
La doctora Patric Gagne.
Las sombras de Patric Gagne, la psicóloga que investiga su propia sociopatía: ¿Psicópata 'buena' o ficción editorial?
Pese al éxito de su relato, los especialistas dudan de hasta qué punto su diagnóstico es correcto: "Un psicópata o un sociópata siempre es 'malo'"
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La primera vez que Patric [Patricia] Gagne escuchó la palabra 'sociópata' fue en la cárcel, y ella no era más que una niña. Su madre, desesperada por su conducta errática e inexplicable -pequeños hurtos, colarse en casas ajenas- había tirado de contactos para conseguir un tour, esperando que la pequeña escarmentara. El resultado fue todo lo contrario: cuando un guarda le explicó que la mayoría de presos eran sociópatas, los que 'no sienten remordimientos' ni 'temen las consecuencias', Gagne sintió una punzada de esperanza: si existía una palabra definir a las personas como ella, quizás lograría ser un día reconocida y aceptada.
La realidad fue mucho más complicada. Gagne sabía que era 'rara', que su apatía ante las emociones de los demás frustraba a su familia. Que la euforia que le provocaban las transgresiones a unas convenciones sociales que no entendía la llevaban por un camino oscuro: tras una discusión, clavó un lápiz a una compañera de instituto y se sintió "genial". No podía evitar mentir, pero cuando se confesaba con su madre, solo lograba enfurecerla y angustiarla. Y en su soledad, se identificaba con el personaje de Jessica Rabbit y su inolvidable frase: "Yo no soy mala, es que me han dibujado así".
El libro Sociópata, un fenómeno en EEUU que ahora llega a España, describe su recorrido por entenderse y encajar en el mundo. Al estudiar psicología, descubre que su presunta 'sociopatía' no tiene una definición clínica específica, bordeando la 'psicopatía' y el 'trastorno antisocial' pero con rasgos propios. También, que le fascina observar a los demás y cómo reaccionan a su historia. La escena de la cárcel puede parecer de película, pero hay más: robos de coches, allanamientos y persecuciones, una fiesta en la mansión Playboy y una historia de amor contra viento y marea. Y si el rigor flaquea ante el espectáculo, Gagne ya ha aclarado que es "mentirosa".
De ahí las dificultades que plantea el libro. The New Yorker reveló que Gagne no ha hecho publica su tesis doctoral y apenas cita otras investigaciones. Se define como una "criminal que nunca ha sido atrapada", pero lo que describe son hurtos sin graves consecuencias o deliberadamente picantes, como colarse en casas con su novio de siempre para hacer el amor. Si fantasea con agresiones -no las lleva a cabo-, es contra gente abominable, culpable de matar a un perro o de amenazar a su hermana pequeña. Todo parece escogido para hacerla simpática al lector, cuando no una 'justiciera' a ojos de otros personajes que se atreve donde los demás no llegan.
"Sociópatas o psicópatas, siempre son malos"
La diferencia en cuanto a clasificación clínica de lo que sería un trastorno asocial, la psicopatía o la sociopatía, no es tan determinante como quiere hacer ver Gagne, explica a EL ESPAÑOL José Luis Carrasco, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, y director de la Unidad de Trastornos de la Personalidad y el Comportamiento del Hospital Clínico San Carlos. "Al psicópata le importa un bledo el resto de personas y al sociópata, la sociedad. Pero en realidad hablamos de lo mismo, de negar la humanidad del otro". De ahí que los esfuerzos de la autora por marcarse límites éticos y afectivos no encajen con el diagnóstico.
Un personaje como el de la serie Dexter, un asesino en serie al que le han inculcado un código moral para que sólo mate a otros criminales, es incongruente, prosigue Carrasco. "Hablamos de un patrón de persona que no solo carece de valores morales, sino que además piensa que nadie más los tiene". Aunque esto no implica que todos "disfruten haciendo daño" como "los psicópatas de las películas", la ansiedad que describe Gagne por lograr la aprobación de su familia está ausente en sus perfiles. "Un psicópata puede llegar a autorregular sus impulsos, pero solo para que no le pillen", zanja.
Incluso si la autora padeciera un trastorno histriónico o narcisista -menos llamativos que la sociopatía pero no menos infrecuentes-, su famosa historia de amor que comienza en la adolescencia y continúa hoy en día, con terapia de pareja incluída, lo descartaría. "Para el narcisista, el otro es solo un espejo en el que admirarse. O un objeto que usar, sometiéndolo para sentirse grande". La depredación es el rasgo en común de estas personalidades, mientras que Gagne, por mucho enfásis que ponga en su falta de remordimiento y culpa, se retrata tendiendo puentes. EL ESPAÑOL ha tratado de ponerse en contacto con la autora, sin respuesta.
La tesis del 'grado leve de sociopatía' no es coherente así con el diagnóstico clínico. ¿Pero eso significa que a Gagne "no le pasa nada"? No es tan sencillo, detalla Carrasco. "Todos, de pequeños, hemos hecho el gamberro. Nos hemos enfadado con el sistema. Todos tenemos impulsos de maldad, de herir al otro. Y eso, en la infancia, puede llevar a rasgos que apuntan a una personalidad asocial. Pero la sociedad nos va regulando, aprendemos a gestionarnos, a reconocer la humanidad de los demás. Puede haber una necesidad de adecuación empática, pero cuando intervenimos con niños en ese momento, la diferencia final es enorme".
Carrasco coincide con la tesis de Manvir Singh, profesor de antropología de la Universidad de California y autor de artículo en The New Yorker. "Vivimos en una cultura de banalización de los términos. Todos tenemos la sensación de no encajar, especialmente cuando somos jóvenes. Cuando persiste, necesitamos ponerle un nombre. Y al ver estas 'etiquetas' en Internet, de repente sentimos que 'encajamos' de algún modo. El problema se plantea entonces para los verdaderos casos de psicopatía, trastorno de la personalidad o autismo. Quedan todos subsumidos en una especie de "caldo" que impide un tratamiento eficaz".