P. Fava
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Las evidencias de la actividad en Marte de ciertos ciclos atmosféricos del agua ha desmentido la idea secular de que se trata de un planeta inerte, y revitalizado las esperanzas de quienes esperan encontrar vida marciana, al menos al nivel microbiano. Una nueva investigación que publica Communications Earth & Environment ha dado con una zona candidata a albergar este tipo de vida: los depósitos de hielo en los barrancos de las latitudes medias. 

Dado que su campo magnético es menos potente que el de la Tierra, la atmósfera de Marte se ve constantemente erosionada por la radiación del Sol y los vientos solares, que los han vuelto a la larga hostil para la vida como en nuestro planeta. No obstante, los inestigadores del Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA en Pasadena, California, plantearon que una capa ligera de hielo podría proteger a las células en su interior. Además, si se encontraba en una zona profunda -para escapar de la radiación ultravioleta- pero iluminada, podría ser posible la fotosíntesis.

"Los autores simularon las variaciones que se producen en la luz solar al atravesar masas de hielo mezclado con polvo en la superficie del planeta Marte. Valoraron cómo estos cambios afectarían a hipotéticos organismos que vivieran dentro de ese hielo, reduciendo los niveles de radiación hasta resultar soportables y con variaciones en el espectro solar que permitieran metabolismos basados en la fotosíntesis", explica Antonio Molina, geólogo planetario del departamento de Planetología y Habitabilidad del Centro de Astrobiología (CAB), a Science Media Centre.

"Marte cuenta con una atmósfera tan tenue -careciendo de capa de ozono- que la radiación procedente del Sol alcanza la superficie con fuerza suficiente como para esterilizarla. Por eso se consideran mucho más habitables las zonas bajo la superficie", prosigue Molina. Sin embargo, "poder utilizar la radiación solar como fuente de energía es una ventaja".

El hielo por sí solo no bastaría para amortiguar los daños, prosigue. "Pero si este hielo se encuentra mezclado con partículas de polvo (regolito) sería no solo suficiente para frenarlo, sino que aún permitiría que los organismos fotosintéticos puedan aprovechar la radiación resultante". De este modo, el estudio ha permitido determinar dónde se encontraría la 'franja de habitabilidad' en Marte.

"Es decir, a qué profundidad dentro de estos glaciares marcianos la vida tal y como la conocemos pudiera prosperar", añade el especialista. "Y lo evalúan según se encuentren a diferentes latitudes, con diferentes inclinaciones del Sol, tamaños de partículas de hielo y cantidad de polvo intersticial. Estos datos podrán ayudar a delimitar mejor las zonas más adecuadas para buscar vida en Marte en misiones actuales y futuras".

Agujeros por crioconita en el glaciar Matanuska de Alaska. Kimberly Casey

El ejemplo de Groenlandia

Los investigadores hacen referencia al fenómeno de la crioconita en la Tierra, que ha sido observado en glaciares de regiones como Alaska y Groenlandia.  Se refiere al hecho de que el polvo depositado sobre la superficie del hielo acabe fundiéndolo y horadando pequeños agujeros con agua líquida en su interior. Para que esto ocurra, sin embargo, el glaciar no puede ser excesivamente polvoriento -porque bloquearía toda la luza solar- ni demasiado frío, porque no se derretiría. Por tanto, el hielo candidato en Marte debe estar en latitudes meridionales, no en sus polos.

"Se trata de un estudio muy interesante", valora Jesús Martínez Frías, geólogo planetario y astrobiólogo del IGEO (CSIC-UCM) y presidente de la Red Española de Planetología y Astrobiología. Los estudios previos, apunta, se han realizado "en cámaras de simulación de ambientes planetarios", pero "este trabajo va más allá", con "un análisis más complejo y global, teniendo en cuenta zonas potencialmente análogas Tierra-Marte -concretamente Groenlandia- para los experimentos de modelización".

No obstante, César Menor Salván, profesor de Bioquímica en la Universidad de Alcalá, señala "limitaciones". El estudio es sólido, pero "se basa en la vida terrestre, en las cianobacterias, bacterias fotosintéticas terrestres". Asumen que una potencial vida marciana habría evolucionado como en la Tierra, "con mecanismos fotosintéticos, ADN y resistencia a la radiación ultravioleta similar". Pero no solo podría haber evolucionado de un modo muy distinto, sino que habría aparecido en una época en el que el planeta albergaba "condiciones ambientales muy distintas" a las de ahora.