Si el titular le ha hecho esbozar una sonrisa escéptica, no se preocupe: el astrónomo Adam Frank (Nueva Jersey, 1962), catedrático de la Universidad de Rochester (EE. UU.), investigador de la NASA y divulgador, está más que acostumbrado. En su última obra, El pequeño libro de los aliens [Espasa], lo define como 'factor risitas' (giggle factor): el hecho de que los intentos por estudiar con rigor científico la posibilidad de que exista vida extraterrestre se hayan visto contaminados por la cultura popular y las teorías de la conspiración, lo que ha llevado a los grandes pioneros en la materia a sufrir la derisión de los estamentos académicos y administrativos.
Efectivamente, grandes referentes de la investigación astronómica como Enrico Fermi y Frank Drake vieron sus esfuerzos ridiculizados al coincidir con el pánico mediático por el incidente de Roswell y el cine de ciencia-ficción. Todo cambió a partir de los años noventa, con la evidencia de los exoplanetas que orbitan prácticamente todas las estrellas del Universo, y la presencia de los 'ingredientes para la vida' en las lunas oceánicas del Sistema Solar. El proyecto encomendado por la NASA a Frank es determinar qué rastros detectables por radiofrecuencia daría la vida extraterrestre -biofirmas- o una potencial tecnología alienígena- tecnofirmas-.
Una portada con la palabra 'Aliens' en mayúscula atrae miradas y sonrisas. ¿Cuánto ha dañado este 'factor risitas' su investigación?
Es el término que usamos en nuestro campo cuando intentamos explicar a otros científicos que nos interesa la vida en el universo, y enarcan las cejas o se ríen a tus espaldas. Hay motivos históricos detrás de esto. El interés científico comenzó en los años 50 del siglo XX, cuando tuvimos por primera vez los medios tecnológicos para investigarlo. Pero, al mismo tiempo, se destaba el fenómeno OVNI en EE. UU. y el resto del mundo, y los investigadores acabaron identificados con las chaladuras, las teorías de la conspiración y los bulos. Afortunadamente, la ciencia lo está dejando atrás.
[El informe 'OVNI' de la NASA concluye que los fenómenos aéreos existen pero no puede explicarlos]
El 'fenómeno OVNI' ha contaminado la búsqueda de vida extraterrestre. ¿Por qué sostiene categóricamente que no tienen nada que ver?
Efectivamente, no tienen nada que ver. La investigación sobre la vida extraterrestre, inteligente o no, se centra en detectar una biosfera, y hemos hecho avances tan emocionantes y dramáticos que en 10, 20 o 30 años tendremos datos reales. No sé qué nos dirán, pero sé que serán relevantes para resolver el enigma. ¿Pero el jaleo de los OVNIs, esos vídeos de las Fuerzas Aéreas? Resulta que no son buenos datos. Los investigadores han podido atribuir los extraños movimientos a las propias cámaras. En algunos casos determinaron que iban a 40 km/h. No es muy inexplicable, ¿no?
Tanto la NASA como el Pentágono han apostado por una mayor transparencia, pero siguen apareciendo personajes que confunden al público.
Sí, y en realidad este forcejeo entre personalidades del Gobierno que dicen que hay OVNIs frente a los que lo niegan existe desde el comienzo del fenómeno. Se dice que un informe de 1952 concluyó que eran interplanetarios, pero nadie lo ha visto. Este personaje, David Grusch, ha comparecido ante el Congreso de EE. UU. afirmando que le han contado que hay naves alienígenas en un garaje. Pero no las ha visto. Lo que yo digo es que hasta que me enseñes la nave, no hay nave.
¿El problema con Roswell fue que sí hubo un encubrimiento, pero no porque hubiera alienígenas, sino por un proyecto militar?
La historia del fenómeno OVNI es indisociable de su época, la Guerra Fría. Había tanta paranoia y secretismo que naturalmente originó la mayor cultura de la conspiración. Pero ese planteamiento es correcto: apostaría a que la mayoría de avistamientos de OVNIs se van abordar como un asunto de Seguridad Nacional. Se puede falsificar muy fácilmente un dron para que parezca algo anómalo. Y tiene sentido que lo haga una potencia como Rusia o Irán, para obligar a los aviones de EE. UU. a usar sus aparatos y así medir el alcance de nuestra tecnología. ¡Es lo que hizo Estados Unidos en la Guerra Fría para medir los radares de los rusos!
La ciencia-ficción ha asumido con naturalidad que habría multitud de planetas en el universo, pero la evidencia científica no llegó antes de 1995.
Sí, me recuerda a cuando veía Star Trek de pequeño y llegaban a 'un planeta de clase M'. ¡Pero nadie sabía si realmente existían esos planetas! Hasta el siglo XIX, se pensó que los planetas eran una rareza en el Universo, que solo podían formarse cuando dos estrellas se acercaban mucho. En 1995 descubrimos el primer planeta orbitando una estrella similar al Sol, y ahora, 20 años después, podemos decir que cada estrella que podemos ver tiene un sistema planetario. Y una de cada cinco tiene uno que la orbita a una distancia propicia para la vida. Hemos pasado de no saber nada a un filón que podemos explorar con radiotelescopios.
