"La música ya no es lo que era". "Lo de antes sí que era música". O, "ahora todas las canciones suenan igual". Seguramente estas afirmaciones le resultaron familiares de este tiempo. Y lo cierto es que, gustos aparte, la última incluye una verdad a media. Porque no sólo las de ahora suenan 'igual', sino que siempre ha ocurrido así, como acaba de demostrar un estudio que ha analizado las funciones evolutivas de la música.

El trabajo, dirigido por Yuto Ozaki y Patrick Savage de la Universidad Keio en Japón, aborda estas cuestiones con un enfoque que tal vez sorprenda al lector: los investigadores debían elegir canciones de sus propias culturas. Y no sólo eso. También tenían que cantarlas, recitar las letras sin una melodía, tocarla con un instrumento y describir cada pieza musical. En total, se grabaron 75 canciones en 55 idiomas diferentes.

En la diversa lista se encuentra desde una canción hebrea (Yerushalayim Shel Zahav) hasta un archiconocido título italiano (Bella Ciao), pasando por Scarborough Fair, popularizada por Simon & Garfunkel, o Pōkarekare Ana, un canto de amor en maorí que sirve como homenaje para la cuna de este pueblo indígena, ubicada en Rotorua (Nueva Zelanda).

Hay un total de cuatro canciones en español (El pescadorUn gorro de lanaEl Lobo Chilote Aquello). La selección de esta última pertenece al investigador de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), Martín Rocamora, quien contribuye con una canción de candombe, un ritmo tradicional que le recuerda a la música de Uruguay, donde nació y se crió.

Esta misma sensación fue la que motivó al profesor de Psicología en la Universidad de Londres, Manuel Anglada-Tort, a escoger La Presó de Lleida: "Mi madre solía cantármela cuando era pequeño y desde entonces siempre ha significado mucho para mí", cuenta a EL ESPAÑOL este psicólogo barcelonés.

Se trata de una canción tradicional catalana que se popularizó a finales de la década de los años 60 gracias a Joan Manuel Serrat. "Está asociada con la cárcel y los tiempos de opresión", añade Anglada-Tort. "Junto con la letra, la inspiración de la melodía—triste y melancólica, en una tonalidad menor—la convierten en una canción muy emotiva".

Música, separada del habla

El estudio, sin embargo, no trataba de comprobar la emotividad de las canciones elegidas por los investigadores de 46 países, sino hasta qué punto las diferencias y las similitudes entre el habla y el canto eran comunes a todas las culturas.

Así, se analizaron las más de 700 grabaciones de audio (a las 300 que aportaron los participantes se les sumaron otras 418 de canciones y discursos anteriores) en busca de características como el tono, el timbre y el ritmo.

Para los autores, los resultados del estudio, que se ha publicado en la revista Science Advances, aportan "pruebas sólidas" de que existen "regularidades interculturales" entre el habla y la música. Su análisis, de hecho, cumple con cinco de las seis predicciones que realizaron.

El tono de las canciones era más alto y estable que el del habla. Una razón que encuentran los autores es que de esta manera resulta más fácil la sincronización musical. El tempo, en cambio, era más lento. "Aún no está claro por qué esto es así", sostiene Anglada-Tort. "Pero el estudio ya sugiere que las canciones tienen características distintas", prosigue. "La música podría haber evolucionado para tener roles especiales en la comunicación humana, separados del habla".

Como método de unión

Con el análisis también se hallaron dos similitudes: la música y el habla tienden a utilizar intervalos de tono de tamaño similar y timbres vocales parecidos. El autor principal, el psicólogo y musicólogo Patrick Savage de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), sospecha que el hecho de que estas características sean parecidas en distintas culturas puede deberse a que evolucionaron para unir a los humanos a través de la música.

No es la única teoría que ha surgido a raíz de esta publicación. La neurocientífica Daniela Sammler afirmó a The New York Times que no se puede descartar que la música fuera necesaria para ayudar a los padres a establecer vínculos con sus hijos.

"Tal vez podría servir para la cohesión del grupo", añade Anglada-Tort. El primer autor del estudio, Yuto Ozaki, coincide con él, en declaraciones al citado medio estadounidense: "Cantar en coros, compartiendo ritmos y melodías, podría haber unido a la gente, ya fuera como comunidad o como preparación para una batalla".

Este trabajo no es el primero que sostiene que la música y el habla están separados. En 2022, una investigación publicada en Current Biology demostró que ciertas poblaciones neuronales responden únicamente al canto, y no al habla ni a la música instrumental.

Es un fenómeno psicológico

"Hay muchos científicos que han especulado sobre las funciones evolutivas y la posible coevolución entre la música y el lenguaje en diferentes culturas. Sin embargo, todavía faltan datos empíricos para comprender estas similitudes y diferencias", comenta Anglada-Font, quien se interesó por este campo al descubrir que todos los métodos científicos que había aprendido para la psicología experimental podían aplicarse al estudio de la música.

Uno de sus hallazgos más recientes fue descubrir, tras analizar más de 23.000 canciones populares del Reino Unido, que la meteorología influye en el éxito que pueden tener en la lista de las más escuchadas: "Las que eran enérgicas, bailables y evocaban emociones positivas se asociaban con el clima cálido y soleado".

"Al final, la música es un fenómeno psicológico, con preferencias que son completamente subjetivas y diversas", subraya. Es por este motivo que le resulta imposible responder qué canción es la más beneficiosa desde el punto de vista de la psicología musical: "Basándome en mi propia experiencia y en el momento actual, diría alguna de Silvia Pérez Cruz. Por su expresividad emocional, técnica vocal y musicalidad, y su herencia cultural y musical".