo plazo en eventos meteorológicos a corto plazo. Pero creo que ya estamos todos de acuerdo.
J.Z.: Hemos visto por ejemplo una sequía de cinco años en California, seguida de lluvias torrenciales. Y, por supuesto, un único evento no es representativo. Lo importante es la base de referencia de las temperaturas a largo plazo, y esta aumenta cada año, cada vez más cerca del récord. Y eso sí podría representar el cambio climático antropogénico.
E.T: Exacto. Tenemos datos de los últimos 50 años y hemos podido ver que, a medida que se amplía esta temperatura de base, los eventos se vuelven más extremos. Una borrasca excepcional puede ser un evento puntual, pero se han vuelto más comunes y seguidas. Un aumento de un grado de temperatura, por ejemplo, ya incrementa la disponibilidad de humedad que causa las tormentas de impacto.
Desde que comenzó el siglo XXI, los récords de temperatura anuales son más frecuentes. ¿Se está acelerando el cambio climático?
E.T.: Bueno, eso es lo que nos dicen los climatólogos. Los océanos pueden retrasar el calentamiento al absorber la temperatura, pero se están volviendo más cálidos, lo que produce una respuesta acelerada. Además, estamos entrando en una fase de El Niño, como en 2016 y 1998. Podemos esperar que los próximos años sean muy cálidos, porque la temperatura almacenada en el agua va a ser liberada.
J.Z.: Lo que podemos esperar para los dos próximos años, en esencia, es un calentamiento más extremo todavía, ya que va a superponerse adicionalmente la liberación de calor provocada por El Niño.
Ahora estamos experimentando un calentamiento inusual en el Atlántico Norte, que se relaciona con DANAs y tormentas extremas en España.
E.T.: No es mi área de especialización, pero mis colegas que trabajan con huracanes han comprobado que se han vuelto más peligrosos porque se mueven más lentamente, se quedan estacionarios sobre tierra y descargan un enorme volumen de precipitación. Es lo que ocurrió con Harvey sobre Houston. Hay otros problemas relacionados, como los ríos atmosféricos que tenéis ahora en California, ¿no es cierto?
J.Z.: Sí, el calentamiento provoca que haya un 20% más de vapor de agua. Se transporta más lluvia, y cuando cae lo hace torrencialmente. El hecho es que estamos comprobando estos eventos extremos ligados al cambio climático con más intensidad en las latitudes más elevadas. El Ártico se calienta más intensamente y provoca vaivenes en las corrientes atmosféricas.
España es un país especialmente afectado por estas fluctuaciones de la corriente de chorro, con más olas de frío en invierno y más calor en verano.
E.T.: Sí. No es que los eventos extremos no ocurrieran antes, lo preocupante es que ahora se suceden muchos y de naturaleza muy diversa. Nuestros compañeros españoles han estudiado el registro fósil del evento de extinción masivo de la playa de Zumaia, aquí en el País Vasco, y hemos podido relacionarlo con la fecha del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM). Y lo que ocurrió entonces, irónicamente, fue una época seca intercalada con episodios de inundaciones de alta energía.
La temperatura en el planeta durante el PETM aumentó cinco o seis grados Celsius, ¿es correcto?
J.Z.: Es correcto. Y creemos que ocurrió muy rápido, en un par de milenios. Es algo difícil de determinar, algunos de nuestros debates más serios han girado en torno a la duración de este evento. Yo me inclino por unos pocos miles de años, pero podría haber sido más rápido todavía.
¿Y el vulcanismo fue el principal motivo?
J.Z.: Bueno, sabemos que hace 56 millones de años hubo una fase volcánica muy activa en el Atlántico Norte. El timing es perfecto: habría producido rápidamente un volumen de CO2 suficiente como para provocar el PETM al tiempo que configuraba la corteza y sedimentos de la región. Son ricos en carbono orgánico -por eso tenemos yacimientos de petróleo ahí- que habría alimentado el magma, tal y cómo hacen ahora los combustibles fósiles.