¿Y es demasiado impaciente por nuestra parte esperar que a estas alturas ya deberíamos haber dado con algún indicio de vida alienígena?
Bueno, la ciencia es una apuesta a la larga. Pronto tendremos el reemplazo del telescopio espacial James Webb, que precisamente se llama el Habitable World Observatory. Será más poderoso y diseñado precisamente para analizar la posibilidad de biosferas extraterrestres, y confirmar los indicios que no hemos podido discernir con el Webb.
¿Hay todavía alguna oportunidad de encontrar vida pasada en Marte?
¡Completamente! De hecho, puede haberla todavía: una tenue biosfera, con microbios. Marte fue un mundo húmedo hace cuatro mil millones de años, lo suficiente como para haber permitido la aparición de vida y que alguna permaneciera. Es un sitio interesante para buscar, pero los exoplanetas lo son más.
Mencionaba Marte porque es el lugar del que podemos obtener muestras reales, y ayudarían a explicar cómo surgió la vida en la Tierra.
Es cierto. No necesitamos más que un ejemplo. Si la vida ha podido surgir en otro lugar que no sea la Tierra, entonces podremos inferir que el Universo está lleno de vida. Una de dos, o somos un accidente cósmico o no estamos solos.
¿Por cuál de las opciones se inclina usted?
¡Depende del pie con el que me levante! [risas]. Mi instinto me dice que, habiendo tantas estrellas, tantos planetas, y siendo los procesos químicos tan comunes, la respuesta es que la vida microbiana debe ser habitual en el Universo. En cuanto a vida evolucionada, animales y civilizaciones, no lo sé. Tengo esperanzas, pero no lo sé. Y lo bonito es que, por primera vez en 2.500 años, tenemos la capacidad real de dar con la respuesta. Dicho esto, las tecnofirmas serían mucho más fáciles de detectar.
¿Por qué?
Porque si la vida en la Tierra se extinguiera mañana, de aquí a 100 millones de años no quedaría ni rastro de la biosfera que fue. Pero hemos mandado señales de radio, cuatro sondas fuera del Sistema Solar. ¡Esa es nuestra tecnofirma! Si una civilización hubiera colonizado su sistema, dejando satélites y estaciones, seguirían estando ahí mucho después de su desaparición.
Dada la antigüedad del Universo, ¿es posible que haya más civilizaciones inteligentes pero nunca coincidamos con ellas en el tiempo?
Sí, y es uno de los factores que no podemos resolver todavía de la ecuación de Drake: qué esperanza de vida tiene una civilización media. Nosotros somos jóvenes. Nuevos. Apenas llevamos 100 años siendo una especie tecnológica. Nosotros hicimos los cálculos y determinamos que, en caso de encontrarnos con una civilización alienígena, tendría millones de antigüedad, puede que miles de millones. ¿Cómo evolucionaría una cultura tan antigua? Es una de las preguntas más fascinantes.
Algo en lo que incide el libro es que, por muy diferentes que podamos imaginar a los aliens, estarán sujetos a las mismas leyes de la física.
Sí. La ciencia ficción ha hecho creer que podremos tener cosas como 'motores de curvatura' para viajar por el 'hiperespacio', pero hasta donde sabemos, estas cosas no son posibles. Así que puede que nunca se den las civilizaciones galácticas, solo núcleos que colonizan dentro de sus sistemas. Me acabo de enterar de que la gravedad en la Tierra está justo en el límite para permitir a los cohetes despegar. Y los exoplanetas más comunes son 'supertierras', mucho más grandes y de mayor gravedad. ¡Quizás estén atrapados en su propio planeta!
Y finalmente, están las cuestiones éticas. Si hay contacto, ¿quién y cómo se comunica?
Es algo que estamos debatiendo en estos momentos. Hay científicos que quieren mandar un potente mensaje a muy larga distancia para anunciar nuestra presencia. Yo no creo que sea una buena idea. O por lo menos no es una decisión que deba tomar una sola persona. No sabemos cómo la evolución se puede haber comportado en otro lugar. Ni podemos asumir que una civilización es pacífica simplemente porque es avanzada. Debemos ser cautos: puede haber lobos entre las estrellas.
Como comunicador: ¿cree que el público está superando los prejuicios y entendiendo cada vez mejor la investigación sobre vida extraterrestre?
Sí, así lo creo. Por eso escribí el libro. Desde el descubrimiento de los exoplanetas y con otras noticias como la fosfina en Venus, la gente se ha estado interesando por este trabajo. Están listos para conocer los datos, ver lo lejos que hemos llegado y unirse a la aventura. Y estarán preparados para cuando anunciemos que, por fin, hemos descubierto vida extraterrestre.