Si los bebés aprenden a 'chincharse' los unos a los otros por diversión a partir de los ocho meses de edad, un comportamiento que no requiere de lenguaje hablado: ¿no estaría presente este fenómeno también en los primates? ¿Y no sería esto un indicio de que el humor no es exclusivamente humano, sino un rasgo compartido con nuestros parientes evolutivos? Ahora, un estudio ha registrado que los simios de al menos cuatro grandes especies exhiben comportamientos de broma, 'chinchando' a sus congéneres por diversión.
Este comportamiento se ha definido como una tendencia a provocar de forma persistente al objetivo de la broma, usando elementos de sorpresa y juego. Está considerado como el precursor de capacidades cognitivas más elevadas como el humor, ya que implican anticipar cómo reaccionarán los demás aunque sea para 'fastidiarles'. Las primeras manifestaciones en los niños pequeños se presentan como la interrupción del comportamiento de los demás o la sustracción de objetos que obligan al objetivo a solicitar su devolución.
Según los investigadores de la Universidad de California, el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y la Universidad de Indiana que publican sus resultados en la revista Proceedings of the Royal Society B, este tipo de bromas se dan entre gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos. "Los grandes simios son candidatos excelentes para documentar las provocaciones por diversión. Están emparentados con nosotros, participan del juego social, manifiestan la risa y son capaces de entender de una forma relativamente sofisticada las expectativas de los demás", explica la investigadora principal, Isabelle Laumer.
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Los investigadores analizaron interacciones sociales espontáneas que parecían ser provocativas, juguetonas o de acoso sin violencia. Registraron el lenguaje corporal de los individuos involucrados mientras se producía la interacción, y las respuestas que se producían. También se anotó si el provocador tenía un objetivo concreto: es decir, si había decidido 'tomar el pelo' a un individuo en particular y estaba esperando que reaccionase para continuar con la broma como haría un niño pequeño.
Así, documentaron hasta 18 tipos diferentes de formas de bromear entre simios. "Era habitual verles agitar o balancear una parte de su cuerpo o un objeto en plena línea de visión de su objetivo; golpearles con el puño o el dedo; mirarles fijamente; entorpecer su movimiento; tirarles del pelo; o realizar cualquier otra clase de actividad que el otro no podría ignorar, llamando su atención", explica otra investigadora, Erica Cartmill.
Al contrario que con el juego, sin embargo, los simios bromistas no realizaban previamente los gestos que indican a los demás que quieren ponerse a jugar con ellos. En este caso, no pretendían su colaboración sino alterar su rutina en un contexto de relajación. Y al igual que ocurre con los niños humanos, el primate provocador ponía mucha atención al rostro y gestualidad de su 'victima' para comprobar qué efecto estaba teniendo su actitud persistente.
"Desde el punto de vista evolutivo, la presencia de la provocación juguetona en las cuatro grandes especies de primates más cercanas al ser humano, y su similitud con este comportamiento en los bebés, sugiere que tanto la capacidad para bromear como los prerrequisitos cognitivos que implica ya estaban presentes en nuestro último ancestro en común, del que nos separamos hace 13 millones de años", concluye Laumer.