E.T: Nosotros pensamos que tuvo que ser una combinación de ambos, vulcanismo y carbono orgánico en el lugar y momento justos. Y ha podido ocurrir en otras épocas: la extinción masiva del Pérmico o el Triásico, que provocó la mayor colada de lava del Sistema Solar y causó la apertura del Atlántico entre Groenlandia y Noruega.
¿Cómo se relaciona este cambio climático con el actual?
E.T.: Es como un modelo previo.
J.Z.: Sí. Y es muy interesante. Hemos analizado el carbonato cálcico de las conchas de los organismos que se extinguieron durante el PETM, y nos dimos cuenta de que ocurrió en todas partes al mismo tiempo. Y contienen isótopos ligeros de dióxido de carbono, que son los que identificamos con la quema de combustibles fósiles.
Haré de abogado del diablo. Si el PETM se alargó durante milenios, ¿por qué tanta urgencia ahora, por qué ponernos objetivos para 2030?
E.T.: Tenemos que reaccionar en cuestión de años porque estamos emitiendo CO2 más rápido que durante el PETM. Como apuntaba Jim, los animales terrestres más grandes fueron los primeros en extinguirse. El mundo se ha estado calentando y enfriando constantemente en la historia, y a la Tierra le resulta completamente irrelevante la seguridad de los humanos. La urgencia es porque nos afecta, a nosotros y a nuestras infraestructuras. Yo soy neerlandesa, y si dos tercios de los Países Bajos se inundan, ¿a dónde va a ir toda la gente?
J.Z.: Yo pienso también en nuestra capacidad para cultivar comida desde el momento en el que alteras el ciclo hidrológico. Durante el PTM, el mundo ya era cálido, no había casquetes polares. Pero rápidamente se produjeron inundaciones de 20 metros, incluso sin el hielo. ¡Eso no está bien! Lo mismo se puede decir de la vegetación. Los agricultores del Mediterráneo, en España e Italia, no van a poder seguir cultivando los mismos granos, tendrán que pasarse a los cultivos del norte del Sáhara. Y si desaparece su comida favorita, la gente se va a enfadar mucho.
¿Cómo valoran la persistencia del negacionismo climático pese a la acumulación de evidencias?
E.T.: Cuando me mudé a Estados Unidos, descubrí a los creacionistas. Y diría que su argumentación es muy parecida a los negacionistas: cherry-picking [falacia de prueba incompleta] y distorsión de los hechos. Se parece muchísimo. La realidad es que incluso la evidencia científica más sólida puede ser negada con facilidad para algunos. Lamentablemente, además, entra la ideología política y las creencias.
J. Z.: Yo siempre pensé que, a medida que la ciencia del cambio climático se fuera asentando, la gente lo vería como obvio, lo aceptaría y empezaría a tratarlo con racionalidad. Pero llegó la pandemia, y vimos a gente dispuesta a no vacunarse y dejarse morir. Pienso que la mayoría de los estadounidenses están de acuerdo con que el cambio climático es una realidad. El problema está en ponerse de acuerdo sobre qué hacer. No es fácil refundar una sociedad basada en el combustible fósil.
¿Y como se podrían encontrar puntos de encuentro?
J.Z: Quizás habría que hablar más de los beneficios sociales y económicos de tener fuentes de energía locales. Si tu comunidad genera la mayor parte de la electricidad que consumes, tendrás una situación más estable. Incluso los extremos de izquierda y derecha admiten que es mejor opción que importar combustible.
E.T.: Si, pero la gente sigue actuando de forma irracional. Florida, por ejemplo, podría tener una gran industria de energía solar, pero no quiere por motivos políticos. Y Texas ha construido un montón de granjas de energía eólica, pero hay una fuerte oposición pese a que son rentables. Al principio argumentaban que las renovables eran más caras que la energía fósil, pero eso ya no es cierto. Pese a todo, la gente de esos estados se sigue oponiendo. ¡Y Florida ni siquiera tiene yacimientos de petróleo!